Artículos de
Opinión | Nikos Loudos * | 24-05-2013 |
Cuando se
dio a conocer que el sindicato del profesorado de los institutos proponía una
huelga indefinida durante los exámenes finales (equivalentes a la
Selectividad), toda la clase trabajadora se ilusionó. Uno de los sectores más
combativos de nuestra clase empezaría una lucha que podría hacer tambalear al
Gobierno. El primer ministro Samarás declaró que prefería el derrocamiento del
Gobierno antes de ceder ante el profesorado. Muchas personas apoyaron a los
profesores y profesoras precisamente porque entendieron esto, y vieron en esta
lucha una posibilidad de derrocar al Gobierno.
El Gobierno
dio un paso adelante y amenazó con hacer uso de la ley del reclutamiento
forzoso. Esto, en lugar de sembrar el miedo, convirtió la lucha del personal
docente en una lucha central de toda la gente. El Gobierno justificaba la
apliacación de esta ley porque la huelga podría... dañar la salud mental del
alumnado. En un país donde los centros de análisis de sida no tienen dinero y
no funcionan en los últimos meses, donde niños y niñas se han desmayado en las
clases por hambre, donde los suicidios se han disparado, el Gobierno tiene la
osadía de hablar de salud mental.
El
reclutamiento forzoso aumentó la rabia de los profesores y profesoras. Después
de la plantilla del metro de Atenas y de la marina mercante, el profesorado de
secundaria era el tercer sector que sufría la amenaza de esta ley
antidemocrática; la diferencia era que por primera vez esta ley se aplicaba
antes del comienzo de una huelga, tan solo tras el anuncio de la propuesta de
huelga por parte del sindicato.
Antes de
continuar la descripción de los acontecimientos, es necesario explicar cómo se
llegó a esta propuesta del sindicato. El líder del sindicato, miembro de Nueva
Democracia (un partido de la derecha), no quería hacer nada, mucho menos una
huelga durante los exámenes. Sin embargo, docentes de Antarsya (izquierda
anticapitalista) habían empezado a organizar reuniones en los institutos,
informando a la gente de lo que preparaba el Gobierno y advirtiendo a las
plantillas que deberían ir preparándose para una gran huelga. Cuando el
Gobierno anunció las nuevas medidas en materia de Educación, quedó claro que
las demandas del profesorado anticapitalista eran acertadas.
Con dos
horas más de clase a la semana, el Gobierno quiere evitar la contratación de
10-15 mil docentes suplentes (una contratación que se hace cada septiembre).
Además, con este “pequeño” aumento de horario, miles de docentes pueden ser
proclamados supernumerarios y, en combinación con otras leyes de los últimos
años, pueden ser despedidos. Todo esto unido al hecho de que tendremos más
alumnado en cada clase, miles de docentes tendrán que desplazarse a institutos
lejos de su lugar de residencia, y mucha gente tendrá que viajar cada día entre
más de un instituto para rellenar los vacíos.
De esta forma,
el liderazgo del sindicato se vio obligado a proponer una huelga. La última
línea de defensa de la burocracia era su propuesta de votar por la huelga en
las urnas y no en asambleas. Otra vez, gracias a las acciones del profesorado
anticapitalista y con la movilización en los institutos, la burocracia se vio
forzada a retirarse y convocó asambleas.
La policía
comenzó a visitar las casas de profesoras y profesores y a entregar los papeles
que decían: “o trabaja obligatoriamente este viernes (17 mayo) o pierde su
trabajo”. El lunes (13 mayo) se organizó una gran manifestación en apoyo al
profesorado en Atenas, con la participación de todas las organizaciones de la
izquierda (Partido Comunista, Syriza y Antarsya). Al mismo tiempo, otros
sindicatos decidieron apoyar al profesorado. La más importante fue la decisión
del sindicato de maestros y maestras, que decidió hacer huelga el viernes
crucial y seguir con otras huelgas si el profesorado de secundaria lo
necesitaba. Las grandes confederaciones sindicales no tuvieron valor para
convocar huelga general el viernes (como había pedido el profesorado), sino que
convocaron unas horas de huelga el martes y el jueves.
Durante la
manifestación del lunes nos llegaron los primeros resultados de las asambleas
en varias ciudades del país: mayoría aplastante a favor de la huelga
indefinida. La participación en las asambleas no tenía precedentes. Al día
siguiente, el martes 14 mayo, la oleada de asambleas masivas se extendió. En
algunos sindicatos locales, el número de docentes que votó por la huelga fue
mayor que el que había participado en las elecciones del sindicato. En muchos
casos, el entusiasmo en las asambleas era tan grande que las profesoras y
profesores, después de votar por la huelga, organizaron manifestaciones
espontáneas en los barrios. Mucha gente llevaba en sus manos los papeles de la
policía en el momento de votar a favor de la huelga. Aproximadamente el 92% de
las plantillas votó por la huelga. Únicamente el Partido Comunista votó en
contra, alegando que era una forma de lucha excesiva.
Después de
todo esto, el miércoles hubo una asamblea de la presidencia de los sindicatos
locales. En la misma, la presidencia sólo tiene que transmitir la decisión de
sus asambleas. En situaciones normales, la decisión de ir a la huelga hubiera
sido ratificada con un 100% de los votos, pero el profesorado sufrió un golpe
sindical. Sindicalistas de Syriza tomaron la iniciativa de plantear una nueva
pregunta a la asamblea de la presidencia. “¿Hay condiciones para hacer huelga?”.
En coordinación con sindicalistas de Nueva Democracia y Pasok (partido hermano
del PSOE) votaron “No”, con lo que el liderazgo del sindicato afirmó: “La
mayoría de los profesores y profesoras quieren hacer una huelga, pero la
mayoría también cree que no se dan las condiciones. Por lo tanto, no convocamos
huelga”. Sólo sindicalistas de la izquierda anticapitalista votaron en favor de
la huelga y lucharon sin parar en la asamblea para superar las trampas de los
burócratas.
Pero el
sindicalismo de Syriza estaba decidido. Era obvio que la decisión provenía del
liderazgo del partido. Syriza, ante la posibilidad de caída del Gobierno, tuvo
miedo del “caos”, pensando que sería más fácil ganar las próximas elecciones si
continúa en el camino de la “normalidad”. La lógica que lleva a la izquierda a
conducir luchas a la derrota, creyendo que tras éstas habrá una victoria
política, es muy peligrosa. El Partido Comunista también manifestó su alegría
después de que se anulara la huelga, defendiendo que tenían razón al no apoyar
una huelga que no podrían ganar.
La
experiencia de esta lucha es muy importante. A nivel ideológico, supone un gran
desenmascaramiento de la política de Syriza y de sus sindicalistas. Ahora mucha
gente comprende por qué era tan importante lo que se defendía desde la
izquierda revolucionaria al afirmar que no era suficiente votar por la huelga,
sino que era necesario organizar las redes y las comisiones desde abajo para
llevar la huelga a la práctica.
No es sólo
un asunto ideológico. Muchas de las asambleas ya habían elegido comisiones
especiales para organizar la huelga, independientes del liderazgo del
sindicato. De hecho, ya se había organizado una asamblea general con personas
delegadas de estas comisiones. Sindicalistas de Antarsya en otros sectores ya
se habían organizado en sus lugares de trabajo para convocar huelgas de apoyo,
y habían participado en reuniones comunes entre activistas de la educación, de
la sanidad, estudiantes, padres y madres y otros sectores.
Esta red no
tenía el poder de continuar adelante con la huelga independientemente del
liderazgo sindical, pero en los días posteriores a la anulación de la misma,
tenía la capacidad de organizar nuevas asambleas de docentes y nuevas reuniones
para discutir sobre las conclusiones de la lucha. Ahora hay gente que pide una
huelga antes de la apertura de los institutos en septiembre. En junio los
sindicatos de docentes de primaria y secundaria celebran sus conferencias y se
prevé que la izquierda ganará la mayoría.
Ahora
sabemos que esto no es suficiente. Estamos orgullosos y orgullosas porque la
mayoría de docentes saben que Antarsya es la fuerza que ha apoyado la huelga
con toda su energía. Pero hay que construir con más fuerza y empeño desde abajo
una red de militantes en condiciones de defender y aplicar la dinámica de las
trabajadoras y trabajadores cuando la burocracia trate de impedirlo. Esto es
una lección para todo el mundo.
* Miembro
del Partido de Socialista de los Trabajadores y Trabajadoras de Grecia (SEK, en
sus siglas griegas) y de la coalición anticapitalista Antarsya.
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