La tumba nunca cerrada del general
Una película saca a la luz los puntos
oscuros del asesinato de Humberto Delgado, el crimen político más famoso de la
reciente historia de Portugal, ocurrido en un pueblo de Badajoz
Felipe Porra, 47 años después, en el
lugar donde encontró los cuerpos del general Humberto Delgado y su secretaria
Arajaryr Campos en Villanueva del Fresno. / Francisco Seco.
Felipe
Porra, de 62 años, agricultor de Villanueva del Fresno (Badajoz), señala con el
dedo un punto del paso seco del regato flanqueado por hileras de eucaliptos y
dice: “Por ahí íbamos mi amigo y yo. Él tenía 13 años y yo 15”. Era una mañana
calurosa de abril de 1965. Los dos adolescentes buscaban nidos entre las ramas
de los árboles. Felipe vio en el suelo una cabeza descompuesta, semienterrada,
desfigurada y desgarrada por mordiscos de perros, y le dijo a su amigo, sin
darle mucha importancia: “Mira, un burro muerto”. El amigo avanzaba unos pasos
por delante y vio en otro agujero otra confusión de huesos y carne ennegrecida
y putrefacta, y añadió, con la misma indiferencia, que había otro burro ahí.
Felipe se acercó, miró con algo más de atención y exclamó:
—Eso no es
un burro. Los burros no tienen muelas de oro.
El general Delgado llegó engañado
a Villanueva del Fresno. Exiliado en Argel, era el líder de la disidencia a
Salazar
Los dos
adolescentes acababan de descubrir los cadáveres del crimen político más famoso
de la reciente historia de Portugal: el de Humberto Delgado, general de aviación
y enemigo número uno de la dictadura portuguesa, y el de su secretaria y
amante, la moderna brasileña Arajaryr Campos, la propietaria de la muela de
oro. De paso, los dos chicos acababan de desbaratar la estrategia de la PIDE,
la siniestra policía secreta del régimen de António de Salazar, interesada en
que los cadáveres durmieran para siempre en ese rincón perdido de Badajoz
poblado de caminos de contrabandistas, a un paso de la frontera. Su
descubrimiento supuso la demostración universal de cómo actuaba Salazar y su
ejército silencioso de prebostes y también una pesadilla diplomática con España
para el régimen portugués. Ahora, una película recientemente estrenada en
Portugal, Operação Outono, dirigida por el cineasta Bruno de Almeida, ha vuelto
a poner el caso de actualidad y ha sacado a la luz algunos puntos oscuros del
proceso judicial que, tras la Revolución de los Claveles, se celebró contra los
agentes secretos implicados en el crimen. La película, basada en la monumental
biografía publicada hace dos años por el nieto de Delgado, Frederico Delgado
Rosa, Biografía do general sem medo, constituye una reconstrucción meticulosa y
milimétrica de la trampa dispuesta por la PIDE para acabar con el general,
llevada a cabo por una brigada terrorífica dirigida por un jefe cojo y
compuesta, entre otros, por un gigante gordo especializado en asesinar a palos
a la gente.
Delgado, que
tenía entonces 59 años y vivía exiliado en Argel, se había convertido —tras
haber sido un miembro destacado del régimen de Salazar— en la cabeza visible de
la disidencia y el más molesto opositor a la dictadura. A mediados de los
sesenta, a la policía secreta portuguesa se le presentó la oportunidad de
neutralizarlo. Por medio de un escurridizo y turbio personaje radicado en Roma,
Mário de Carvalho, que se había ganado la confianza de Delgado y que se vendió
a la PIDE por dinero, lograron atraerle hasta Badajoz con el señuelo de una
entrevista secreta con unos militares opuestos a Salazar. Él acudió con su
secretaria al lugar de la cita el día y la hora indicados, el 13 de febrero a
las tres de la tarde de 1965 en el andén de la estación de Badajoz. Un falso
teniente (en realidad el subinspector policial Ernesto Lopes Ramos) le volvió a
convencer para llevarlo, en coche, hasta un paraje apartado donde, en teoría,
se encontraría con los militares. Lopes Ramos, a fin de evitar testigos
engorrosos, trató de evitar en el último momento que la mujer les acompañase al
lugar donde les aguardaban los otros tres miembros del grupo, pero Delgado, que
seguía sin sospechar nada, insistió en que les acompañara.
Fuente: www.elpais.com
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