La ecología política debe advertir todas las consecuencias de la crisis
sistémica
Artículos de Opinión | Rómulo Pardo Silva | 27-12-2012
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Se sabe que
los empresarios a través de sus políticos y medios ocultan hechos. Lo poco
conocido es que dirigentes de una izquierda ecologista tapan situaciones
dramáticas futuras.
Objetivamente
se agotan los combustibles, los minerales, los recursos pesqueros. El
calentamiento global aumenta, escasea el agua, crece la población. Desparecen
especies y selvas. Las potencias nucleares están en guerra fría. Hay un
conjunto de crisis que representan el colapso del capitalismo.
Sin embargo
no pocos desvían el discurso.
Un sector de
izquierda exige el fin de los recortes en Europa y Estados Unidos, impulsar el
crecimiento, disminuir la cesantía, respetar los derechos sociales de salud,
educación, previsión, subir los impuestos para que los ricos paguen los daños
que han provocado…
Algunos más
compenetrados con la ecología hablan de un comercio regional de menor uso de
transportes, modificar el modo de producción y consumo, un nuevo estilo de vida…
Lo que
demasiadas veces no se hace es presentar el panorama completo del colapso
inscribiendo en él las medidas que se proponen, quizás porque no todas son
congruentes con el poscapitalismo a la vista.
Tampoco se
profundiza en la red que se deriva de cada sector crítico que se aborda. Así
cuando se menciona la escasez de petróleo suele no decirse que significa menos
cantidad de energía, cierre de industrias, paralización de vehículos,
disminución de la producción de cereales, cesantía, hambre, reacción masiva y
violenta de gente.
Finalmente
se elude también proponer respuestas porque siempre serán duras y contrarias a
lo que la población masivamente espera en una civilización dominada por la
publicidad mercantil. ¿Qué se propone para reemplazar al trigo, a la carne?
¿Adónde vivirán los millones de habitantes de las regiones inundadas por los
océanos? Pocas respuestas o más bien ninguna.
Extrañamente
personas importantes y organismos del sistema se atreven a ir más lejos.
Dennis L.
Meadows profesor emérito de la Universidad de Nueva Hampshire y coautor del
fundamental Informe al Club de Roma, Los límites del crecimiento, de 1972, dice
hoy que “En los próximo veinte años, entre hoy y 2030 veremos más cambios de
los que ha habido en un siglo, en la política, en el medio ambiente, la
economía, la técnica. Los problemas de la zona euro no representan más que una
pequeña parte de lo que vamos a ver. Y estos cambios no se llevarán a cabo de
manera pacífica”. Se refiere a “una sociedad que tiene cada vez menos capacidad
de satisfacer necesidades elementales: alimentación, sanidad, educación,
seguridad”. El documento “Tendencias Globales 2030: Mundos alternativos” del
Consejo Nacional de Inteligencia publicado en Washington previene que “De aquí
a 2030, el agua puede convertirse en una fuente de conflictos más importante
que la energía o los minerales, tanto a nivel intra como interestatal”. “El
mayor cinturón de tensión hídrica del mundo se extiende a lo largo del norte de
África, Oriente Medio, Asia central y del sur, y el norte de China”.
El sello de
una posición socialista ecológica debe ser mostrar los hechos naturales y
políticos que se esperan ocurran en el futuro próximo, las consecuencias de
ellos y sus propuestas sostenibles y solidarias para enfrentarlas. No hacerlo
es optar por la política llamada también de izquierda de continuidad del
sistema productivo y consumista con mayor justicia.
La humanidad
debe ser informada de todo. Los políticos con visión ecologistas deben asumir
un realismo democrático.
El tema es
el colapso de lo que hay y el inicio de otra civilización.
Fuente: http://tercerainformacion.es/s
“LOS PRESUPUESTOS DEL 2013 NO SOLO SON
IRREALES SINO QUE ADEMÁS SON PROCÍCLICOS,
LO QUE SIGNIFICA EMPEORAMIENTO DE LA SITUACIÓN”
Presupuestos con engaño y alevosía
Artículos de
Opinión | Juan Torres López | 27-12-2012 |
Los
Presupuestos Generales del Estado son el principal instrumento que tienen los
gobiernos para corregir el ciclo económico y para proporcionar incentivos a los
sujetos económicos que permitan que la economía cambie de rumbo superando los
problemas que le afectan.
Sin embargo,
me parece que hay cuatro razones principales para estimar que los que se
aprueban para 2013 gracias a la mayoría absoluta del Partido Popular solo van a
servir para agudizar las dificultades y problemas que ya tenemos.
La primera
es que para que cualquier presupuesto pueda corregir la situación, que en
nuestro caso tiene como rasgos principales el desempleo desbocado, la deuda
creciente y la consolidación de un modelo productivo insostenible y generador
de grandes desigualdades, lo primero que se necesita es realismo. Y eso es
justo lo contrario de lo que tienen los Presupuestos Generales del Estado para
2013.
A pesar de
que otros organismos económicos y especialistas se han encargado de mostrar que
las previsiones de las que parten son completamente inviables, el gobierno se
ha empeñado en disimular la realidad para poder cuadrar engañosamente las
cuentas.
En el cuadro
macroeconómico que sirve de referencia para elaborarlos se infla el crecimiento
del PIB previsto para 2013 a fin de que así se puedan registrar ingresos
públicos mayores pero es seguro que su evolución será bastante peor que la
anticipada por el Ejecutivo. El consumo privado disminuirá más de lo previsto debido
a los recortes que el propio gobierno realiza, al igual que la inversión
privada, que se resentirá por la disminución del impulso público, y es también
muy improbable que las importaciones caigan tan poco como estima el gobierno o
que las exportaciones, por el contrario, crezcan tanto como prevé.
Lo que
plantea el gobierno en el escenario general de estos Presupuestos es una
quimera porque no se puede hacer una cosa (recortar el gasto agregado mediante
las políticas de austeridad) y esperar que ocurra un efecto de la acción
contraria (que la economía se recupere como consecuencia del estímulo que
proporcionarían unos presupuestos expansivos).
La realidad
de las cosas es que con los ingresos y gastos públicos previstos para 2013 la
economía española va a hundirse aún más en la recesión y, por tanto, a generar
más desempleo y menor actividad productiva.
La segunda
razón que lleva a pensar que estos Presupuestos no van a corregir la situación
en la que estamos es que, lejos de enfrentarse al crecimiento de la deuda,
suponen un incremento aún más extraordinario de principal e intereses que nos
acerca todavía más al abismo. En ellos se prevé desembolsar casi 40.000
millones de euros (una cifra que podría aumentar si las condiciones empeorasen
en los mercados, lo que nunca se puede descartar) solo en intereses y realizar
una emisión bruta de 207.173 millones de euros. Esto es, que vamos a seguir
emitiendo deuda a mansalva para pagar la deuda que tuvimos que emitir para
pagar la deuda que emitimos para pagar la deuda…, y así sucesivamente, como
consecuencia de habernos tenido que financiar en los mercados privados, que la
engordan constantemente, dada la ausencia de un auténtico banco central en la
eurozona.
Y así,
sometiendo a la economía entera a la esclavitud de los intereses bancarios, es
imposible que el Estado pueda utilizar sus Presupuestos para generar
condiciones que permitan a las empresas crear empleo y para dinamizar la
actividad productiva desde el sector público.
La tercera
razón tiene que ver con la nueva renuncia del PP a abordar la reforma fiscal
profunda y equitativa que permita luchar definitivamente contra la economía
sumergida y el fraude fiscal. Nuestros ingresos impositivos siguen muy por
debajo de la media europea y en ninguna ley natural puede estar escrito que
nuestros sujetos económicos con más renta y patrimonio tengan que actuar con
mayores privilegios que los del entorno más próximo, de modo que la protección
que una vez más les proporciona el ejecutivo del Partido Popular, además de injusta,
solo contribuye a debilitar las posibilidades de actuación del Estado de cara a
la recuperación.
Es verdad
que los Presupuestos contemplan algunas medidas parciales que pueden
considerarse positivas en ese aspecto, encaminadas a reforzar la recaudación en
Sociedades e IRPF, o el gravamen de los premios de las loterías, pero lo
relevante es que se mantienen tal cúmulo de beneficios fiscales y de vías de
escape que el avance es casi insignificante, teniendo en cuenta la situación
partida: siendo el 30% el tipo oficial del impuesto para grandes compañías y el
25% para las pymes, el tipo efectivo medio sobre su beneficio contable que
pagaron las empresas españolas en 2011 fue el 11,6%.
La cuarta
razón que me lleva a descalificar estos Presupuestos como instrumento válido
para la recuperación y regeneración de nuestra economía es que la política de
gasto que contemplan, además de ser profundamente antisocial porque la pagan en
mayor medida las clases de menos renta y los grupos de por sí más desfavorecidos,
es económicamente paralizante y letal.
Por un lado,
el recorte general va a producir un efecto multiplicador negativo en la renta,
lo que en román paladino significa que se traduce en una caída aún mayor en los
ingresos, de modo que, a la postre, la pretendida austeridad será inútil para
reducir el déficit y el montante de la deuda.
Ese efecto
se verá agravado a medio y largo plazo (y por tanto retrasará aún más la
recuperación) por el hecho de que afecta a actividades que son decisivas para
la generación de la renta: las infraestructuras, la investigación, la
formación, la transferencia del conocimiento y, en general, el capital social
que necesitan las empresas para poder crear valor y empleo, y los trabajadores
y emprendedores para contribuir a ello. Y, para colmo, porque dedica una gran
suma de recursos, que serían preciosos para la actividad empresarial y
productiva, a seguir lavando la cara a las entidades financieras que han
provocado la crisis.
En
definitivas cuentas, los Presupuestos para 2013 no solo son irreales sino que
además son procíclicos, lo que significa que van a producir un empeoramiento de
la situación. No solo no proporcionan la financiación y la demanda que es lo
que básicamente necesita la economía, es decir, más recursos y más ingreso
traducible en gasto que recupere la actividad empresarial y el empleo, sino que
los recortan. En ningún lado contienen los incentivos que pudieran permitir que
los sujetos económicos pongan en marcha nuevos tipos de actividades o una pauta
de distribución más proclive al desarrollo productivo integral y sostenible. Y
nos siguen esclavizando con una deuda creciente que ya es materialmente
impagable.
Para salir
de la situación en la que estamos no sirve hacer juegos malabares con las
cuentas del Estado, no basta con que el ministro de hacienda se convierta en un
trilero que miente a sus compatriotas mientras engaña a Bruselas con los
números. Hay que mirar cara a cara a los problemas, a los privilegios y a los
privilegiados que nos han llevado a donde estamos, a la deuda pública que
resulta de un diseño inmoral de la zona euro para que los bancos ganen cada vez
más dinero y cuyo componente ilegítimo hay que denunciar y dejar de pagar. Hay
que poner en marcha urgentemente vías de financiación a las empresas y los
hogares, nacionalizando lo que sea necesario, porque se trata de suministrar un
servicio público esencial para la vida económica que ahora falta y que seguirá
faltando durante mucho tiempo si se mantiene el actual status quo que solo
beneficia a los grandes bancos. Y hay que recuperar la actividad productiva
reforzando el mercado interno para ganar el exterior, y no como vienen haciendo
las grandes empresas, haciéndose fuertes fuera destruyendo la actividad
interna. Lo que posiblemente no sea posible sin contar con una moneda
complementaria al euro en el ámbito interno, para poder facilitar que las
empresas y los consumidores recobren la actividad cuando no se va a disponer de
financiación externa.
Fuente: http://tercerainformacion.es/s
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