Autor: Juan Carlos Monedero
14/04/2013
07:00 Actualizado: 14/04/2013 09:48
El loco,
decía Lacán, no es el desequilibrado mental que se cree rey, sino el rey que se
cree rey. Ser rey en 2013 es como usar un calcetín para no preñar, creer que la
luz eléctrica la enciende el diablo o darse con un látigo de cinco puntas en la
espalda para que los pecados se blanqueen. Por eso las coronaciones o los
matrimonios reales necesitan ser tan efectistas: tienen que compensar con
oropel y maneras antiguas lo increíble del asunto. ¿Te acuerdas, Felipe, de tu
boda y todo aquel gasto descomunal? Los reyes, además, tienen que llenar de
brumas su pasado, para que no aparezca un puñal, un veneno, una traición, un
matrimonio de conveniencia, un soborno, una matazón de campesinos. ¿Quién fue
el primero de la saga? Reyes, dinastías, príncipes herederos, argumentos
legitimistas... Pudo ser o no. Los borbones son un accidente. Viendo la
historia, un desafortunado accidente. No es que los Habsburgo, vulgo Austrias,
fueran mejores. Ni mucho menos. Pero los de la flor de lis, quizá por la
cercanía, vienen frenando lo inteligente en la historia reciente desde, cuando
menos, la Revolución Francesa. De Fernando VII, ni hablamos.
No queremos
que seas rey, Felipe. Ya no son tiempos. Tu bisabuelo entendió que este pueblo
ya no lo quería. Se marchó. Si se hubiera quedado, lo hubieran encarcelado.
Pese a los intentos de la derecha de exonerarle de toda culpa. Tu padre, tú
mismo, soy millonarios gracias al dinero heredado. (Lo de tu hermana se está
discutiendo en sede judicial). Por decirlo amable. No heredáis solamente el
derecho de convertirnos en súbditos. Siempre heredáis mucho dinero. Y luego lo
sabéis mover muy bien. Por decirlo amable. Los republicanos somos amables. Sabemos
que el futuro, de no mediar un apocalipsis nuclear, será republicano. Si hay
catástrofe, habrá reyes. Otra razón para no quereros reinando. Nos da mal
fario.
A tu padre
lo nombró un dictador. Franco. A ti te nombró tu padre. Juan Carlos de Borbón.
Siguiendo vuestras normas, le correspondía, por edad, a tu hermana Elena. No la
dejasteis. Luego os molesta que el pueblo haga diferencias entre las personas
listas y las personas tontas. Aunque viendo el comportamiento de la lista, más
nos valdría que no lo fuera tanto. No hay momento en el que hayáis reinado en
el que la inteligencia no os haya repudiado. Tantos siglos y no habéis dejado
ni siquiera un buen libro escrito por alguno de vosotros, una sinfonía, un
cuadro, una patente. A ti te pusieron en una ocasión a presentar una serie
sobre la naturaleza. Tu padre ya se había bajado a unos cuantos elefantes, osos
y demás animales con ojos lo suficientemente grandes como para estremecerte
cuando les disparas. Bien lo sabías, pero te pusiste a darnos lecciones de
respeto a la naturaleza. Siempre nos dais lecciones de lo que no hacéis. Como
cuando tu padre nos habla el 24 de diciembre de la familia cristiana. De
Corina, ni hablamos.
Como la
iglesia, decís una cosa y hacéis otra. Hasta ecologista te han presentado.
¿Cuánta gente de la familia real está vinculada a consejos de administración de
empresas altamente contaminantes? No podemos quereros. Es la voluntad de un
pueblo. Necesitamos la República. La República en España es algo más que una
forma de gobierno. Siempre lo hemos vinculado a un cambio de régimen lleno de
simbolismo emancipador. En la historia de nuestro país, en ese mito de las dos
Españas, invariablemente habéis estado en la misma. Una pequeñita donde siempre
estaban también el grueso de los militares y los sacerdotes gruesos (es decir,
todos), financiados por banqueros y por Santas Alianzas internacionales.
También, claro, por ese pueblo abducido para vuestra causa por tener el verdugo
en sus cabezas. Claro que al final hay gente de vuestro lado. Nos habéis
llevado a misa a ostias y a hostias. También haciéndonos creer que los ricos
también lloran o que podemos vivir vicariamente a través de vuestros palacios y
vuestras fiestas. Hace más daño Salsa Rosa, el Hola y el confesionario que el
Mein Kampf.
No serás
rey, Felipe. Cuando estudiaste en Canadá, te dieron el premio al mejor
compañero. Podrían haberte dado el de física, el de matemáticas, el de historia
o el de redacción. Pero tuviste que venirte con el de mejor compañero. No
haberlo recibido. Nos gustaría que fuera os celebraran por inteligentes o por
solidarios, no por vuestro glamour aristocrático. Sabemos que después de los
asesinatos de Al Qaeda en Atocha -qué lástima, tu padre podía haber salido a
decir que no había sido ETA, pero se quedó callado, dando por buena la mentira
del gobierno de Aznar y del candidato, entonces, Rajoy-, digo, después de
aquella barbarie, anulaste tu luna de miel. Pero no fue verdad. Nos enteramos
después de que te habías ido, en secreto, de viaje. En un avión sólo para
vosotros, tus amigos -donde no hay noticia de que haya ningún trabajador-, al
Caribe. Nos enteramos porque hubo un incidente en un aeropuerto en Estados
Unidos. Dijiste que anulabas el viaje en solidaridad con el dolor que teníamos
por los casi 200 muertos. Pero no te dolía, porque te fuiste a la playa a
celebrar. Como Ana Botella con las muchachas muertas en el Madrid Arena, de las
que informaba entre viaje y viaje a un balneario en Portugal. Sois la misma
España. Una que no queremos. Una que necesitamos superar.
Fuiste hace
poco a Caracas, a las exequias de Chávez. Escuché que te abucheaban. Te fuiste
pronto. Ni siquiera te quedaste a la toma de posesión del Presidente electo,
Nicolás Maduro. No tenías tampoco nada que charlar con Evo Morales, con Rafael
Correa, con Cristina Fernández, con Mel Zelaya o Fernando Lugo. Esa gente ya no
está en esa lógica de las Cumbres que se inventó Felipe González para hacer
negocios con sus amigos. Vaya vaya con la "madre patria".
Es cierto
que nunca pedisteis disculpas por el "por qué no te callas", ese
tuteo autoritario de tu padre contra un Presidente electo. Nunca se contó bien
esa historia. En aquella Cumbre, Aznar, nada más bajarse del avión, insultó, al
pie de la escalera, a Chávez -qué gran Presidente fue Aznar, el corresponsable
de la masacre de Irak-. Después de escuchar las declaraciones de Aznar, Chávez,
enfadado, recordó la participación de nuestro gobierno en el golpe de Estado en
Venezuela en abril de 2002. En el cierre, Zapatero, sin corresponderle la palabra,
intervino, de nuevo para defender a Aznar y reprender al Presidente venezolano.
Ahí es donde Chávez protestó. Y ahí es donde tu padre, quizá con una digestión
pesada, saltó con esas maneras tan borbónicas. Ya ni siquiera ayudáis a una
buena relación con América Latina. Por esto, tampoco puedes ser rey, Felipe. No
serás rey, Felipe.
Tenemos que
crecer como ciudadanos. Asumir las consecuencias de nuestros propios actos.
Necesitamos solventar nuestra relación entre los diferentes pueblos de España.
Con un rey es imposible ese diálogo. Tenemos que sentarnos en igualdad de
condiciones. Y necesitamos discutir también nuestra relación con esa iglesia
que se mete en nuestras escuelas, en nuestras camas, en nuestras universidades
y en nuestros laboratorios. Con un rey católico, apostólico y romano no es
posible. Necesitamos frenar el papel de los lobbies, las intermediaciones
empresariales, los patrocinios interesados que invitan a tantas oscuridades.
Con reyes ricos y lobistas eso no es posible... Sois un mal ejemplo para otro
tipo de emprendedores. ¿Cuantos yates y vacaciones os han financiado
empresarios con intereses confesados e inconfesables?
Tenemos que
tomar las riendas de nuestro futuro en nuestras manos. En la crisis actual del
modelo, una crisis que es integral, ninguna solución pasa por tutela alguna.
Para eso necesitamos ser ciudadanos plenos. Con un rey, no es posible. El
pueblo necesita decidir quién tiene que representar nuestra aventura común como
sociedad y cómo articulamos nuestras relaciones. Asumir esa responsabilidad.
Crecer. Seguramente tú, Felipe, vas a priorizar el mantenimiento de tu puesto
de trabajo. Es tu principal interés. Te educaron para eso. Tu interés por un
lado, el nuestro por otro. A ti te hacemos siempre falta nosotros. A nosotros
no nos haces falta tú. Y porque nosotros somos el pueblo, no vas a ser rey,
Felipe. Pero tranquilo: no depende de ti. Sabemos que esa tarea es
exclusivamente nuestra. Estamos en ello.
Fuente: http://www.publico.es/
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