El actual estado es
heredero directo de la dictadura franquista
Martes, 28 de enero de 2014
Por Andoni Baserrigorri / La Haine
Decía el otro día un compañero madrileño
que desde que gobierna el PP, las cotas de violencia alcanzadas por el estado
en la represión de las manifestaciones y movimientos sociales era desconocida
en los últimos años. Nada más lejos de la realidad.
El carácter y la esencia del estado español es la violencia.
El actual estado es de sobra conocido es heredero directo de la dictadura del
general Franco, que tampoco hace falta recordar, los niveles de
violencia que alcanza tanto para imponerse como para mantenerse.
La lectura del libro de Grimaldos sobre la llamada Transición deja bien a las claras, que el Estado no renunció a su esencia violenta para lograr que la base ideológica del franquismo ( unidad de la llamada por ellos nación española a toda costa y anticomunismo radical basado en el nacional-catolicismo integrista) se mantuviese intacta y no hubiese posibilidad alguna de lograr ni la autodeterminación de las naciones oprimidas por el estado, ni se tocase el poder económico de la gran burguesía.
El cambio de cara del régimen se logro en base a dos ejes. Por una parte el amansamiento de la izquierda revolucionaria, que entró por el aro y por otra parte la utilización sistemática de la violencia tanto en manifestaciones, como en la represión de aquellos movimientos y partidos que “no entraron por el aro”.
Asesinatos como el de los cinco abogados de Atocha, Yolanda González, los cinco obreros de Gasteiz y tantos y tantos asesinados por los guerrilleros de Cristo Rey y otros grupos para-policiales, así como de tantas personas que murieron a mano de las FOP en aquellos años y que como hemos comentado relata Grimaldos en su excelente libro, dan fe de la utilización de la violencia por parte del estado como herramienta política, así lo demuestran.
Sí que es cierto que durante una serie larga de años, que podríamos situar como inicio la primera legislatura del PSOE hasta hace dos años, el nivel de violencia del estado bajó considerablemente en las calles del estado español, si exceptuamos básicamente Hego Euskal Herria. Pero el estado español no había abandonado su vocación violenta.
Descendió la violencia del estado de la misma manera que la izquierda revolucionaria estatal prácticamente desapareció y como izquierda tan solo quedo un PSOE centrado en enriquecerse y hacer genuflexiones al imperialismo que le financio y aupó al poder y un PCE-IU que abandonó cualquier ensoñación revolucionaria y tan solo buscaba una parte del pastel, tratando de gobernar en alguna autonomía o ayuntamiento.
Lógicamente si no hay izquierda revolucionaria que reprimir, no hay porque sacar a flote medidas represivas ni excesiva violencia. Un cachete de vez en cuando a algún izquierdista que se salía del renglón y punto.
Pero ahí seguía la violencia estatal como herramienta de acción para imponer sus criterios. No gobernaba el PP, gobernaba el PSOE, pero apareció el GAL.
No gobernaba el PP, gobernaba el PSOE y todos los informes anuales hablaban de la presencia sistemática de la tortura contra la mayoría de las personas detenidas en Euskal Herria.
No gobernaba el PP, pero con el PSOE seguía habiendo apaleamientos constantes en las manifestaciones de la izquierda independentista vasca. Con el PSOE y el PNV de acuerdo apareció la dispersión de los y las presas políticas.
Gobernando el PSOE y no el PP la respuesta a los movimientos obreros dados por la reconversión industrial fue tremenda, en Euskal Herria, pero también en Ferrol, Cádiz, y muchos lugares más. La reconversión industrial la impuso el estado mediante la violencia y la llevó a cabo el PSOE.
El estado español de la mano del PSOE se incorporó a la OTAN, organización terrorista donde las haya y se involucró en la primera guerra de rapiña imperialistas tras la caida del campo socialista, en Irak. La contestación a las protestas siempre fue violenta.
Euskal Herria, como ya hemos comentado en alguna ocasión fue un laboratorio represivo, donde el estado empleó la violencia hasta limites extraordinarios, ante el silencio cómplice de buena parte de la izquierda estatal, y el sindicalismo. Nunca ni CCOO, ni IU ni el PCE, estando Anguita u otros dijo esta boca es mía ante esta violencia desplegada por el estado español para acabar con las ansias de liberación vascas.
Lo que ocurre de dos años para acá no es novedoso entonces. No tiene razón mi estimado amigo y compañero. La violencia ha estado presente siempre en el actuar de un estado, el español, que nació de la violencia, creció en la violencia y no tiene ninguna vocación de dejar de practicarla.
Y no es el PP, quien ha empezado con estas dinámicas, el actual PP, al menos. El PSOE la utilizó siempre que la necesito, así como la UCD. No es el PP violento, es el estado español el violento, el PP es un mero gestor de esa violencia como lo haría el PSOE o cualquier otro partido que acceda al gobierno para gobernar y no trasformar.
Lo que le espera al conjunto de los pueblos y clase obrera que tenemos la desdicha de estar dentro de la piel de toro, “por narices” es más violencia o resignación. Pensar que santa Teresa va a arreglar esto o pegar un puñetazo en la mesa como han hecho los vecinos de Burgos.
En este escenario de crisis sistémica, brutal, de identidad y falta de valores y también económica el estado español se esta rearmando porque sabe que la paciencia no es infinita y la gente va a salir a la calle, más aún de lo que ha salido hasta ahora. Hace un año en Valencia las escenas de violencia policial ponían los pelos como escarpias, después en Barcelona, Madrid, contra todos los sectores que se atreven a salir a la calle, contra los mineros, maestros o bomberos si hace falta.
Los años de laboratorio vasco han terminado. Lo que va a hacer el estado es llevar sus conocimientos represivos al conjunto del estado español y de la misma manera que durante 20 años aquí se ha seguido viendo claramente la violencia del estado ahora lo van a ver en el resto del estado en toda su crudeza. Ya ha anunciado Rajoy que no va a permitir ni el referéndum ni la independencia de Catalunya. Solo le ha faltado decir que lo hará mediante la coacción y la violencia si la necesita. Imperio de la ley le llaman a este tinglado.
La soberanía de los pueblos no lo van a permitir porque este estado es hijo directo del franquismo y no viene eso en sus genes. Tampoco van a permitir que los pueblos puedan llevar adelante sus aspiraciones sociales. Por la mismas razones. Un hijo del franquismo es franquista.
Va a ser más necesario que nunca que la izquierda revolucionaria del estado aprenda de las medidas represivas llevadas a cabo en Euskal Herria para poder afrontarlas. Va a ser más necesario que nunca el ejercicio del internacionalismo, para que los pueblos podamos ser libres. Y va a ser más necesario que nunca la clarificación ideológica y desenmascarar a las vedettes de la izquierda que en este escenario desde sus pulpitos televisivos tratan de engañar a una población que no puede más. El diablo para engañar mienta las sagradas escrituras, en eso andan algunos “anticapitalistas”.
Y sobre todo va a ser mas necesario que nunca que todos y todas, naciones sojuzgadas, pueblos oprimidos y explotados tomemos conciencia de la esencia violenta del estado. Es en ese escenario donde se va a tener que jugar la partida en los próximos años, en un campo donde el rival va a emplear la violencia hasta niveles insospechados.
La lectura del libro de Grimaldos sobre la llamada Transición deja bien a las claras, que el Estado no renunció a su esencia violenta para lograr que la base ideológica del franquismo ( unidad de la llamada por ellos nación española a toda costa y anticomunismo radical basado en el nacional-catolicismo integrista) se mantuviese intacta y no hubiese posibilidad alguna de lograr ni la autodeterminación de las naciones oprimidas por el estado, ni se tocase el poder económico de la gran burguesía.
El cambio de cara del régimen se logro en base a dos ejes. Por una parte el amansamiento de la izquierda revolucionaria, que entró por el aro y por otra parte la utilización sistemática de la violencia tanto en manifestaciones, como en la represión de aquellos movimientos y partidos que “no entraron por el aro”.
Asesinatos como el de los cinco abogados de Atocha, Yolanda González, los cinco obreros de Gasteiz y tantos y tantos asesinados por los guerrilleros de Cristo Rey y otros grupos para-policiales, así como de tantas personas que murieron a mano de las FOP en aquellos años y que como hemos comentado relata Grimaldos en su excelente libro, dan fe de la utilización de la violencia por parte del estado como herramienta política, así lo demuestran.
Sí que es cierto que durante una serie larga de años, que podríamos situar como inicio la primera legislatura del PSOE hasta hace dos años, el nivel de violencia del estado bajó considerablemente en las calles del estado español, si exceptuamos básicamente Hego Euskal Herria. Pero el estado español no había abandonado su vocación violenta.
Descendió la violencia del estado de la misma manera que la izquierda revolucionaria estatal prácticamente desapareció y como izquierda tan solo quedo un PSOE centrado en enriquecerse y hacer genuflexiones al imperialismo que le financio y aupó al poder y un PCE-IU que abandonó cualquier ensoñación revolucionaria y tan solo buscaba una parte del pastel, tratando de gobernar en alguna autonomía o ayuntamiento.
Lógicamente si no hay izquierda revolucionaria que reprimir, no hay porque sacar a flote medidas represivas ni excesiva violencia. Un cachete de vez en cuando a algún izquierdista que se salía del renglón y punto.
Pero ahí seguía la violencia estatal como herramienta de acción para imponer sus criterios. No gobernaba el PP, gobernaba el PSOE, pero apareció el GAL.
No gobernaba el PP, gobernaba el PSOE y todos los informes anuales hablaban de la presencia sistemática de la tortura contra la mayoría de las personas detenidas en Euskal Herria.
No gobernaba el PP, pero con el PSOE seguía habiendo apaleamientos constantes en las manifestaciones de la izquierda independentista vasca. Con el PSOE y el PNV de acuerdo apareció la dispersión de los y las presas políticas.
Gobernando el PSOE y no el PP la respuesta a los movimientos obreros dados por la reconversión industrial fue tremenda, en Euskal Herria, pero también en Ferrol, Cádiz, y muchos lugares más. La reconversión industrial la impuso el estado mediante la violencia y la llevó a cabo el PSOE.
El estado español de la mano del PSOE se incorporó a la OTAN, organización terrorista donde las haya y se involucró en la primera guerra de rapiña imperialistas tras la caida del campo socialista, en Irak. La contestación a las protestas siempre fue violenta.
Euskal Herria, como ya hemos comentado en alguna ocasión fue un laboratorio represivo, donde el estado empleó la violencia hasta limites extraordinarios, ante el silencio cómplice de buena parte de la izquierda estatal, y el sindicalismo. Nunca ni CCOO, ni IU ni el PCE, estando Anguita u otros dijo esta boca es mía ante esta violencia desplegada por el estado español para acabar con las ansias de liberación vascas.
Lo que ocurre de dos años para acá no es novedoso entonces. No tiene razón mi estimado amigo y compañero. La violencia ha estado presente siempre en el actuar de un estado, el español, que nació de la violencia, creció en la violencia y no tiene ninguna vocación de dejar de practicarla.
Y no es el PP, quien ha empezado con estas dinámicas, el actual PP, al menos. El PSOE la utilizó siempre que la necesito, así como la UCD. No es el PP violento, es el estado español el violento, el PP es un mero gestor de esa violencia como lo haría el PSOE o cualquier otro partido que acceda al gobierno para gobernar y no trasformar.
Lo que le espera al conjunto de los pueblos y clase obrera que tenemos la desdicha de estar dentro de la piel de toro, “por narices” es más violencia o resignación. Pensar que santa Teresa va a arreglar esto o pegar un puñetazo en la mesa como han hecho los vecinos de Burgos.
En este escenario de crisis sistémica, brutal, de identidad y falta de valores y también económica el estado español se esta rearmando porque sabe que la paciencia no es infinita y la gente va a salir a la calle, más aún de lo que ha salido hasta ahora. Hace un año en Valencia las escenas de violencia policial ponían los pelos como escarpias, después en Barcelona, Madrid, contra todos los sectores que se atreven a salir a la calle, contra los mineros, maestros o bomberos si hace falta.
Los años de laboratorio vasco han terminado. Lo que va a hacer el estado es llevar sus conocimientos represivos al conjunto del estado español y de la misma manera que durante 20 años aquí se ha seguido viendo claramente la violencia del estado ahora lo van a ver en el resto del estado en toda su crudeza. Ya ha anunciado Rajoy que no va a permitir ni el referéndum ni la independencia de Catalunya. Solo le ha faltado decir que lo hará mediante la coacción y la violencia si la necesita. Imperio de la ley le llaman a este tinglado.
La soberanía de los pueblos no lo van a permitir porque este estado es hijo directo del franquismo y no viene eso en sus genes. Tampoco van a permitir que los pueblos puedan llevar adelante sus aspiraciones sociales. Por la mismas razones. Un hijo del franquismo es franquista.
Va a ser más necesario que nunca que la izquierda revolucionaria del estado aprenda de las medidas represivas llevadas a cabo en Euskal Herria para poder afrontarlas. Va a ser más necesario que nunca el ejercicio del internacionalismo, para que los pueblos podamos ser libres. Y va a ser más necesario que nunca la clarificación ideológica y desenmascarar a las vedettes de la izquierda que en este escenario desde sus pulpitos televisivos tratan de engañar a una población que no puede más. El diablo para engañar mienta las sagradas escrituras, en eso andan algunos “anticapitalistas”.
Y sobre todo va a ser mas necesario que nunca que todos y todas, naciones sojuzgadas, pueblos oprimidos y explotados tomemos conciencia de la esencia violenta del estado. Es en ese escenario donde se va a tener que jugar la partida en los próximos años, en un campo donde el rival va a emplear la violencia hasta niveles insospechados.
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