- La ciudad que se disputan los ucranianos
nacionalistas y prorrusos fue fundada en 1793 por un militar de origen
catalán que sirvió con la zarina Catalina II y lideró un ejército de
cosacos
11 mayo 201409:34
Se llamaba José de Ribas y Boyons. Nació en 1749 en Nápoles
en una familia de origen catalán. Su padre era un diplomático barcelonés que
había sido enviado a la ciudad italiana como cónsul de España y que dirigió la
milicia napolitana. Su hijo José se alistó en ella cuando sólo tenía 16 años y
a los 20 ascendió al grado de mayor.
De Ribas tiene una biografía fascinante vinculada a Odesa,
la ciudad de Ucrania que él fundó en 1793 y que todavía conserva dos estatuas
suyas, además de una avenida con su nombre (la popular Deribasovskaya). A ese
puerto del Mar Negro, que hoy se disputan los ucranianos nacionalistas y los
prorrusos, lo arrastró un golpe del destino; el singular encuentro con Alexis
Orlov, un noble ruso cuya familia estaba estrechamente vinculada a la zarina
Catalina II (su hermano Grygori la había ayudado a llegar al trono y había sido
su amante).
La emperatriz había ordenado a Alexis que capturara en
Italia a la princesa Tarakánova, una mujer de gran belleza que se hacía pasar
por heredera legítima a la corona rusa. Con la ayuda de José de Ribas, que se
puso al servicio de Rusia, Alexis engañó a la pretendiente, prometiendo
apoyarla y casarse con ella. La falsa princesa fue a Livorno para contraer
matrimonio y al concluir la ceremonia -una farsa celebrada por un oficial de la
Marina rusa disfrazado de pope- el supuesto novio se esfumó. Soldados de la
zarina apresaron a Tarakánova y la condujeron a San Petersburgo, donde fue
encerrada en una celda y murió de tuberculosis tras sufrir grandes privaciones
('Catalina la Grande', Henri Troyat, Ediciones B).
José de Ribas combatió en la actual Ucrania contra el
imperio turco/ G. De las Heras
Después de aquella aventura, De Ribas apareció en Moscú.
Acogido como noble español, tenía 23 años cuando se enroló en la Flota del Mar
Negro e inició una provechosa carrera militar en la que alcanzó el grado de
vicealmirante. A las órdenes del príncipe Potemkin (que reemplazó a Grygori
Orlov como amante de Catalina) luchó contra el Imperio turco en los territorios
de la actual Ucrania. Lideró una unidad de cosacos conocida como la flotilla de
Lyman y tuvo un papel protagonista en los asedios Ochakov, Jadzhibey e Izmail,
escenarios de terribles batallas.
La versión femenina de Odessos
José de Ribas (Ósip Mijáilovitch Deribás) edificó la actual
Odesa sobre las ruinas de Jadzhibey entre 1792 y 1793 ('La Rusia de los zares',
Alejandro Muñoz Alonso, Editorial Espasa). La idea crear un asentamiento en
aquella región se la planteó a la zarina cuando Rusia firmó un tratado de paz
con los turcos. El nombre de Odesa fue escogido después de consultar a la
Academia de Ciencias y era la versión femenina de Odessos, una colonia griega
de la Antigüedad que debió de existir en las cercanías.
El ingeniero Franz de Volán, holandés, fue el encargado de
diseñar la ciudad, mientras que José de Ribas y su hermano Félix construyeron
un parque. Una de las estatuas del primero en Odesa lo representa con un plano
en una mano y una pala en la otra. En otro monumento a Catalina también aparece
junto a más personajes.
A la muerte de la zarina, el sucesor Pablo I nombró a José
de Ribas ministro de Montes de Rusia. Sin embargo, la estrella de éste se apagó
cuando lo acusaron de haberse quedado con dinero del ministerio. Su nombre
figura después en una conspiración contra el zar, y por último enferma y pierde
el juicio. Murió en 1800, tal vez envenenado, que es como se resuelven todavía
los complós en Rusia.
De Ribas fue enterrado en San Petersbursgo en una tumba
sencilla. Los habitantes de Odesa han reclamado sus restos, pero la demanda no
ha sido atendida. La ciudad está plagada de vestigios del militar. Según se
puede leer en internet, hay una expresión corriente -‘deribás’- que se traduce
como ‘de escasa calidad’. La razón es que en la avenida Deribasovskaya de Odesa
se monta un mercadillo de artículos falsos. Tan falsos como la princesa
Tarakánova.
Fuente: http://www.elcorreo.com/
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