Demasiado poderosos para ir a la cárcel
Artículos de
Opinión | Juan Torres López | 24-12-2012 |
Cuando se
comprobó que el comportamiento irresponsable de las entidades bancarias más
grandes del mundo fue lo que provocó su quiebra y la crisis que ésta llevó
consigo, lo lógico hubiese sido dejar que se hundieran y salvar el sistema
financiero para que la economía productiva saliera adelante. Sin embargo, los
gobiernos hicieron suyos los intereses de los banqueros y los salvaron a ellos,
con la excusa de que esos bancos eran demasiado grandes para dejarlos caer.
Con el paso
del tiempo se ha podido comprobar que se trataba no solo de un principio fatal
para la recuperación económica (porque al salvar a los bancos responsables de
la crisis y no al sistema financiero la economía sigue sin disponer de los recursos
que necesita) sino también que estaba mal formulado.
Lo cierto no
es que los grandes bancos que han provocado la crisis sean demasiado grandes
para dejarlos caer sino que los banqueros son demasiado poderosos como para ir
a la cárcel.
No pasa una
semana sin que tengamos alguna noticia de crímenes financieros cometidos por
los bancos o de la impunidad con que siguen actuando sus responsables.
Hace unos
días se ha sabido que las mismas autoridades de Estados Unidos que descubrieron
que el banco HSBC había permitido que presuntos terroristas y traficantes de
drogas usaran sus cuentas para mover dinero han desistido de llegar al fondo
para condenarlo en firme.
De nuevo con
la excusa de que su condena podría poner en peligro todo el sistema financiero
la Justicia estadounidense se ha limitado a aceptar un acuerdo por el cual el
banco pagará una multa de 1.900 millones de dólares.
Es la misma
estrategia que ya se siguió en 2010 con Goldman Sachs o con otros bancos en
otras ocasiones, imponer multas que los medios de comunicación divulgan como si
fueran gigantescas pero que en realidad son migajas de sus beneficios para las
grandes entidades. La de HSBC equivale a los obtenidos en menos de mes y medio
de 2011 (obtuvo 16.800 millones de dólares de beneficio en todo el año), y la
de Goldman Sachs (550 millones de dólares) representó en 2010 el 15% del
beneficio o el 3% de las primas distribuidas en 2009.
Como hemos
comentado con más detalle Vicenç Navarro y yo en Los amos del mundo. Las
armas del terrorismo financiero (Espasa 2012), diversas investigaciones han
puesto rigurosamente de manifiesto que HSCB no ha sido el único banco que ha
servido conscientemente para movilizar dinero criminal entre Mejico y Estados
Unidos. Más o menos lo mismo han hecho otros como Citigroup, Bank of America o
Banco de Santander, además de Wachovia o Wells Fargo, por citar a los más
conocidos o reincidentes (Michael Smith, Banks Financing Mexico Gangs Admitted in Wells Fargo Deal).
Pero ninguno de sus propietarios o grandes directivos ha terminado en la cárcel
por haberlo hecho.
Como tampoco
han sido perseguidos seriamente ni condenados en otros lugares en donde han
llevado a cabo las mismas actividades o donde han cometido las estafas que
dieron lugar a la crisis.
En nuestro
país, las sentencias que dan la razón a los clientes frente a los bancos en los
casos de contratación fraudulenta de swaps y otros productos semejantes van ya
por 1.062, al día de hoy y según la web de la Asociación de Usuarios Afectados por Permutas y Derivados
Financieros. Es solo una de las estafas, a las que se podría añadir
la de las preferentes o las muchas irregularidades que han cometido los bancos
en los últimos años (una relación de ellas en mi artículo Banqueros contra la justicia y la democracia
publicado en esta misma web).
¿No son
suficientes más de 1000 sentencias condenatorias para que los poderes públicos
asuman que lo que realmente hay detrás de eso es un fraude organizado, una
auténtica pandemia de estafas y engaños que se han traducido en perjuicios
gravísimos a millones de españoles? ¿Cómo es que no se investiga la
responsabilidad última de quien planificó semejante expolio, cómo es que no se
piden cuentas a los dueños y grandes directivos que se lucraron mediante esas
estafas y cómo es que no están pagando en la cárcel el daño tan grande que han
hecho a la economía española, destruyendo la riqueza de tantos empresarios y
familias? ¿cómo es que no han sido investigados los directivos del Banco de
España que lo consintieron, los jueces y fiscales que no los han perseguido, o
los gobernantes que los han amparado?
La impunidad
con que vienen actuando los banqueros es una manifestación palpable de los
males gravísimos que afectan a nuestra sociedad.
Hace que la
economía se resiente porque dejar en libertad a quienes han actuado como los
banqueros implica dar por buenos comportamientos que son destructivos, y por
tanto incompatibles con cualquier modo de generación de riqueza, además de
producir incentivos perversos: si no hay castigo ¿qué problema hay en repetir
lo que se ha venido haciendo?
La impunidad
con que actúan los banqueros también debilita la democracia, o mejor dicho,
indica qué escasa y falseada es la que tenemos, porque la democracia real es
incompatible con la total ausencia de rendición de cuentas con que vienen
actuando no solo los responsables de la banca sino la clase política que los
protege. Y, por supuesto, echa por tierra la confianza en instituciones básicas
para la convivencia ¿Cómo creer en un poder judicial que justo cuando va a
llegar al Supremo el caso de las preferentes elige como nuevo magistrado de la
Sala que habrá de atenderlo a un asesor jurídico de la banca que las ha
colocado a sus clientes y que está siendo condenada por ello? ¿y cómo no
repudiar a los gobiernos que indultan a los pocos que eventualmente son
condenados?
Es evidente
que si los banqueros pueden eludir la justicia prácticamente en todo el mundo
es por el enorme poder político que han acumulado y que les permite corromper a
gobernantes, jueces y responsables de medios de comunicación en un proceso de
desmantelamiento progresivo de la democracia y de los poderes representativos.
Gracias a ello no van a la cárcel pero esa es justamente la razón para que
quienes de verdad quieran salvar las democracias empiecen antes que nada por
perseguir los crímenes de los banqueros y hacerles pagar por ellos, en lugar de
darles cada día más dinero y privilegios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario