Más de mil personas han firmado ya el “Manifiesto por la recuperación de la
soberanía económica, monetaria y ciudadana” -elaborado por unos cuantos
economistas en completo desacuerdo con las políticas de austeridad que por
imperativo alemán se están aplicando en algunos países de la Unión Europea, y
críticos desde el primer momento con la implantación de la moneda única.
España |
Tercera Información | 24-05-2013 |
Más de mil
personas han firmado ya el “Manifiesto por la recuperación de la soberanía
económica, monetaria y ciudadana” -elaborado por unos cuantos economistas en
completo desacuerdo con las políticas de austeridad que por imperativo alemán
se están aplicando en algunos países de la Unión Europea, y críticos desde el
primer momento con la implantación de la moneda única- en el que se
plantea que “hoy la sociedad española, que ya ha entrado en una agonía
prolongada y sin esperanza, no dispone de otra elección que salir del euro para
impedir el hundimiento definitivo del país”. Y lo hace basándose en un razonado
análisis y una pormenorizada serie de consideraciones de gran calado, entre
ellas que “el Estado del Bienestar no es compatible con el Tratado de
Maastricht”
Entre
los primeros firmantes del Manifiesto se encuentran los dirigentes
políticos del Frente Cívico Somos Mayoría Julio Anguita, Manuel
Monereo, Ramón Franquesa, Víctor Ríos y María Dolores Nieto; los
economistas Pedro Montes, Juan Francisco Martin Seco, Alberto Montaner,
Manuel Muela, Rosario Segura y Antonio Gallifa; el inspector de Trabajo Héctor
Illueca, el médico y ex alcalde de Carmona Sebastián Martín Recio, el
expresidente de ATTAC e impulsor de Construyendo la Izquierda/La Alternativa
Socialista Carlos Martínez, los profesores de Universidad Salvador
López Arnal y Miguel Candel, el diputado en la Asamblea de Extremadura por
IU Víctor Casco, el presidente del colectivo Prometeo, de Córdoba, Juan
García Ballesteros, los activistas sociales Diosdado Toledano y Manuel Cañada,
el sindicalista y profesor Agustín Moreno y los periodistas Ginés
Fernández, Miguel Riera, Mercedes Arancibia y Rodrigo Vázquez de Prada,
directores los dos primeros de “Mundo Obrero” y “El Viejo Topo”,
respectivamente, y Codirectores los dos últimos de “CRónica Popular”.
El
Manifiesto parte de que “la dramática situación social y económica en la que
está hundida nuestra sociedad exige una política capaz de crear las condiciones
para salir de la crisis”, lo que considera “una necesidad urgente”, porque “el
tiempo se ha convertido en un dato primordial por los riesgos de agravamiento y
degradación que existen, por el enorme sufrimiento social que provoca la
persistencia de las políticas de ajuste, austeridad y privatización de lo
público”, y afirma tajante que “hay que atribuir a la incorporación de nuestro
país a la moneda única la principal razón de esta desoladora situación” En esta
línea, recuerda críticamente que “como ahora se reconoce, no había condiciones
para implantar una moneda única entre países tan desiguales económicamente sin
ir acompañada de una fiscalidad común” y subraya que “como se calibró en su
momento, el Estado del bienestar no es compatible con la Europa de Maastricht”.
Más
adelante, señala que “con la incorporación al euro, nuestro país perdió un
instrumento esencial para competir y mantener un equilibrio razonable de los
intercambios económicos con el exterior, como era el control y manejo del tipo
de cambio con respecto al resto de las monedas” y que “hubo una cesión de la
soberanía al BCE en cuanto a la creación de liquidez y aplicación de la
política monetaria, una institución dominada desde los orígenes por los
intereses del capitalismo alemán”.
El
Manifiesto dirige una crítica dura y rotunda a las políticas aplicadas por el
Gobierno del PP, poniendo de relieve que “la pérdida de competitividad de la
economía española ha servido de excusa para aplicar a rajatabla las recetas
neoliberales y se ha tratado de compensar con el llamado “ajuste interno”, un
proceso dirigido a disminuir los salarios y facilitar los despidos para
abaratar los precios de las mercancías y servicios españoles, desde el momento en
que la vía natural e histórica de la devaluación de la moneda está cegada por
el euro” y que “la mal denominada austeridad se ha impuesto brutalmente
en la política fiscal, como exigencia de los poderes económicos, haciéndose de
la lucha contra el déficit publico el talismán engañoso de la solución a la
crisis”.
Pero, a la
vez, no solo critica a “la Troika” y al PP. También al PSOE, como
“copartícipe activo en el actual diseño económico y social”, que “finge ahora
un desacuerdo con el PP y critica su política suicida, pero sigue amarrado al
criterio de que el euro es irreversible”, y a las “direcciones de los
sindicatos mayoritarios”, dado que “una vez contrastado el error de cálculo
cometido con el sí crítico a Maastricht, denuncian ahora el actual estado de
cosas, pero no están en condiciones de proponer medidas anticrisis realmente
efectivas ya que no cuestionan con coherencia la Europa construida”.
Ante
esta situación, los firmantes del Manifiesto afirman su convicción de que “la
Europa de Maastricht no podrá sobrevivir con su actual configuración, tras los
desastres y sufrimientos que ha causado, además de vaciar de contenido la
democracia y sustraer la soberanía popular” y sentencian “que nuestro país no
puede salir de la crisis en el marco del euro. Sin moneda propia y sin
autonomía monetaria – afirma- es imposible hacer frente al drama social y
económico, tanto más cuanto que la política fiscal también ha quedado anulada
con el Pacto de Estabilidad, alevosamente constitucionalizado”.
El
Manifiesto por la salida del euro enlaza con la posición mantenida en los
últimos meses por destacadas personalidades de peso internacional. Entre otras,
por el ex ministro de Finanzas de Alemania y dirigente de Die Linke, Oskar
Lafontaine, que propugna una “disolución ordenada del euro” como “única vía
posible de solución para la afrontar la salida de la depresión”, o el
economista francés Jacques Sapir que viene propugnando la salida de Francia de
la zona euro desde hace ya varios años.
En el
diario alemán Neues Deutschland: http://www.neues-deutschland.de/art...), Oskar Lafontaine, uno de los
fundadortes del partido de la izquierda alemana Die Linke, ha escrito
recientemente:“La situación económica está empeorando de mes a mes, y el
desempleo ha alcanzado un nivel que mete en crisis creciente las instituciones
democráticas. Los alemanes aún no se han dado cuenta de que los europeos del
sur, entre ellos Francia, tarde o temprano se verán obligados por el
empobrecimiento económico a enfrentarse a la hegemonía alemana (el país ya ha
rebasado la emblemática cifra de tres millones de parados, y algunos políticos
de la izquierda, como Jean-Luc Melenchon, cabecera del Front de Gauche que
quedó en segundo lugar en la última elección presidencial, predican
abiertamente el abandono de la moneda única. Nota de la traducción).Estos
países se encuentran particularmente bajo presión por el dumping salarial que
practica Alemania en violación de los tratados europeos desde el comienzo de la
unión monetaria. Merkel se despertara de su sueño de los justos cuando los
países que sufren el dumping salarial alemán se pondrán de acuerdo para imponer
un cambio en la política de gestión de crisis a expensas de las exportaciones
alemanas. ”
“Si los
ajustes reales al alza o a la baja, no son posibles, se hace necesario
abandonar la moneda única y volver a un sistema que haga posible las
devaluaciones y revaluaciones, como fue el caso del predecesor de la moneda
única, el Sistema Monetario Europeo (EMS). Básicamente se trata de hacer de
nuevo posible devaluaciones y revaluaciones a través de un sistema de tipo de
cambio controlado por la UE. A tal fin, un control estricto de capitales es el
inevitable primer paso, para controlar el flujo de capital. Después de todo,
Europa ya ha aplicado esta medida en Chipre “.
En
palabras del prestigioso economista francés Jacques Sapir (http://www.marianne.net/russe-europ...), “las declaraciones de Oskar
Lafontaine, el 30 de abril pasado, son un hecho histórico. Es la primera vez
que un ex actor de primer nivel de la creación del euro admite que ha sido un
error. Estas declaraciones marcan un cambio en la posición de la elite europea
de la que Oskar Lafontaine forma parte. Preanuncia que, a partir de ahora,
otras declaraciones del mismo tipo se multiplicarán en los próximos meses. La proliferación
de partidos y políticos en Europa con posiciones de “fin del euro”, ahora es un
hecho importante. Es claro, desde este punto de vista, que como el movimiento
se intensificará en los próximos meses, los primeros en dar el gran paso
ganaran algo de credibilidad ante la opinión pública y sus electores”.
En
toda Europa se alza ya un clamor contra una “élite europea, (que) en su
arrogancia, encerró el continente en un sistema monetario que recreaba la
rigidez del patrón oro y que -como el patrón oro en los años treinta- se ha
convertido en una trampa mortal”. (Paul Krugman: http://elpais.com/diario/2011/10/25...)
En
este marco, los firmantes del Manifiesto español sitúan como prioritario
generar en nuestro país un debate basado en información económica rigurosa que
desmonte las falacias y el terrorismo que se está haciendo con este tema. En
muchos países de la eurozona (que, además, ya han preparado planes B para la salida
del euro) se está haciendo desde hace tiempo: el citado Sapir en Francia (http://russeurope.hypotheses.org/23), Alberto Bagnai en Italia (http://goofynomics.blogspot.it/), Hans Werner Sinn en Alemania (http://www.vocidallagermania.blogsp...) y otros muchos exponentes de
posiciones académicas como Paolo Savona, Claudio Borghi, Gilles Ardinat,
Krugman y Feldstein, que ya en 1997 avisaba del desastre. http://www.nber.org/papers/w6150.pdf). Manifiesto
Por la
recuperación de la soberanía económica, monetaria y ciudadana.
La dramática
situación social y económica en la que está hundida nuestra sociedad exige una
política capaz de crear las condiciones para salir de la crisis. Es una
necesidad urgente. El tiempo se ha convertido en un dato primordial por los
riesgos de agravamiento y degradación que existen, por el enorme sufrimiento
social que provoca la persistencia de las políticas de ajuste, austeridad y
privatización de lo público.
La red en la
que estamos atrapados está conformada por un nivel de paro catastrófico, por un
endeudamiento del país frente al exterior imposible de afrontar y por una
evolución de las cuentas públicas que conducen a la quiebra económica del
Estado. Más de 6 millones de parados, más de 2,3 billones de euros de pasivos brutos
frente al exterior, y una deuda pública de casi un billón de euros, creciente y
próxima al 100% del PIB, son datos que definen un desastre inmanejable, ponen
en peligro la convivencia y derruyen derechos sociales fundamentales.
Una crisis
de esta envergadura tiene causas complejas y múltiples, desde la crisis general
del capitalismo financiero hasta el despilfarro y la corrupción propios,
pasando por un sistema fiscal tan regresivo como injustamente aplicado, pero
aun a riesgo de simplificar el análisis para desentrañar las soluciones, hay
que atribuir a la incorporación de nuestro país a la moneda única la principal
razón de esta desoladora situación.
Como ahora
se reconoce, no había condiciones para implantar una moneda única entre países
tan desiguales económicamente sin ir acompañada de una fiscalidad común. Su
creación implicaba, por otra parte, un marco propicio para implantar políticas
regresivas y antisociales de todo tipo según la doctrina neoliberal, que ha
tenido en la construcción de la Europa de Maastricht su máxima expresión. Como
se calibró en su momento, el Estado del bienestar no es compatible con la
Europa de Maastricht.
Con la
incorporación al euro, nuestro país perdió un instrumento esencial para
competir y mantener un equilibrio razonable de los intercambios económicos con
el exterior, como era el control y manejo del tipo de cambio con respecto al
resto de las monedas. Por otra parte, hubo una cesión de la soberanía al BCE en
cuanto a la creación de liquidez y aplicación de la política monetaria, una
institución dominada desde los orígenes por los intereses del capitalismo
alemán.
Como no
podía ser de otro modo, el retraso y la debilidad de la economía española
frente a otros países y la rigidez absoluta impuesta por el euro llevaron a lo
largo de la década del 2000 a un déficit de la balanza de pagos por cuenta
corriente abrumador. Se registraron unos desequilibrios insostenibles, como
también les ocurrió a otros países como Grecia y Portugal, apresados en la
misma trampa. En los 14 años transcurridos desde la creación del euro en 1999
hasta el final del 2012, el déficit exterior acumulado fue de casi 700 mil
millones de euros, que hubo de financiarse endeudándose con el exterior. Las
entidades crediticias y las empresas españolas demandaron más de otro billón de
euros de recursos para sus planes de inversiones en el exterior, principalmente
en América Latina. Hasta el año 2008, en que se desató la crisis financiera
internacional, por las facilidades extraordinarias de financiación, el país
vivió un sueño, como drogado, alimentando la burbuja inmobiliaria y ajeno a los
problemas que se habían gestado. En ese año, todo cambió radicalmente, los
mercados financieros se cerraron, por los canales no fluía la liquidez y la
situación de cada deudor pasó a examinarse con rigor. Con el cambio abrupto en
la posición deudora de nuestra economía frente al exterior, los pasivos brutos
pasaron de 540 mil millones al final de 1998 a 2,2 billones en 2008, el país
entró en quiebra y sobrevino una profunda recesión que a todos los efectos
sigue vigente.
El sector
público se resintió profundamente desde entonces, incurriendo en un déficit
desorbitado por la caída drástica de los ingresos, reforzada por el estallido
de la burbuja inmobiliaria. El Estado, sobre el que acaban descargando todas
las tensiones de las administraciones públicas, ha necesitado de centenares de
millones de euros, obtenidos con la emisión de deuda pública en los mercados
interior y exterior, ante la imposibilidad de la financiación directa por la
autoridad monetaria. Al final de 2007, la deuda en circulación del Estado era
de 307.000 millones de euros, el 37% del PIB. Al final de 2012 había subido a
688,000 millones, el 65% del PIB, y sigue aumentando como corresponde a la
evolución deficitaria de las cuentas públicas.
Desde que se
admitió la crisis, la política económica ha tenido unos rasgos básicos
inamovibles. La pérdida de competitividad de la economía española ha servido de
excusa para aplicar a rajatabla las recetas neoliberales y se ha tratado de
compensar con el llamado “ajuste interno”, un proceso dirigido a disminuir los
salarios y facilitar los despidos para abaratar los precios de las mercancías y
servicios españoles, desde el momento en que la vía natural e histórica de la
devaluación de la moneda está cegada por el euro. Ajustes, contrarreformas
laborales y recortes continuos jalonan la política de los últimos años. Por
otra parte, la mal denominada austeridad se ha impuesto brutalmente en la
política fiscal, como exigencia de los poderes económicos, haciéndose de la
lucha contra el déficit publico el talismán engañoso de la solución a la
crisis.
Esta
política ha producido un retroceso social muy doloroso, ha impulsado
inconteniblemente el crecimiento del paro y, lo que es fundamental, es inútil.
El país se desliza sin freno y se despeña hacia una fosa profunda. Los
determinantes de la crisis siguen intactos cuando no degradados. Los pasivos
exteriores no pueden disminuir sin que se registre un excedente de la balanza
de pagos, cosa prácticamente inalcanzable para una economía bastante derruida y
de escasa competitividad, y la pesada carga de deuda pública no dejará de
crecer hasta que se diluya el déficit público, algo que el propio gobierno no
alcanza a vislumbrar. La desconfianza es general. La sociedad en una
encrucijada.
¿Cómo
superar el desastre? La alternativa a la crisis que defiende la Troika y
abiertamente el PP pasa por profundizar en los ajustes, en la austeridad y en
la destrucción de lo público. La economía española, como ya le ha ocurrido a
Grecia o Portugal, cae por el precipicio y se desfondará en el abismo, con unas
consecuencias sociales dramáticas y riesgos políticos de todo signo.
El PSOE,
copartícipe activo en el actual diseño económico y social, finge ahora un
desacuerdo con el PP y critica su política suicida, pero sigue amarrado al
criterio de que el euro es irreversible.
Las
direcciones de los sindicatos mayoritarios, una vez contrastado el error de
cálculo cometido con el sí crítico a Maastricht, denuncian ahora el actual
estado de cosas, pero no están en condiciones de proponer medidas anticrisis
realmente efectivas ya que no cuestionan con coherencia la Europa construida.
Otras
fuerzas, organizaciones y autores de la izquierda critican la Europa actual y
proponen cambios bastante utópicos y proyectos sin fundamento, dado el carácter
irreformable de la Europa surgida, sobre todo después de la ampliación de la
zona euro al Este. A las carencias originales de la moneda única se añade el
peso que ha cobrado Alemania como país hegemónico y la realidad de una
descomposición de Europa, aprisionados algunos países en deudas impagables. La
imprescindible y urgente necesidad de romper con las ataduras de los Tratados
europeos no puede paralizarse ni ocultarse tras propuestas de proyectos de otra
naturaleza. Por deseable que sea otra Europa, es ahora inviable, requiere de
bases en que sustentarse bien distintas y de la soberanía perdida de cada
Estado.
El fracaso
del proyecto de construcción de Europa es inocultable, con independencia de que
no sea posible determinar cuándo y cómo se desbaratará la insostenible
situación existente.
A los
firmantes de este manifiesto nos parece claro que la Europa de Maastricht no
podrá sobrevivir con su actual configuración, tras los desastres y sufrimientos
que ha causado, además de vaciar de contenido la democracia y sustraer la
soberanía popular. También afirmamos que nuestro país no puede salir de la
crisis en el marco del euro. Sin moneda propia y sin autonomía monetaria es imposible
hacer frente al drama social y económico, tanto más cuanto que la política
fiscal también ha quedado anulada con el Pacto de Estabilidad, alevosamente
constitucionalizado.
Es precisa
una moneda propia para competir y una política monetaria soberana para
suministrar liquidez al sistema y estimular una demanda razonable. Y esto como
primera condición ineludible, pero en modo alguno suficiente, para poder
desarrollar una política avanzada de control público de los sectores
estratégicos de la economía, entre ellos la nacionalización de la banca, de
reconstrucción del tejido industrial y agrícola, de defensa y potenciación de
los servicios públicos fundamentales con un poderoso y progresivo sistema
fiscal, de amortiguación de las desigualdades y distribución de la riqueza, del
reparto del trabajo para combatir el paro, de derogar las contrarreformas
laborales y de las pensiones, de respeto en serio al medio ambiente, etc., y de
abordar un proceso constituyente que permita recuperar y profundizar la democracia.
Por todo ello hay que despreocuparse transitoriamente del déficit público,
olvidarse de hacer propuestas imposibles al BCE y dejar de añorar a la Reserva
Federal o el Banco de Inglaterra cuando se puede disponer del Banco de España
como institución equivalente.
El montante
de la deuda externa es impagable. Su mayor parte es deuda del sector privado, y
corresponde a sus agentes resolver los problemas que se presenten, incluido el
sector financiero, muy comprometido. Por ello rechazamos toda operación de “rescate”
de nuestro país y por la misma razón consideramos como deuda completamente
ilegitima la contraída por el Estado para proporcionar fondos de salvamento a
las entidades crediticias que no hayan sido nacionalizadas.
Con respecto
a la deuda pública, el Estado debe realizar una profunda reestructuración de la
misma (quita, moratoria, conversión en moneda nacional) que alivie la presión
abrumadora que soportan las cuentas públicas. En otro caso, puede darse como
irremediable la quiebra del Sector público.
No se nos
escapan los problemas y complejidades de los pasos que proponemos, entre otros
limitar la libre circulación de capitales. Tampoco nuestro análisis nos impide
colaborar en acciones, propuestas y movilizaciones con aquella parte de la
ciudadanía y sus organizaciones que, bajo el efecto del bombardeo mediático al
que somos sometidos o por otros motivos, aún no comparte nuestra opción ante la
encrucijada en que estamos y la necesidad de romper el nudo gordiano del euro.
Sin embargo, ante el desastre que nos envuelve y ante las causas profundas que
lo promueven y agudizan, no podemos mantenernos mudos ni evasivos. A nuestro
entender, hoy la sociedad española, que ya ha entrado en una agonía prolongada
y sin esperanza, no dispone de otra elección que salir del euro para impedir el
hundimiento definitivo del país.
No hay comentarios:
Publicar un comentario