Por
el
comunista el enero 26, 2014 •
Julio Anguita (Fuengirola, 1941) denuncia la existencia
de un Estado mafioso, donde los votantes son cómplices de los gobernantes.
Julio Anguita habla sin tapujos. Siempre lo ha hecho,
cuando toreaba en el ruedo de la política y ahora, desde la barrera. Solemne en
sus palabras, derrocha lucidez, valentía y sobre todo indignación. Su discurso
es tan utópico como esperanzador, al igual que el movimiento ciudadano que promovió
en 2012 denominado Frente Cívico Somos Mayoría y que ahora ha pedido
personarse como acusación popular en la causa del caso Nóos. Vozpópuli
ha conversado con el exsecretario general del PCE y excoordinador general de
Izquierda Unida sobre el poder, las instituciones y la fuerza de la ciudadanía
para cambiar las cosas. Habla desde la experiencia y desde la fidelidad a sus
ideas, basadas en la importancia de la mayoría social.
El cordobés, maestro jubilado, matiza que la decisión de
pedir personarse en el caso que instruye el juez José Castro ha sido de la Mesa
Estatal del FCSM, presidida por Ginés Fernández, y a la cual él no pertenece.
Sin embargo, fue consultado y él se mostró muy de acuerdo. “Vemos con
inquietud la actitud del fiscal, de la Abogacía del Estado, de los medios de
comunicación… en lo que parece una operación de un Estado formado por
alcantarillas para defender intereses que no son muy correctos”. Por tanto,
“creen que deben hacerlo”. Pero el exlíder de IU no limita la
responsabilidad de la actual crisis sistémica a los gobernantes y la extiende a
sus cómplices: “La gente que vuelve a votar a ladrones es responsable de lo
que está pasando”. Lo malo -explica- es repetir el voto cuando ya se conoce al
‘ladrón’. Antes que eso, mejor votar en blanco, aconseja.
Anguita considera que lo de la infanta
Cristina -investigada junto a Iñaki Urdangarin por el presunto
desvío de fondos públicos- es un caso de claro trato de favor. Que ella no sepa
de dónde viene el dinero no se lo cree nadie, sostiene. No es una sospecha
aislada ni una cavilación retorcida del Califa, porque el ‘tufo’ que se
respira en la sociedad actual proviene de la putrefacción de esa máxima que
dice que todos somos iguales ante la ley. La percepción generalizada es todo lo
contrario. Por eso, el Frente Cívico Somos Mayoría denuncia en su escrito que
“el sistema procesal se haya visto distorsionado por lo que muchos ciudadanos
consideran una anómala actuación del Fiscal Anticorrupción y la Abogacía del
Estado” y a juicio de FCSM, hay motivos “para deducir que su actuación no se
corresponde con lo que les demandan las leyes en su aplicación al caso
concreto”.
Su firme rechazo a la corrupción, del que hizo gala
durante su período al frente de IU (1989-2000), sigue siendo uno de los puntales
de su alegato. Lo del caso Nóos es una de tantas que se viene a sumar a lo que
ocurrió con Emilio Botín y muchos otros, porque “hace tiempo que estamos
soportando el doble Estado, que es lo que se produce cuando el poder no puede
cumplir su propia legalidad, la que se dio a sí mismo y la que el país votó, y
entonces se recurre a la mafia”, comenta Julio Anguita. Como suele
decir, ”es el ejercicio mafioso del poder lo que está funcionando”.
Hace años, él mismo propuso que el Fiscal General del Estado fuese
nombrado por el Parlamento para evitar situaciones como las que vivimos, en las
que “los intereses tanto legales como espureos son los que imponen sus tesis”.
El exdirigente censura que los organismos públicos no intervengan cuando ven un
acto delictivo, como es su deber, y que incluso entorpezcan a la justicia.
Ahora, apartado de la política activa, su papel es más
pedagógico y no habla como político, sino como militante de base y ciudadano.
Es más, llegados al punto actual, su confianza en las formaciones políticas
parece haberse diluido casi por completo. A juicio de Anguita, el cambio que
necesita esta España ulcerada nunca surgirá de los partidos. ¿Ni siquiera de la
izquierda? Tampoco. ”El cambio debe ser ante todo un cambio democrático y
para ello debe apelar a las mayorías”. La llave que puede abrir la puerta de la
regeneración democrática está en manos de la mayoría silenciosa.
¿Y cuál es la solución? “España necesita una plataforma
única para enfrentarse al poder. Con solo diez puntos la ciudadanía se podría
unir ya, salir un poco de la modorra”. Anguita se refiere a los diez puntos
incluidos en el programa del FCSM, los cuales, siendo estudiados y analizados,
invitarían a la gente a actuar, propone Anguita. Pero, ¿es que la ciudadanía
está dormida, incluso anestesiada? El Califa cree que una parte está muy
despierta, “ellos son la sal de la tierra” -dice-, pero ese sector de la
sociedad a veces es visto con desdén por aquellos que creen que no hay nada que
hacer y no se mueven. “Estos otros son la piedra inerte que tiene España”.
Anguita, ‘muy 15-M’, lamenta que esta revolución ciudadana fuera muy poquita
cosa frente a la inmensa mayoría que ‘pasaba’.
Pese a que su apuesta pasa por la unión de todos en una
misma plataforma global, lo que la realidad política está ofreciendo es el
nacimiento de nuevos partidos alternativos al bibartidismo oxidado de PP y
PSOE. Un ejemplo es Podemos, que más que un partido -aún en construcción- es
definido como un movimiento por sus propios creadores, y que al igual que
Frente Cívico Somos Mayoría surge de la ola de indignación popular con la
intención de recuperar la voz de la mayoría. Cuenta Anguita que cuando Pablo
Iglesias, profesor universitario y presentador del programa La Tuerka, le
comentó su intención de poner en marcha Podemos le pareció “una idea
excelente”, aunque “yo soy militante de IU y a ella me debo”, puntualiza.
Se habla del posible riesgo de disgregar el voto de la
izquierda, ya de por sí fracturada. Anguita explica que cada grupo busca una
plataforma para las elecciones y aquí nos topamos con otro problema endémico.
Según él, hace tiempo que hay datos objetivos de que todo se estropea “cuando
aparece esa maldición llamada listas”. Cree que existe un mal de fondo, que no
es otro que el exceso de protagonismo, esa especie de afán de querer estar en
primera línea, además de la poca capacidad de renuncia. El error es “priorizar
los intereses individuales en detrimento del proyecto colectivo”.
Izquierda Unida logró con Julio Anguita los mejores
resultados electorales, pero su marcha significó también el ocaso de la
formación, que perdió representación en el parlamento hasta conseguir solo dos
solitarios escaños en 2008. Cayo Lara parece estar enmendando el desastre de
Francisco Frutos y Gaspar Llamazares, y goza además de la aprobación del
antiguo líder. Anguita dice de él que lo está haciendo “con bastante dignidad”
y si dice cosas muy duras es porque tiene que hacerlo por la situación que
atraviesa España. Destaca también la honradez de Lara, que no ha sufrido
contagio del poder. “Lo que pasa es que a veces la honestidad no está bien
valorada y gustan más los graciosos sinvergüenzas”.
¿Acaso IU no se corrompería si accediera al poder?
Probablemente, o casi con seguridad, sí. Sin embargo, Anguita dio ejemplo de
integridad política cuando renunció a la pensión máxima vitalicia de
exparlamentario -hecho que no trascendió hasta años más tarde- y pasó a recibir
la asignación correspondiente a la de maestro de escuela. Ironizando sobre
el ‘estado de indigencia’ de la Casa Real, bromeó en su día diciendo que no le
importaría pasar algo de su pensión de profesor para que “Su Majestad pueda
comer todos los días”. Aunque en la sombra, sigue siendo un referente y desde
hace un tiempo, también agitador de conciencias. Retirado sí, pasivo
nunca.
vozpópuli
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