Memoria
Histórica | María R. V. | 27-06-2014 |
Yo tenía
unos 14 años y una preocupación que comenté con algunas amigas de mi edad. Mi
padre, enfermo crónico desde una hepatitis en su juventud, estaba en coma
ingresado en la uvi con un pronóstico desfavorable, podía morir en las próximas
horas. Una de mis amigas me dijo que sabía que en los hospitales había una
gente que rezaba por los enfermos y que "funcionaba" de verdad, que
tenía que intentarlo, me habló de un familiar suyo que estaba desahuciado y estas personas le habían salvado la vida con
sus rezos y la energía que le habían transmitido. Ella lo creía verdaderamente
pero a mí me costaba...
Insistió
tanto que, casi obligada, llamé a un número que ella me proporcionó, no me
costaba nada hacerlo y mi padre era católico creyente.... Un hombre me preguntó
el nombre del paciente, la planta y el número de cama y me prometió que rezarían
por él, que elevarían mi petición a
dios, que le transmitirían mucha energía que ayudaría en su sanación pero que
tenía que tener fe y confiar en cristo, etc. Aguanté un largo sermón...
Al día
siguiente mi padre salió del coma tan fresco como sí nada. Yo me quedé muy
sorprendida y durante mucho tiempo con una mosca enorme detrás de la oreja...
Mi padre
siguió "enfermo" y murió pocos años después a los 59 años de edad.
Todo esto
sucedió en la ciudad de Zamora a finales de los años 70. Nunca conseguí liberarme
y creer en dioses ni en milagros pero desde ese día empecé a creer muy en serio
en los hijos de la gran puta.
Más tarde he
comprobado que todo lo que él tomaba por prescripción facultativa era tóxico y
actualmente está prohibido y, gracias a este episodio de mi adolescencia, tengo
la terrible certeza de que fue asesinado con premeditación y ensañamiento.
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