Para definir a grandes
rasgos qué compone la economía sumergida, basta con saber que la sustentan dos
grandes patas: el fraude fiscal y el laboral.
nuevatribuna.es | 26
Enero 2014 - 14:42 h.
La
mayoría de la gente tiene una idea bastante aproximada de qué es la economía
sumergida y qué implica. Todos sabemos que supone no pagar impuestos en algún
momento o realizar un trabajo sin cotizar por él a la Seguridad Social. Estos
son dos de los ejemplos más famosos, amén del famoso “con IVA o sin IVA” que
todos hemos vivido en alguna ocasión.
Pero,
para definir a grandes rasgos qué compone la economía sumergida, basta con
saber que la sustentan dos grandes patas: el fraude fiscal y el laboral.
El primero de ellos es el que engloba el impago de impuestos, desde el IVA
hasta el de la Renta, pasando por Sociedades. Es decir, el fraude fiscal se
puede canalizar a través del consumo, de las nóminas o de los beneficios
empresariales, por poner tres ejemplos muy claros. Por tanto, tiene múltiples
vías y, de hecho, supone cerca del 70% de la pérdida recaudatoria de la
Administración por la economía sumergida.
Por
otro lado está el fraude laboral. Como su nombre indica, está relacionado con
el mercado de trabajo y supone dejar de pagar las cotizaciones a la Seguridad
Social o, lo que es lo mismo, pagar toda o parte de la nómina del trabajador en
dinero negro para minimizar el coste empresarial. Representa en torno a un
tercio del fraude y ha ganado protagonismo con el espectacular aumento del
desempleo a raíz de la crisis económica. Sin ir más lejos, la semana pasada
conocimos los últimos datos de la EPA,
que revelaban un aumento de la temporalidad en los contratos y la friolera de
más de 1,8 millones de familias con todos sus miembros en paro. Sin duda, y
desgraciadamente, son infalibles aliados para la economía sumergida.
Contesta Carlos Cruzado
Presidente de los Técnicos del Ministerio de Hacienda (GESTHA
Fuente: www.nuevatribuna.es
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