Frente a la creciente desigualdad
económica, la situación de la infancia en España impone la necesidad de blindar
los derechos de nuestros niños y niñas
El 19 de
junio El País publicaba una noticia titulada España sufre la crisis
más desigual, en la que se hacía eco de un reciente informe de la OCDE
según el cual España es el país en el que más han aumentado las diferencias
entre ricos y pobres. Hecho que también ha sido apuntado por diversos
organismos y entidades, incluido el FMI. Más desapercibido ha pasado, sin
embargo, un dato sobre el que venimos alertando desde el Comité Español de
UNICEF en los últimos años: las diferencias entre ricos y pobres se acentúan
aún más en el caso de los niños. Y están creciendo.
Se trata de
una realidad en primer lugar injusta, puesto que la infancia debería ser
precisamente un espacio privilegiado para la igualdad de oportunidades. Y en
segundo lugar, muy preocupante, por lo que supone como semilla de futuro para
el conjunto de la sociedad. Una situación que se traduce en los rostros y en
los nombres de aquellos que están en el extremo más desfavorecido de la brecha:
los 2,3 millones de niños que viven bajo el umbral de la pobreza en nuestro
país.
De la
pobreza infantil se viene hablando cada vez más en los últimos años. En unos
casos, para negarla, tildando las estadísticas de exageradas. En otros, para
argumentar que España se está convirtiendo en un país pobre que pronto va a
necesitar ayuda internacional. Ni lo uno ni lo otro. En UNICEF conocemos bien
la situación de los países en desarrollo. Luchamos en todos ellos contra una
pobreza extrema que se lleva -por causas evitables con medidas como una vacuna
o el acceso al agua- las vidas de 18.000 niños menores de 5 años cada día.
Nuestra realidad sigue estando abismalmente lejos de ese escenario. Pero eso no
quiere decir que debamos conformarnos con estos niveles de pobreza relativa.
Con crisis o
sin ella, seguimos formando parte del grupo de países más ricos del mundo. Y
tenemos los recursos suficientes para no permitir que una sola madre viva con
angustia el cierre de los comedores escolares en verano. O que un solo niño se
quede sin libros de texto cuando comience el curso. Pero estos casos se están
dando a día de hoy en España. ¿Por qué ocurre esto?
Desde el
Comité Español de UNICEF hacemos hoy público nuestro tercer informe sobre la
situación de la infancia en España (los anteriores corresponden a 2010 y 2012),
en el que tratamos de responder a esta pregunta. La respuesta se encuentra
implícita en el título del informe: El valor social de los niños: hacia un
Pacto de Estado por la Infancia.
El valor
social de los niños. ¿Por qué hemos tenido que esperar a ver la cara más cruel
de la crisis para darnos cuenta de una realidad como la pobreza infantil, que
afectaba ya en 2008 a casi uno de cada cuatro niños en España? ¿Por qué las
políticas públicas son menos eficaces con la infancia que con el resto de la
población? ¿Estamos dando el suficiente valor político y social a uno de los
colectivos que más deberíamos estar protegiendo?
La respuesta
de las organizaciones que trabajamos en España en este campo es que debemos
prestar mucha más atención a los derechos de la infancia. Un ejemplo: la
desventaja entre los niños y la población adulta no se manifiesta sólo en la
injusta distribución de la riqueza, sino también en el volumen y el impacto de
las políticas públicas destinadas a corregir esta situación. Así, las
prestaciones sociales en España reducen la pobreza infantil menos de la mitad
que la adulta y una cuarta parte menos que el promedio europeo. O, dicho de
otra manera, estamos protegiendo menos que al resto a uno de los colectivos que
más necesitaría de esta protección.
Por este
motivo, consideramos urgente alcanzar un Pacto de Estado que permita situar a
la infancia en el centro de la atención de las políticas públicas. Llevamos
años trabajando en esta dirección. En 2010 acompañamos la firma en Andalucía
del primer pacto autonómico por la infancia, y hace pocas semanas Aragón se
convertía en la novena comunidad en alcanzar un acuerdo de este tipo. Acuerdos
que nos demuestran que el consenso es posible, pero que también nos marcan el
camino por recorrer para lograr resultados concretos y tangibles para los
niños.
Ahora que se
habla de síntomas de recuperación, cuando se han dado pasos como el Plan de
Inclusión Social y se anuncian medidas fiscales para favorecer la economía
familiar, es el momento de abordar acciones concretas que avancen en los
caminos abiertos y logren blindar los derechos de la infancia. El reto es, sin
duda, urgente, porque los niños no pueden ni deben esperar y, como sociedad,
nos estamos jugando el futuro.
Carmelo Angulo es presidente del Comité Español de
UNICEF
Fuente: www.elpais.com
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