Un informe del FMI
constata los beneficios que tendría para las economías mundiales una
participación equitativa de mujeres y hombres en el mercado de trabajo, que en
algunos países podrían disparar el PIB hasta un 34%.
Propone políticas
sociales coherentes para que el estado se haga cargo de las tareas de cuidado y
evitar incentivos fiscales contraproducentes.
Ana Requena Aguilar
- Madrid
23/09/2013 - 19:00h
La
igualdad de género contribuye al crecimiento económica. EFE
La igualdad de género es buena
para la economía. Es una frase sencilla que resume un informe que acaba de
publicar el Fondo Monetario Internacional (FMI) y que constata los beneficios
que tendría para las economías mundiales una participación equitativa de
mujeres y hombres en la fuerza laboral. En algunos casos, el PIB podría crecer
hasta un 34%. Para conseguirlo, el estudio señala los escollos actuales y
propone medidas que se basan, esencialmente, en dos ejes: políticas sociales
para que el Estado se haga cargo de las tareas de cuidados; y reformas fiscales
coherentes que no desincentiven la participación de las mujeres en el mercado
de trabajo.
"Hay amplias evidencias
que demuestran que si las mujeres pudieran desarrollar todo su potencial en el
mercado laboral habría significativas ganancias macroeconómicas", concluye
el informe. Por ejemplo, si la participación laboral de las mujeres fuera igual
que la de los hombres en Estados Unidos, su PIB crecería un 5%. En el caso de
Japón, la economía crecería un 9%; en Emiratos Árabes Unidos, un 12%; y en
Egipto, hasta un 34%.
Sin embargo, los beneficios de
la igualdad irían más alla. El FMI señala que un aumento de mujeres
trabajadoras permitiría compensar la caída de la población activa en los países
con sociedades envejecidas. Por otro lado, la igualdad en el mercado laboral
permitiría a las empresas hacer una gestión de talento más eficaz, algo que
repercutiría positivamente en su crecimiento.
En los países en desarrollo,
que las mujeres cuenten con ingresos propios tiene efectos directos sobre el
desarrollo de las comunidades y la tasa de escolarización de niños y niñas. El
informe recuerda que las mujeres tienden a invertir una parte importante de sus
ingresos en la educación de los hijos, en mayor proporción que los hombres. De
hecho, según la OIT, el empleo de las mujeres -tanto el remunerado como el no
pagado- es uno de los factores que más contribuye a reducir la pobreza en los
países en desarrollo.
Las
diferencias perduran
El informe constata que la
diferencia entre las tasas de actividad de hombres y mujeres se han estrechado
en los últimos años, aunque la brecha sigue siendo elevada en muchos países.
Las mujeres están ocupadas mayoritariamente en el sector servicios, especialmente
-de forma "desproporcionada", según el propio organismo- en las
actividades relacionadas con la salud y los servicios a la comunidad.
Destacan, también, la brecha
salarial entre hombres y mujeres y la presencia "dominante" de estas
en el trabajo a tiempo parcial. El documento señala a la "segregación
ocupacional" y a las reducciones de jornada que mayoritariamente tienen
que coger las mujeres como responsables de que las diferencias entre los
niveles de ingresos de mujeres y hombres permanezcan.
"Las mujeres contribuyen
de forma sustancial al bienestar económico a través de grandes cantidades de
trabajo no remunerado, como el cuidado de los hijos y las tareas del hogar,
trabajos normalmente invisibilizados y que no están contemplados en el PIB",
dicen.
¿Qué
hacer?
El informe considera que hay un
margen amplio para actuar sobre la política fiscal. Propone, por ejemplo,
sustituir la fiscalidad sobre la familia por un esquema de tributación sobre
los individuos, ya que considera que, en el caso de la primera, desincentiva el
empleo femenino y lo hace secundario para la familia. En el caso español esto
implicaría, por ejemplo, eliminar la posibilidad de hacer la declaración de la
renta conjunta.
Plantea también una política de
beneficios sociales coherente y que no desincentive la participación de las
mujeres en el mercado laboral. El informe menciona como buena práctica las
políticas que prácticamente equiparan los permisos de maternidad y paternidad,
porque mejoran considerablemente las posibilidades de que las mujeres vuelvan
luego al trabajo y contribuye también a cambiar los roles de género.
Las propuestas del FMI pasan
también por garantizar el acceso a los servicios sociales de cuidados, como la
educación infantil y la dependencia, y por revisar las ayudas económicas que se
dan por hijo para evitar que estas supongan un desincentivo para que las
mujeres entren en el mercado laboral, sobre todo si sus expectativas salariales
son bajas.
En cuanto a la discrminación
laboral, el informe plantea fortalecer el control y la investigación para
vigilar el cumplimiento de las leyes, y establecer mecanismos alternativos a
los juicios, como la mediación y el arbitraje, para resolver más ágilmente los
conflictos.
Fuente: http://www.eldiario.es/
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