Cuando
Mariano Rajoy anunció una nueva reforma fiscal y formuló la sentencia
“vamos a bajar los impuestos a los españoles [porque] es lo que siempre hemos
querido hacer y no hemos podido”, tuve la sensación de que nos engañaba como lo
haría un trilero. Entendí el pánico que la pérdida de votos del PP debe haber
generado en la sede de Génova 13 siendo que las elecciones de 2015 están a la
vuelta de la esquina y caí también en la cuenta de por qué Cristóbal Montoro
se ha mantenido en un segundo plano estas últimas semanas para reaparecer
diciendo que, como compensación por el esfuerzo de los españoles, “ha llegado
el momento de bajar los impuestos para todos”. ¡Serán hipócritas!
Según
el proyecto de reforma fiscal propuesto y aprobado ya por el Consejo de
Ministros, a partir del 1 de enero de 2015 se reducirán a cinco los actuales
tramos de IRPF, bajarán los porcentajes (que irán desde un mínimo del 20% a un
máximo del 47%) y volverán a bajar en 2016 aunque en menor cuantía, siempre,
claro está, que el PP gobierne de nuevo. Se ha anunciado que la reducción del
IRPF se notará en todas las nóminas a partir de enero de 2015 y vendrá acompañada
de nuevas deducciones al incrementarse las ayudas familiares por número de
hijos y por cuidado de ascendientes.
Mi
desconfianza en un partido proclive a la mentira y al incumplimiento de sus
promesas, me ha hecho cuestionar el por qué de una reducción de impuestos
siendo que las arcas de nuestra economía nos sitúan exactamente donde estábamos
al cierre de 2013 y hemos entrado en 2014 con 15.000 millones de ingresos
públicos por debajo de lo previsto. La única respuesta que he encontrado se
resume en dos palabras: mentiras preelectorales.
He
revisado los nuevos tramos del IRPF y he calculado, a título de ejemplo, como
repercutiría la nueva fiscalidad en alguien que gane 300.000 euros al año y
que, por tanto, tributa en la actualidad al tope máximo del 52%. Como este tipo
bajará con la reforma al 47% (y en 2016 al 45%), el contribuyente de los
300.000 euros se encontraría con un ahorrito de 21.000 euros.
Si
disminuimos en cuantía los ingresos y analizamos el caso de un trabajador de
clase media que declare entre 20.000 y 33.000 euros anuales y que tributa
actualmente al 30%, al aplicarle la nueva tabla nos encontramos con la sorpresa
de que subiría a un 31% para luego, a partir en 2016, volver al 30% de origen.
¿Dónde está la bajada de impuestos en este amplio sector poblacional que se
cuenta por millones de contribuyentes? ¿Es esto lo que Montoro entiende por
“bajar los impuestos para todos”?
Si
a este engaño le añadimos que a las grandes empresas se les piensa bajar del 30
al 25% los impuestos y que las SICAV seguirán cotizando el 1%, llegamos a la
conclusión de que esa reforma fiscal beneficiosa “para todos” cacareada por los
populares es una tomadura de pelo que nada cambia para las clases medias y sí
para empresas y grandes fortunas que serían las únicas beneficiarias de una
falacia que nos impediría alcanzar el déficit previsto y obligaría a una nueva
subida del IVA, nuevos recortes y generaría más recesión si el PP gobernara una
segunda legislatura.
La
mentira está servida. Que cada cual extraiga sus propias conclusiones.
Fuente: www.nuevatribuna.es
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