Día 26.9.13
Teresa Galeote
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Hablar de Franco, de la distancia de los
años que hay entre su muerte y la actualidad es decir poco, porque todo no ha
muerto con él. Hay un poso denso que el Franquismo dejó sobre las mentalidades;
sedimento que habla con frecuencia, aunque las palabras que digan los políticos
sean diferentes. Son los poderosos de siempre; las mismas dinastías que ponen,
quitan y mueven las piezas de ajedrez a su antojo, sin que el Estado de Derecho
les mueva de sus feudos. Algunos son baluartes consolidados en el Franquismo
que miran la historia con sorna. Otros son herederos del OPUS; esa doctrina que
se adueñó de la enseñanza para educar a generaciones futuras; lo hicieron bien.
Nos recuerdan que ellos no cesan en su empeño, que España son ellos y que los
demás, o se pliegan a sus designios o serán pastos de la ira y de las mentiras;
ellos siguen manejando los resortes del poder. La Educación debe ser como ellos
la entienden y la Unidad de España como ellos la inventaron.
¿De dónde les llega esa fortaleza? Se
alimentan de la España asumida y añorada donde no existía más que cárcel y
muerte para los que no estuvieran de acuerdo con su doctrina. Exilio,
depuraciones, encarcelamientos, presos dedicados a trabajos forzados,
fusilamientos y torturas. En definitiva, supresión total de los otros. La
oligarquía financiera y la terrateniente en la cúspide del poder junto a los
militares y la alta jerarquía eclesiástica. La Iglesia cumplía la misión
legitimadora del régimen; el dictador paseaba su poder bajo palio y a ellos se
les dejaba la educación de las nuevas generaciones de españoles. A esos
educadores dirigió Franco estas palabras:
“Hay que recristianizar a esa parte del
pueblo que ha sido pervertida, envenenada por las doctrinas de corrupción. Para
hacer esta labor antes había que luchar contra los gobiernos. Ahora podéis
apoyaros en el poder para realizarla, porque uno mismo es el ideal que nos
une”.
Mientras gran parte del pueblo se moría
de hambre, se daban brindis al sol y se hacían proclamas patrióticas. El valor
de los salarios en las ciudades era la cuarta parte de los de antes de la
guerra. La desnutrición y las enfermedades eran cotidianas en las clases
populares. Y la caridad católica del Franquismo sustituyó a la justicia.
El año 1947, la Asamblea General de la
ONU se ablanda y no ratifica la condena que el año anterior dirigió al gobierno
franquista español; EE.UU. hizo ciertas consideraciones, pero votó a favor del
régimen franquista. Las propuestas anticomunistas unen al Tadem Franco-EE.UU.;
el gobierno estadounidense habla de la importancia estratégica de la España de
Franco. Un año más tarde, Francia abre sus fronteras al régimen y el dictador
aprovecha la decisión del gobierno francés para hacer declaraciones similares a
las que realizó el gobierno norteamericano. El 1950 la Asamblea de Naciones
Unidas, deroga el acuerdo de sanciones de 1946 con el respaldo de 38 votos a
favor, 10 en contra y 12 abstenciones.
Y así el fascismo inicial se maquilla
frente al exterior, pero manteniendo los Principios Fundamentales del
Movimiento y del levantamiento nacional del 18 de julio del 36. En las décadas
50-60 del siglo XX son millones de emigrantes los que se alejan de esa España
depauperada que no puede garantizar las necesidades básicas de subsistencia. Y
el gobierno facilita la salida para resolver dos cuestiones; la económica y los
posibles conflictos laborales. Aún así serán años en los que las protestas
estudiantiles y la de los trabajadores toman fuerza. Por otro lado, los
tecnócratas y el capital financiero copan gran parte del poder en España,
quitando protagonismo a Falange, partido del que tomó Franco gran parte de su
ideario político; así la jerarquía eclesiástica y la oligarquía económica
siguieron ostentado los resortes del poder.
El dictador murió, pero El Movimiento
Nacional no murió con él; sólo estuvo agazapado. Los ocho años del gobierno de
Aznar supuso un afianzamiento del ideario político añorado y, por otra parte,
muy afín a las ideas del gobierno estadounidense de Bush. El ex presidente
Aznar, es fiel embajador de la metrópoli estadounidense y de las jerarquías
eclesiásticas. Durante su gobierno fomentó el sentimiento nacional-católico
extremo, excluyendo de su ideario la compresión de otras nacionalidades
históricas. Pero a la vez incurrió en la mayor contradicción; permitió dictados
del Imperio estadounidense como si fuese un fiel gobernador de provincias.
Y de nuevo en el poder, los movimientos
del Partido Popular están impregnados de añoranzas, de sentimientos
intransigentes y de mentiras. Quieren abanderar un patriotismo exacerbado y la
defensa de la Constitución; Principios que ellos incumplen constantemente.
Teresa Galeote
Fuente: www.nuevatribuna.es
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