Entrevista a Esther Vivas, coautora, junto a Josep Maria Antentas, de
’Planeta Indignado. Ocupando el futuro’
Entrevistas
| Esther Vivas | 19-05-2013 |
Esther Vivas
es una luchadora incansable de la resistencia cívica, miembro del Consejo
Científico de ATTAC, activista e investigadora en movimientos sociales y
políticas agrícolas y alimentarias. Además, es licenciada en periodismo y forma
parte del Centro de Estudios sobre Movimientos Sociales en la Universidad
Pompeu Fabra de Barcelona. Es autora de diversos libros, el más reciente,
Planeta indignado. Ocupando el futuro (Sequitur, 2012). En él, junto a Josep
Maria Antentas, explica las características del movimiento del 15M o
Indignados, que durante la primavera de 2011, ocupó las plazas de distintas
ciudades españolas. Un movimiento ciudadano pacífico que promueve una
democracia más real, más participativa.
Pregunta:
Como investigadora en movimientos sociales y activista, ¿cómo los definirías?
Respuesta:
Un movimiento social es un grupo de personas que comparten una cierta identidad
colectiva y se movilizan por canales no institucionales para cambiar una
determinada situación. Hay movimientos sociales muy diversos que buscan
transformar la sociedad en determinados aspectos, al considerar que las
prácticas que lleva a cabo el gobierno en ese ámbito no son correctas. Hoy se
pone en cuestión el sistema actual, en el marco de la crisis aguda que estamos
viviendo. Y este contexto favorece la emergencia de organizaciones sociales y
movimientos que plantean otras políticas. Defienden y exigen, por ejemplo, una
vivienda digna, una educación y una sanidad públicas y de calidad, etc.
P.: Estamos
ante el segundo aniversario del movimiento del 15M, ¿qué balance haces de su
activismo?
Pienso que
el impacto más importante del 15M y los Indignados se ha producido en el
imaginario colectivo, es decir, en la manera de percibir el mundo y en la
capacidad de poner en cuestión a aquellos que nos han conducido a la presente
situación de crisis. Además, nos ha devuelto la confianza en ‘el nosotr@s’,
para poder cambiar las cosas. Desde que se inició la crisis, los distintos
gobiernos que se han sucedido en el Estado español, nos han dicho por activa y
por pasiva que “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades” y nos han
hecho sentir cómplices, cuando no culpables de la situación. Pero, el 15M ha
roto con este discurso hegemónico y ha construido un discurso contra
hegemónico. No somos culpables de esta situación ni cómplices, en todo caso,
somos víctimas. El movimiento ha sido capaz de crear un discurso alternativo,
generando un cambio de mentalidad en el imaginario de la gente.
P.:¿Y
quiénes son los responsables directos de esta situación?
Los
culpables son unas élites económicas y financieras, que con el apoyo de la
clase política actual, nos han conducido a esta situación de bancarrota. Son
ellos quienes “han vivido por encima de sus posibilidades” y han especulado con
el ladrillo, han edificado viviendas que han quedado vacías.
P.:¿Cuáles
son las “ideas-fuerza” de este movimiento alternativo y su nueva manera de
hacer política de base?
Los medios
de comunicación decían que era un movimiento apolítico, pero esto era falso,
porque el movimiento lo que reivindicaba era otra política, entendiendo la
política como la lucha cotidiana por nuestros derechos, una política desde
abajo, desde la base. Después de la emergencia del 15M, el movimiento fue
definiendo unos principios que lo situaban en un eje ideológico de izquierdas.
Cambiar el mundo y las políticas en favor de la gente. Y lo vimos en las
demandas que defendía: nacionalizar la banca, democracia real, política al
servicio de las personas, etc. En las acampadas del 15M había política. Y no
sólo se respiraba en declaraciones y discursos sino en la práctica. La
ocupación de plazas y las múltiples actividades que allí se organizaban
significaban empezar a cambiar el mundo aquí y ahora.
P.: En el
libro “Planeta indignado. Ocupando el futuro” (Sequitur, 2012) afirmáis que
cambiar el mundo no es una tarea fácil ni inmediata. Todo lo contrario, se
trata de una carrera de fondo, donde más que nunca se requiere de inteligencia
e imaginación estratégica. ¿En qué se concreta esta imaginación indignada?
Nosotros
hablamos de esta imaginación porque a menudo el sistema nos ha planteado que no
es posible cambiar las cosas. Nos dicen que el sistema no funciona, pero que no
hay alternativas. Y ésta es la gran victoria del capitalismo: la apatía, la
resignación, el miedo… El triunfo del capitalismo es que nos quedemos en casa.
Y, justamente, la emergencia del 15M significó todo lo contrario. La gente
salió masivamente a la calle y ocupó el espacio público, las plazas. Y vimos
que si nos indignamos, organizamos, luchamos y desobedecemos, podemos cambiar
las cosas, que somos muchos. Y que hay alternativas al sistema económico
actual, y que si no se aplican es porque quienes mandan no les interesa
hacerlo, ya que tienen vínculos estrechos con las elites económicas y
financieras, y ambos salen beneficiados de esta situación. De hecho, la crisis
es la excusa perfecta para aplicar una serie de medidas de ajuste largamente
planificadas.
P.: Hoy en
día, ¿qué significa ser anticapitalista?
Cada vez hay
más gente que puede sentirse anticapitalista, se defina como tal o no. Porque,
actualmente, lo que está claro, a los ojos de un número cada vez mayor de
personas, es que este sistema no funciona. La crisis ha desenmascarado al
capitalismo y ha puesto en evidencia la usura, la avaricia y la competencia que
fomenta y cómo es un sistema que antepone intereses particulares de unas
minorías a las necesidades básicas de la gente. El capitalismo convierte
derechos fundamentales en mercancías.
P.: ¿Por
ejemplo?
R.: Lo vemos
con el acceso a la vivienda, el derecho a una educación y a una sanidad pública
y de calidad, el derecho a alimentarnos de forma sana y saludable. Un ejemplo:
cada día en el Estado español se ejecutan 532 desahucios, mientras hay 3
millones de viviendas vacías. La ley hipotecaria está al servicio de los bancos
y las políticas responden a los intereses de una minoría financiera. Ser
anticapitalista es estar en contra de este sistema y defender otro al servicio
de la gente y del planeta. Cada vez parece más lógico ser anticapitalista y
antisistema que ser procapitalista o prosistema.
P.: ¿Qué
opinión te merece la lucha de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH)?
Es
importante conseguir victorias concretas, luchar y no desfallecer, y aquí el
trabajo de la PAH es ejemplar. La PAH ha conseguido victorias que han dado aire
al movimiento: se han parado desahucios, el PP tuvo que aceptar a trámite la
ILP -aunque después la haya enterrado, y la “batalla” de la PAH aún no ha
terminado. La PAH significa esperanza para quienes viven el drama de los
desahucios y es una fuente de inspiración para todos aquellos que luchan.
P.: ¿Cómo
contemplas el posible “salto en política” de algunos movimientos sociales o
plataformas cívicas?
R.: Creo que
los movimientos siempre deben ser independientes en relación a las
organizaciones políticas. Pero, también, hay que señalar los límites de la
movilización per se. Desde mi punto de vista, más allá de luchar en la calle y
desobedecer, que es imprescindible para cambiar las cosas, también es
fundamental plantear alternativas políticas, antagónicas a las actuales, que
defiendan otra práctica política, leales a la gente que lucha y con un programa
de ruptura con el sistema.Sino desde los movimientos sociales nos podemos
limitar a ser un lobby de aquellos que mandan.
P.:¿Algunos
ejemplos?
R.: Ya pasó
en Argentina, en el año 2002, la gente salió, entonces, a la calle gritando
“que se vayan todos”. Y así fue. Se fueron todos, pero volvieron los mismos de
siempre con la familia Kirchner al completo. Ahora lo hemos visto, otra vez, en
Islandia: una gran movilización social, llegan las elecciones y gana la Alianza
Socialdemócrata y el Movimiento de Izquierda-Verde, se elabora una nueva
constitución desde abajo, y dichos partidos acaban liquidando la iniciativa.
Siguientes elecciones, la derecha que llevó el país a la bancarrota gana la
contienda electoral. Creo que todos estos casos nos tienen que hacer
reflexionar sobre la necesidad de construir una alternativa política des de la
base.
P.:¿De qué
modo los nuevos movimientos sociales usan Internet para difundir su ideario y
movilizar a la ciudadanía?
R.: Hoy no
se puede entender la protesta sin el papel de las redes sociales. Son canales
de información alternativos a los medios de comunicación convencionales.
Instrumentos que han permitido a los activistas explicar lo que sucedía en
primera persona, convirtiéndose en lo que se denomina citizen journalists.
Significan un paso adelante para democratizar la comunicación, hacerla
accesible a todos. Pero, lo que es imprescindible es vincular el uso de estos
instrumentos y redes a los movimientos que luchan en la calle. Y, deben servir,
en consecuencia, para amplificar estas luchas.
P.:¿Las
demandas y estrategias del movimiento contra el endeudamiento del Sur pueden
aplicarse en Europa?
R.: Si hace
más de diez años nos solidarizábamos con la lucha contra la deuda externa de
los países del Sur (en el año 2000, se organizó aquí una consulta popular que
recogió más de 1 millón de votos y que reivindicaba que los países del sur no
tenían por qué pagar una deuda que era ilegal, ilegítima y usurera), ahora, una
década más tarde, vemos cómo la problemática de la deuda ha llegado a Europa. Y
nos movilizamos para no pagar la deuda injusta e ilegal que nos reclama e
impone la banca y los mercados. En consecuencia, tenemos que aprender mucho de
las luchas en Latinoamérica (también en Asia y África) contra el endeudamiento.
En Ecuador, el gobierno de Correa, con el apoyo de movimientos sociales,
realizó una auditoria para saber qué parte de la deuda que le reclamaban las
instituciones internacionales era legítima o no. Y se comprobó que una parte de
esta deuda no era legítima, sino que sólo había beneficiado a unes élites políticas
y económicas, y el gobierno decidió no pagarla. Hay que desmontar el mito de
que la deuda se paga o se paga. Esto no es así. ¿Por qué tenemos que pagar una
deuda que no es nuestra?
*Entrevista
realizada por Sílvia Cabezas d’Alcalà en PiensaEsGratis .com, 08/05/2013.
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