Artículos de
Opinión | Esther Vivas | 24-05-2013 |
Los
desahucios han sumado una nueva víctima a su expediente criminal. Un hombre de
mediana edad que iba a ser desahuciado de su domicilio en Murcia se quitó la
vida la semana pasada justo después de la llegada de la comisión judicial que
acudía a desalojarlo. Un asesinato más en la larga lista de los crímenes
cometidos por la banca, con el visto bueno del Gobierno.
No ha sido
el primero ni, desgraciadamente, será el último. "Una mujer se suicida en
Málaga tras recibir la orden de desahucio. La víctima, que se ha arrojado por
el balcón, estaba en paro y vivía con su madre de 92 años" (La Vanguardia,
14/12/2012). "Se suicida en Córdoba un activista de Stop Desahucios por la
deuda. Se ha arrojado desde un cuarto piso" (Público, 08/02/2013).
"Un matrimonio de jubilados se suicida cuando iban a desahuciarlos en
Mallorca. La pareja explica en una nota que tomaron la decisión acuciados por
la pérdida de su casa" (El País, 13/02/2013). Ésta es la violencia que
quienes mandan quieren silenciar.
Desde que
empezó el año, al menos son ya diez los casos de personas que se han quitado la
vida al no poder hacer frente al pago de su vivienda, según recoge la
enciclopedia libre 15Mpedia del proyecto 15Mcc. Los desahucios provocan graves
consecuencias psicológicas: rabia, pánico, vergüenza, culpabilidad, tristeza,
ansiedad, impotencia, desánimo y abatimiento, entre otras. Así se desprende de
la investigación sobre desahucios llevada a cabo por la Universidad Ramon
Llull, donde todos los entrevistados presentaron cuadros de trastorno por
estrés postraumático.
El sistema
falla, indica el estudio, con una posición abusiva de la banca, un entorno
empresarial hostil (por decirlo suave) y con una administración pública
ineficaz y, yo añadiría, vendida y subalterna al capital. Y concluye: "La
situación de indefensión (...), a varios niveles, ha estado provocando un gran
drama a los afectados". Quienes, como señala el trabajo, no encuentran
ningún tipo de apoyo ni ayuda para salir de su situación a no ser por
organizaciones sociales como la Plataforma de Afectados por la Hipoteca,
Cáritas u otras, que les dan información, consejo jurídico, apoyo económico y
ayuda alimentaria.
La crisis,
el paro, la pobreza... no hacen sino agravar esta situación. El XVI Congreso
Nacional de Psiquiatría, celebrado en Bilbao en 2012, subrayaba que el
principal factor desencadenante de los suicidios, en un 32%, son los problemas
económicos. Y los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) así lo
corroboran: 3.180 personas se suicidaron en 2011, un 0,7% más que el año
anterior. El suicidio es la primera causa de muerte no natural en el Estado
español.
Y, ¿quién
aprieta el gatillo, coloca la soga o empuja al precipicio? Unas elites
económicas que, con el apoyo de la mayor parte la clase política, para salvar
sus privilegios nos pasan la factura de la crisis a la mayoría de la población.
La inmunidad de los crímenes financieros y económicos es total. La banca se
enriquece a costa de dejar a personas sin casa e hipotecadas de por vida. Por
no hablar de la especulación financiera con las materias primas alimentarias,
llevada a cabo por bancos y fondos de pensiones que juegan en los mercados de
futuro con la comida, aumentando su precio, y convirtiéndola en inaccesible
para amplias capas de la población, especialmente en los países de Sur.
Empresas, con millones de beneficios, que despiden a trabajadores, con la
excusa de la crisis, afirmando que no son rentables. Mientras, gobiernos e instituciones
internacionales extienden la alfombra roja a los criminales para que sigan
haciendo negocio con nuestras vidas.
Los
asesinatos no sólo se cometen con una arma entre las manos sino que son,
también, resultado de políticas que, en nombre de la tan venerada
"austeridad", generan pobreza, paro, hambre, desahucios, exclusión.
Tras los ajustes, el pago de la deuda, los recortes... se esconde un sistema
extremadamente violento, a pesar de que quienes gobiernan nos quieran hacer
creer todo lo contrario. Un sistema que multiplica el número de pobres a la vez
que aumenta la cifra de millonarios, que genera hambre en un mundo de la
abundancia de comida, que echa a gente de sus casas mientras permite que haya
miles de viviendas vacías, que deja en el desamparo a los estafados por las
preferentes y reparte ayudas a la banca. La doble moral de un sistema que se
presenta como el más justo, cuando, en realidad, es el principal garante de la
injusticia y la desigualdad.
La crisis,
pero, ha hecho abrir los ojos a muchas personas que frente a situaciones de
desamparo, necesidad y pobreza han visto que los únicos que les ayudaban no
eran ni bancos, ni partidos mayoritarios, ni instituciones públicas... sino la
gente que lucha. Vecinas y vecinos que paran desahucios, activistas que entran
en un supermercado y cogen, sin pagar, comida de primera necesidad para dársela
a quienes pasan hambre, estafados que ocupan bancos para que se les devuelvan
los ahorros de toda una vida o sindicalistas alternativos que no claudican ni
se venden y que organizan huelgas de hambre para que readmitan a compañeros
despedidos de manera improcedente.
Frente a los
asesinatos de la banca, hay quienes apuestan por la vida. Y la Plataforma de
Afectados por la Hipoteca, así como todos aquellos que luchan, son el mejor
ejemplo y la mayor esperanza.
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