De el
comunista el mayo 2, 2013
Por El Revolucionario Escarlata.
Blog del
autor: http://thescarletrevolutionary.wordpress.com
(Un texto de Luis Sepúlveda para Le Monde
Diplomatique)
Se trata de un análisis que, en lo fundamental,
comparte El Revolucionario Escarlata, quien, no obstante, debe puntualizar que
no comparte el concepto de “democracia” en el que parece creer el muy
respetable señor Sepúlveda, pues por todxs debería ser sabido que a mayor
capitalismo, menor poder popular; y que concretamente el Estado español, desde la
desaparición forzada del Gobierno republicano del Frente Popular (se ha de
insistir mucho en esto), no ha pasado del rudimentario reformismo político que
ni siquiera ha hecho de España un país formalmente democrático.
Por otra parte, el autor de este blog alternativo no
tiene fe alguna en los sindicatos alimentados por el régimen hispánico, por lo
que la única razón que ha motivado la inclusión del video escogido al final del
post es la gana de rellenar espacio con lo primero que ha sido encontrado por ahí.
Nada más.
Tras las necesarias aclaraciones, los invito a leer
atentamente lo que sigue:
España vive sumida en una realidad aterradora, con un
gobierno empeñado en dar un día sí y al otro también, zarpazos a la más que
debilitada economía de los que todavía tienen la suerte de tener un puesto de
trabajo, o de cobrar una pensión para la que trabajaron y cotizaron durante
largos años de vida laboral.
El gobierno de Mariano Rajoy, líder invisible de una
derecha española que oscila entre la sumisión total a los intereses de la
banca, de los mercados y la Iglesia Católica, y una visión esperpéntica de una
recuperación que tan sólo la derecha cree ver a largo, muy largo plazo, se
evidencia como incapaz y sin ninguna idea para afrontar el drama terrorífico
del paro, de la desocupación y del retroceso social, cultural y político a
épocas que los españoles creían superadas por la historia.
Cuando Mariano Rajoy asumió la presidencia del
gobierno en noviembre de 2011, había 5.273.600 parados, cifra que correspondía
al 22.83 % de la población económicamente activa. La derecha española llegó al
gobierno luego de dos catastróficos años del final de la gestión de José Luis
Rodríguez Zapatero, cuyo gobierno fue incapaz de prever la crisis que afectaba
al sistema financiero internacional, y que ineludiblemente caería a corto plazo
sobre la débil economía española sustentada en dos ejes sumamente frágiles: la
construcción ligada a la especulación inmobiliaria y bancaria, y el turismo.
Lejos de asumir medidas urgentes para asegurar los puestos de trabajo y los
derechos sociales, el gobierno del PSOE prefirió bajarse los pantalones sin el
menor pudor ante las imposiciones del mercado, y con la complicidad de la
derecha hasta se atrevió a cambiar la Constitución a espaldas de los ciudadanos,
para asegurar objetivos de déficit que la realidad ha demostrado imposibles de
cumplir, a no ser que para lograrlos se dejara caer todo el peso de la crisis
sobre los ciudadanos. Así lo hicieron, y la respuesta ciudadana fue una suerte
de vengarse de sí mismos al otorgar a la derecha la más aplastante mayoría
absoluta en la historia de la joven democracia española.
Con esa mayoría absoluta lograda gracias a la
incapacidad manifiesta del PSOE para enfrentar la crisis, y a un programa
electoral de la derecha que prometía detener el desempleo, crear puestos de
trabajo y no subir los impuestos como el IVA o el de retenciones sobre las
rentas que castigan a la clase trabajadora, programa que Mariano Rajoy se
encargó de traicionar en los dos primeros meses de se gestión como jefe de
Gobierno, tenían las manos libres para emprender una serie interminable de
reformas y recortes sociales, de privatizaciones y de marginación social
inimaginable hace apenas dos años. La realidad ha demostrado que nada es más
lesivo para los intereses de los trabajadores y para la democracia que una
derecha armada con la mayoría absoluta en el parlamento.
El 13 de febrero de 2012 entró en vigor una nueva
Reforma Laboral, mucho más liberal y salvaje que la aprobada por el PSOE, pues
su meta fundamental era y es abaratar el despido. Así, con la nueva Reforma
Laboral, el paro subió a 5.630.500 desocupados, cifra que representa el 24.44%
de la población económicamente activa. La cuarta parte de los españoles en edad
de trabajar se vio enfrentada a la precariedad, a la pobreza, al despojo de sus
viviendas pues no podían seguir pagando los préstamos hipotecarios. El paso de
la pobreza naciente a una realidad de miseria marcaba el comienzo del gobierno
del Partido Popular.
En agosto de 2012 el paro afectaba a 5.770.100
personas, el 25.2 % de la población en edad de trabajo, y en los menores de 30
años el porcentaje alcanzaba el escalofriante 50%. La mitad de los jóvenes
españoles quedaban en la indefensión, la pobreza se convertía en el sello de
identidad de una generación sin esperanzas ni futuro.
En noviembre de 2012 el paro ascendía a 5.965.400, el
26.02% de la población en edad de trabajar, y como una manera de saludar el
éxito de la Reforma Laboral, el gobierno de Rajoy facilita los despidos
colectivos en la administración pública. Funcionarios, enfermeros, bomberos,
médicos, profesores, son lanzados al paro, la desocupación y a la consiguiente
pérdida de calidad de vida. Y así llegamos al mes de abril de 2013, con
6.202.700 parados, con el 27.8 % de la población desempleada. Todo un éxito de
las reformas laborales, de las privatizaciones de salud, llamadas
“externalizaciones”, de educación, y con los más salvajes recortes a todas las
prestaciones sociales.
Bajo el lema de la austeridad en España se sacrifica
cualquier posibilidad de recuperación económica, y los escándalos de
corrupción, robos de dineros públicos, tráficos de influencias, que afectan
desde la casa real a casi todos los partidos políticos de España, son la gran
cortina de humo que intenta opacar la realidad.
Los ciudadanos protestan, pero en sus protestas es
evidente la falta de alternativas viables, posibles, reales, porque en España
la denominada clase política dejó de pensar hace varios años.
Hay reacciones frente el drama del hambre, porque hay
hambre, hay gente que se alimenta de lo que encuentra en los contenedores de
basura o en los comedores caritativos, pero son reacciones que salvan la idea
de solidaridad humana, mas sin un relato movilizador que apunte directamente a
los culpables de la miseria. Hay hermosas reacciones solidarias frente a los
desahucios , a las expulsiones de gentes de sus casas porque no pueden pagar la
hipotecas, ha habido bomberos que se han negado a cortar las frágiles cadenas
con que algunos se han atado a las puertas de sus viviendas, y una iniciativa
ciudadana, que con más de un millón de firmas obligó a los parlamentarios a
considerar la dación en pago de las viviendas a los bancos con los que habían
contratado créditos hipotecarios, evitando con esto quedarse sin casa pero con
la deuda del crédito, fue aplastada por la mayoría absoluta de la derecha.
En las calles de las ciudades españolas, dos de cada
cinco comercios han cerrado sus puertas y el panorama desolador sugiere
ciudades de posguerra. En España, lo peor del capitalismo en su expresión más
salvaje, la economía neo liberal de mercado, ha declarado la guerra a los
ciudadanos, y la está ganando.
Al dramático ¿qué pasa? o ¿qué es lo que falló? desde
la derecha, desde el PSOE y los partidos de sesgo nacionalista se responde con
eufemismos del tenor “vivíamos por encima de nuestras posibilidades”, pero
ninguna voz desde la política se atreve a decir que el sistema capitalista en
su conjunto es lo que ha fallado, y que si existe una responsabilidad colectiva
es la de haber permitido, por acción u omisión, que el mercado desmantelara el
Estado, la institución encargada de velar por los derechos conquistados.
Los economistas más optimistas consideran que España
tardará entre 10 y 20 años en reducir la cifra de paro a la mitad, y desde el
gobierno se anima a los españoles a confiar, ya no en las medidas y sucesivos
garrotazos, sino en un eventual milagro de la virgen del Rocío, santa patrona
de la Ministra del trabajo.
Ante el panorama desolador, terrorífico, los más
jóvenes empiezan a emigrar, y la consigna parece ser: que el último en salir
apague la luz.
España no padece los errores de un gobierno de
derecha, España sufre las consecuencias de una política económica, social y
cultural de derecha aplicada con todo el vigor, crueldad y deshumanización que
caracteriza a la derecha. Son consecuentes. Eso nadie puede negarlo.
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