30 de enero
de 2014
Juan
Tortosa
Nunca
le perdonó que llevara a primera página aquella insinuante foto enseñando
pantorrilla que ella se había dejado hacer para el suplemento. No tanto la
foto, para la que al fin y al cabo ella había posado, como la transgresión de
un pacto. Las fotos eran para el suplemento y no para la portada, pero él no
estuvo dispuesto a desaprovechar aquella excelente ocasión de vender
periódicos. Profesional del incumplimiento de palabra, traidor porque como el
escorpión cuando clavó su aguijón a la ranita en medio del río, es su carácter
y no sabe evitarlo, él tampoco pudo imaginar que, entre las miles de putadas
que llevaba perpetradas en su vida, la que le iba a buscar la ruina sería
aquella foto sexy de una portavoz parlamentaria de treinta y siete años.
Fue
en enero de 2009 y desde entonces ha llovido tela. “Ser mujer y joven es una
combinación explosiva”, decía ella en la entrevista que acompañaba a la foto. Y
tan explosiva. No lo sabía él bien. Tres años después, instalada ya en la
vicepresidencia del gobierno, empezó a tejer la madeja de un poder que ejerce
de manera tan discreta como implacable. Engañados, muy engañados están, los que
piensan que es Rajoy quien se encuentra detrás de la estrepitosa defenestración
del inefable Pedro José. Rajoy es lo que parece, un funcionario mediocre,
sumiso y dubitativo. Soraya no. Soraya es sinuosa, escurridiza, hábil para
escaparse de los incendios y tajante, rotunda en sus determinaciones.
¿Alguien
se ha preguntado a qué tanta prisa con la ley anti escraches, promovida poco
después de que ella fuera objeto de una protesta a las puertas de su confortable
casa en el madrileño barrio de la Fuente del Berro? ¿Por qué se dejaron sin
emitir muchas imágenes de esa protesta? ¿Alguien duda de la docilidad de Antena
3? ¿Por qué en Cuatro y en la Sexta cada vez se atan más los
machos? Mucha caña a Montoro, a Gallardón, a Guindos, a Báñez… Pero a Soraya
prácticamente ni la nombran, salvo por sus comparecencias los viernes tras el
Consejo de Ministros. Lleva dos años escapándose viva y ¡es la vicepresidenta
de este desastroso gobierno!
Los
programas de humor radiofónicos y televisivos celebran los tics de Mariano y se
recrean en ellos con ingeniosa crueldad. No dejan ni un ministro a salvo de sus
burlas, escarnios y ridiculizaciones… Excepto a Soraya. En la antología de
frases para enmarcar con las que los ministros marianos nos regalan los oídos
desde hace dos años apenas podemos encontrar alguna de Soraya destacada por los
medios.
Todos
quemándose vivos y ella tan fresca. Como una rosa. Parece como si no estuviera,
como “si estuviera de oyente”, que diría un ilustre antecesor suyo. Pero no. No
nos engañemos: Soraya Sáenz de Santamaría y Antón es la mano que mece la cuna.
En Televisión Española lo saben bien. Poquito a poquito ha ido haciendo de esa
casa un reflejo de su estilo de gobernar: poco ruido, que nada perturbe, nada
de estridencias, ni una piedra en el estanque: aguas calmosas, tranquilidad
para contrarrestar la excitación y el cabreo que producen las decisiones de un
gobierno cuyo recorte más escandaloso es el recorte que le están asestando a la
democracia misma.
Ese
es su estilo. Parece que se acerca con un suave cojín de plumas, pero hay un
martillo dentro. Soraya no acaricia, golpea. Tras sus buenos modales anida una
concepción autoritaria del poder que no admite ni medios libres, ni jueces
libres, ni nada que escape a su control en el ejecutivo o en el parlamento.
Ella es la que dosifica los palos y las zanahorias. Y la que reparte las
golosinas tras verificar a conciencia si te has portado bien. “El País”,
niño bueno donde los haya últimamente, ahí tiene su premio en forma de
préstamos renovados para que no acabe en el infierno. De “La Razón” y el
“ABC”, esos dos vergonzosos panfletos, no hace falta ni que hablemos. “La
Vanguardia” hace un mes que se ha deshecho de un director díscolo llamado
Antich que osaba funcionar, qué descaro, como portavoz de la Generalitat.
Y ahora Pedrojota. No nos engañemos. Rajoy no es capaz
de tumbar a ese mastodonte. Pero a su favor tenemos que decir que sí es capaz
de rodearse de alguien como Soraya para que lo haga. Más de quinientos millones
de pérdidas en 2012. Más de trescientos en 2011. ¿No te ha dado pena, Soraya,
mujer? ¿Por qué no le has echado una mano. Ya sabes: publicidad institucional,
unas llamaditas telefónicas a según qué banqueros… Si lo has hecho con Cebrián,
¿qué trabajo te costaba? Pues parece que le costaba. Porque lo que ni en sus
mejores sueños hubieran imaginado Felipe, Aznar, Barrionuevo, Mario Conde o
Baltasar Garzón lo ha ejecutado una mujer que gestiona con eficacia las
ventajas de pasar desapercibida y que nunca perdonó que unas fotos suyas
aparecieran, sin su permiso, en la portada de un periódico cuyo director ha
sabido este jueves en sus propias carnes cómo se las gasta “la mano que mece la
cuna”.
Fuente: www.publico.es
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