Las todavía
recientes elecciones europeas, en ese sentido, solo han sido un eslabón más.
Con el agravante de que ya de por sí, estas vienen siendo las elecciones de
mayor abstención en nuestro País.
Por eso, en
esta ocasión, la evidencia de la pérdida de confianza y de rumbo del Partido
Socialista, ha sacudido con mucha mayor fuerza. Así de los más de once millones
de votantes de los años 2004 y 2008 han pasado a obtener menos de un tercio.
Y si
prefieren compararlo con las anteriores elecciones europeas, la pérdida es de
más de dos millones y medio de votos, o sea, que casi un tercio de los apoyos
se han esfumado.
Pero hoy no
se trata por mi parte de volver sobre el análisis electoral ya realizado en su
momento. Si no, recordando el enorme desengaño producido en la ciudadanía
progresista y de izquierda, bucear en las principales causas que, desde mi
punto de vista, han producido esa gran desafección.
Hoy, los
ciudadanos de este País, acaban de ratificar que no toleran que se les mienta.
Solo así cabe interpretar el castigo al PSOE y al PP en las pasadas elecciones
europeas; donde más de cinco millones de personas les retiraron su confianza, a
ambos, con relación a las anteriores elecciones europeas.
Prometer una
cosa y luego hacer la contraria ya no sale gratis. Y eso es síntoma de madurez
democrática.
La crisis de
los últimos seis años, ha traído sin duda mucho dolor y sufrimiento a nuestro
País, en especial para los sectores más débiles de la sociedad. Pero a la par,
ha despertado muchas conciencias que ya no consienten dobles varas de medir, y
mucho menos “leyes embudo” entre representantes y representados, ya saben el
dicho de lo ancho y lo estrecho... Quieren igualdad de derechos y obligaciones.
Quieren que se cumplan los compromisos y que además se haga sin dilaciones…
Quieren
transparencia y que se les diga la verdad: cuánto ganan por todos los conceptos
y qué compensaciones perciben…, qué planes de jubilación y cesantías
disfrutan... Todo, quieren saberlo todo.
Quien a
estas alturas todavía no interprete y entienda que el voto (más de dos millones
de personas) a Podemos a Compromis o a Ciudadanos, que son quienes
llevaban ese mensaje de claridad y de transparencia en sus programas, lo ha sido
también frente al obscurantismo que ha venido siendo norma en el Congreso y el
Senado, es que está incapacitado para rectificar y afrontar los nuevos
tiempos.
La gente ya
no se va a conformar con promesas bien intencionadas referidas en el tiempo:
“haremos”, “veremos”, o ya lo pensaremos… No, quieren hechos, y los quieren
para ayer.
Por eso,
quien no sea capaz de plantear una refundación de su partido en esos términos,
de formas y contenidos, máxime desde la izquierda y los sectores progresistas,
corre el serio peligro de quedarse al margen de las demandas sociales, y por
eso mismo, de convertirse en una fuerza irrelevante.
Y sin
embargo, no parecen apuntar precisamente por ese lado las inquietudes en los
partidos de la izquierda llamémosle tradicional.
En Izquierda
Unida ni siquiera se han dado por enterados de que también va con ellos.
Y en el
PSOE, primero han tratado de cerrar filas y hacer un apaño con la Presidenta de
Andalucía. Y ante su negativa, todos los esfuerzos parecen dirigidos a
minimizar los cambios que sean inevitables, tal como que al Secretario
del PSOE lo elijan toda la militancia o que las primarias sean abiertas a los
simpatizantes. Pero de refundación del partido no quieren oír ni media palabra.
Ha habido un
joven, Alberto Sotillos, que se ha atrevido a hablar de la necesidad de
refundar el PSOE…, pero mucho me temo que se ahogará su voz, que no saldrá en
los papeles, y que tendrá escasas oportunidades de hacerse oír y de explicarse.
Y sin
embargo, ese es precisamente el futuro que hoy se reclama por una parte
importante de la sociedad progresista, para ayer.
Ese es el
mensaje que podría volver a ilusionar a miles de jóvenes y no tan jóvenes si en
esa refundación se volviera a los principios de la Política como servicio a los
ciudadanos, temporal en los puestos de representación institucional, y siempre
desde la ética y para la solidaridad.
Fuente: www.nuevatribuna.es
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