"Vamos a aumentar las campañas de
desobediencia civil"
Martes, 23 de abril de
2013
Extractado
de un artículo publicado en Kaosenlared “Hemos
agotado todas las vías institucionales que nos permite el actual sistema y la
negociación ha fracasado, por tanto, vamos a aumentar las campañas de
desobediencia civil”, asegura Ada Colau, portavoz de la Plataforma de
Afectados por la Hipotecas.
¿Su próximo objetivo? “Los bloques de viviendas vacías que están en manos de las entidades financieras, principalmente, de aquellas que han sido intervenidas”, añade la portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH). Un mensaje de advertencia que tiene como principales destinatarias a las entidades nacionalizadas, principalmente Bankia, Catalunya Banc y Novagalicia Banco.
La “obra social de la PAH”, como han denominado desde la plataforma a estas acciones que ya se están gestando en varias ciudades, es una opción “de supervivencia ante la falta de salidas políticas y el colapso judicial”. Según las estadísticas del sector financiero, habría alrededor de un millón de viviendas vacías en manos de la banca. Una acción tipificada como delito en el Código Penal, pero cuya legitimidad Colau no ha dudado ni un momento en defender. “Entendemos que es legítimo recuperar esas viviendas y ponerlas a disposición de las familias”, apunta la portavoz de la PAH, al mismo tiempo que justifica esta campaña como una forma de “hacer efectivo el derecho a la vivienda ante una situación de emergencia y la inacción de los poderes públicos”.
La ocupación masiva de viviendas, de llevarse a cabo, se convertirá en un instrumento de presión para el denominado banco malo (Sareb). Y es que la intención de la PAH es “poner a disposición de los necesitados el parque de viviendas que éste ha comprado a los bancos para sanear sus balances financiados con deuda pública”. Para Colau, la existencia de viviendas vacías ni siquiera tiene sentido desde el punto de vista económico, pues “se generan desperfectos por abandono y los propietarios particulares tienen que correr con los gastos de comunidad que los bancos se niegan a pagar”.
"NOS NOS VAN A AMEDRENTAR, SEGUIREMOS LUCHANDO"
La filósofa y miembro del Observatorio de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (DESC), Ada Colau, ha pasado de ser una activista anónima a copar los platós televisivos de los canales generalistas en horario de prime time. Desde que se involucró en la defensa por el derecho a la vivienda digna, como miembro del colectivo V de Vivienda, han pasado ya siete años, pero no fue hasta sucomparecencia en la Comisión de Economía del Congreso de los Diputados, el pasado 5 de febrero, que se convirtió en un personaje público, “tanto para lo bueno como para lo malo”. Dos meses y medio que, reconoce, “han sido una auténtica locura”.
Su particular crónica de la “lucha colectiva” contra los desahucios, que ha transformado su vida y la de miles de personas afectadas, ha salido ahora a luz en el libro "Sí se puede. Crónica de una pequeña gran victoria" (Destino). Escrito mano a mano con el economista y padre de su hija, Adriá Alemany, pone el foco en la lucha sin cuartel que han mantenido hasta ahora, pero sin dejar de mirar al futuro. Especialmente, una vez que la plataforma ha decidido retirar simbólicamente la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) tramitada en el Congreso gracias a las firmas de más de 1,4 millones de ciudadanos y al cambio de posición, a última hora, de la mayoría parlamentaria.
La “pequeña gran victoria” de la PAH, ha gozado de una gran adhesión de la opinión pública. Llegar a este punto no ha sido fácil para la portavoz de la PAH. Por el camino han quedado muchas lágrimas, acusaciones de terrorismo y nazismo o amenazas de muerte en las redes sociales a ella y a su familia. . Pese a todo, la activista asegura: “No me van a amedrentar porque llevamos la razón y luchar por los derechos humanos no es opcional. Se trata de una obligación como ya ocurrió en otros momentos históricos”.
¿Su próximo objetivo? “Los bloques de viviendas vacías que están en manos de las entidades financieras, principalmente, de aquellas que han sido intervenidas”, añade la portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH). Un mensaje de advertencia que tiene como principales destinatarias a las entidades nacionalizadas, principalmente Bankia, Catalunya Banc y Novagalicia Banco.
La “obra social de la PAH”, como han denominado desde la plataforma a estas acciones que ya se están gestando en varias ciudades, es una opción “de supervivencia ante la falta de salidas políticas y el colapso judicial”. Según las estadísticas del sector financiero, habría alrededor de un millón de viviendas vacías en manos de la banca. Una acción tipificada como delito en el Código Penal, pero cuya legitimidad Colau no ha dudado ni un momento en defender. “Entendemos que es legítimo recuperar esas viviendas y ponerlas a disposición de las familias”, apunta la portavoz de la PAH, al mismo tiempo que justifica esta campaña como una forma de “hacer efectivo el derecho a la vivienda ante una situación de emergencia y la inacción de los poderes públicos”.
La ocupación masiva de viviendas, de llevarse a cabo, se convertirá en un instrumento de presión para el denominado banco malo (Sareb). Y es que la intención de la PAH es “poner a disposición de los necesitados el parque de viviendas que éste ha comprado a los bancos para sanear sus balances financiados con deuda pública”. Para Colau, la existencia de viviendas vacías ni siquiera tiene sentido desde el punto de vista económico, pues “se generan desperfectos por abandono y los propietarios particulares tienen que correr con los gastos de comunidad que los bancos se niegan a pagar”.
"NOS NOS VAN A AMEDRENTAR, SEGUIREMOS LUCHANDO"
La filósofa y miembro del Observatorio de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (DESC), Ada Colau, ha pasado de ser una activista anónima a copar los platós televisivos de los canales generalistas en horario de prime time. Desde que se involucró en la defensa por el derecho a la vivienda digna, como miembro del colectivo V de Vivienda, han pasado ya siete años, pero no fue hasta sucomparecencia en la Comisión de Economía del Congreso de los Diputados, el pasado 5 de febrero, que se convirtió en un personaje público, “tanto para lo bueno como para lo malo”. Dos meses y medio que, reconoce, “han sido una auténtica locura”.
Su particular crónica de la “lucha colectiva” contra los desahucios, que ha transformado su vida y la de miles de personas afectadas, ha salido ahora a luz en el libro "Sí se puede. Crónica de una pequeña gran victoria" (Destino). Escrito mano a mano con el economista y padre de su hija, Adriá Alemany, pone el foco en la lucha sin cuartel que han mantenido hasta ahora, pero sin dejar de mirar al futuro. Especialmente, una vez que la plataforma ha decidido retirar simbólicamente la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) tramitada en el Congreso gracias a las firmas de más de 1,4 millones de ciudadanos y al cambio de posición, a última hora, de la mayoría parlamentaria.
La “pequeña gran victoria” de la PAH, ha gozado de una gran adhesión de la opinión pública. Llegar a este punto no ha sido fácil para la portavoz de la PAH. Por el camino han quedado muchas lágrimas, acusaciones de terrorismo y nazismo o amenazas de muerte en las redes sociales a ella y a su familia. . Pese a todo, la activista asegura: “No me van a amedrentar porque llevamos la razón y luchar por los derechos humanos no es opcional. Se trata de una obligación como ya ocurrió en otros momentos históricos”.
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