Las alternativas a la crisis actual existen
Artículos de
Opinión | Fundacion Sur | 21-12-2012 |
Las
alternativas no vendrán ni rápidas, ni fácilmente, pero son posibles y
necesarias. La cuestión fundamental consiste en si queremos realmente despertar
y superar esta crisis o preferimos seguir siendo esclavos del sistema impuesto por
una minoría.
Los hechos
son devastadores para dos tercios de la humanidad. Unas 60 mil personas mueren
cada día de hambre o por desamparo en el mundo, mientras que en cada uno de
esos días se gastan cuatro mil millones de dólares en armamento.
La razón,
por tanto, para que el hambre solamente mate a unas 35 mil personas diarias no
es solo el desajuste financiero, sino más bien la codicia y la
irresponsabilidad de sus propietarios y directivos.
Según el
informe de la ONU sobre el desarrollo humano, un niño que nace en Noruega tiene
una esperanza de vida de 81,1 años. Si nace en la Republica Democrática del
Congo su expectativa se reduce a 48,4 años.
Los
mecanismos que fallan en la sociedad no son solo económicos, cuando cada día
circulan en los mercados de divisas alrededor de cuatro millones de millones de
dólares sin pagar impuesto alguno.
Existe un
gran vacío de valores y una concentración de poder en muy pocas manos que
permiten a los responsables disimular sus efectos reales. Los directivos financieros
del mundo dan prioridad al beneficio y al lucro antes que a las necesidades de
los seres humanos.
Por eso en
España existen 3,1 millones de viviendas vacías, es decir: cien sin utilizar
por cada una de las personas que no tiene hogar, por el desamparo.
Si queremos
promocionar una sociedad más humana, necesitamos otro modo de producir y de
consumir, junto con otros valores. Para satisfacer nuestro nivel de producción
y consumo actual de bienes y servicios necesitaríamos casi 3,5 Españas. Este
estilo de vida, de política y de economía es insostenible. Otro mundo es
posible y necesario.
Los cambios
sociales necesitan siempre educación, fuerza social, el empeño político de la
ciudadanía, ideas y voluntad para hacerlos efectivos, decisión y un proyecto
capaz de encantar y motivar a la mayoría.
La encomia
impuesta por los imperios financieros ha hecho de la acumulación el motor de su
progreso. Nuestra sociedad de consumo ilimitado construye graneros cada vez más
grandes, no para cubrir las necesidades de las personas, sino para controlar.
El lucro no
añade ni años a la vida, ni vida y felicidad a los años. Sin embargo el lucro
se ha convertido en el "tesoro" acariciado por todos. Se confunde el
dinero con el valor, y la riqueza con la felicidad.
Según la
Universidad del Leicester (Reino Unido), el pequeño país de Bután en la
cordillera del Himalaya, con un PIB (Producto Interno Bruto), seis veces menor
que el español, ocupa el puesto octavo de los países más felices del mundo.
(FIB= Felicidad Interior Bruta).
El
enriquecimiento de unos pocos no acaba beneficiando a todos, como afirma el
neoliberalismo económico.
Existen
necesidades básicas, como vivienda, trabajo, salud, educación, que deben estar
siempre garantizadas para toda la familia humana, aunque unos alcancen mayores
beneficios que otros.
En una
familia, los mejor dotados no invierten sus dones en provecho propio sino que
los ejercitan en favor de los miembros más necesitados.
Si queremos
cambio, debemos ser ese cambio.

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