Artículos de
Opinión | Francisco González Tejera | 20-04-2013 |
Pringados hasta
el cuello en múltiples escándalos de financiación ilegal y sobresueldos ya
conocidos en cada rincón del planeta, manchados del sudor y la sangre de todas
las personas que se suicidan por no aguantar más la presión de un sistema
asesino, de un régimen decadente y cruel al servicio exclusivo de las grandes
fortunas, de una casta política sin vergüenza que machaca derechos
constitucionales, hundiendo en la miseria a millones de ciudadanos y ciudadanas
víctimas de sus políticas inhumanas.
Estos mismos
que apoyan el terrorismo financiero internacional, que participan en ilegales
guerras imperialistas y genocidas, acusan ahora a personas honradas de ser
violentas y tener vínculos con ETA. Agotan el escaso rédito ciudadano que les
quedaba, tratando de criminalizar a un movimiento reconocido internacionalmente
como la PAH, un colectivo de gente luchadora que se enfrenta al sistema y a su
aparato represor para evitar los desahucios de personas humildes, para que
familias enteras no sean desalojadas de sus viviendas y condenadas a la
indigencia.
El PP a
través de su impresentable y antidemocrática Delegada del Gobierno en Madrid,
Cristina Cifuentes, comenzó esta semana santa su “escrache” particular,
acusando a STOP Desahucios de vínculos con la lucha armada. Esta muñeca teñida
de la oligarquía española, lanzó la piedra envenenada de las acusaciones
incriminatorias, para al día siguiente ser respaldada por la dirección de su
sobrecogido partido, en una huida hacia adelante sin precedentes en la presunta
democracia de un país destrozado, arruinado por un gobierno que ya nadie
quiere, ni siquiera los que lo votaron y le dieron la mayoría absoluta.
Siguen
mintiendo en todo y tratando de manipular a la sufrida ciudadanía, colocando a
una organización pacifista en el filo de la navaja del terrorismo, con las
consecuencias negativas que todo esto puede conllevar, como futuras
ilegalizaciones, persecución y represión policial a sus activistas.
Los que
hemos sufrido este tipo de represalias sabemos muy bien cómo se las gastan los
esbirros del poder, como son capaces de todo para anular y desprestigiar a los
movimientos populares, meter el miedo en el cuerpo a personas que luchan
desinteresadamente por una sociedad mejor. Sus métodos son los mismos de
siempre y no han cambiado el modus operandi desde la dictadura franquista. La
única diferencia es que todavía no te meten un tiro en la nuca, sino que
utilizan otras formas más sutiles promovidas por sus voceros alitosicos, por
los medios de comunicación al servicio del régimen del recorte, la pobreza y el
hambre.
Resulta
llamativo como en un país donde los abundantes escándalos de corrupción
política y empresarial son la tónica general, utilizan las denuncias para
tratar de parar y amedrentar a organizaciones que defienden derechos ciudadanos
legítimos, movilizan a su guardia pretoriana de los cuerpos represivos para
aplacar cualquier contestación al genocidio social, a la masacre ciudadana que
están generando con sus vergonzosas políticas.
Este
espectáculo bochornoso encabezado por un partido inundado de mierda, avergüenza
a millones de personas honradas, a los hijos y las hijas de las familias
desahuciadas, a la gente desempleada que han dejado sin prestación, a los
jubilados y jubiladas que tienen que pagarse sus costosas medicinas, a los
inmigrantes sin asistencia sanitaria, a los enfermos crónicos que tienen que
pagar de sus bolsillos las ambulancias, a los cientos de miles de empleados y
empleadas públicas despedidas a través de una Reforma Laboral terrorista,
aprobada por los mismos que ahora denuncian a un movimiento social ejemplar.
Algunos de
los que denuncian que se sienten perseguidos por colectivos violentos, han
coqueteado en el pasado e incluso en la actualidad, con organizaciones próximas
al terrorismo de la ultraderecha falangista, responsable del asesinato, la
desaparición y la tortura de más 300.000 republicanos y republicanas en todo el
estado español. A pesar de estos datos estremecedores, denunciados en
tribunales internacionales de derechos humanos, desde el PP mantienen en sus
ayuntamientos las calles de los asesinos fascistas y todavía no han condenado
el franquismo, debido a que muchos de sus compromisarios son descendientes
directos y fueron estrechos colaboradores de la dictadura.
En cambio
ahora se molestan porque les afean la conducta públicamente y acusan de
terroristas a personas honestas de la PAH ¿Dónde está el verdadero terrorismo:
en las movilizaciones pacíficas o en las políticas caciquiles y cercenadoras de
derechos?
Todavía no
se ha suicidado ningún diputado o senadora de este gobierno, siguen ganando
millones y enriqueciéndose ellos y su prole entre sueldazos, privatizaciones y
otros negocios vinculados al poder, mientras cada día aumenta el número de
suicidios de personas desesperadas, que no aguantan más los recortes y las
presiones de una banca usurera y mafiosa, que no ven salida a todo este dolor
generado por este sistema criminal y sus cómplices de los gobiernos del
capital.
Ahora en el
PP pretenden dar lastima, convertirse en víctimas como en la época de los
atentados de ETA, poner caras de corderitos ante el matadero en sus ruedas de
prensa, de pobrecitos politiquillos humildes acosados, vilipendiados,
insultados por personas víctimas de la ilegalidad de la Ley hipotecaria, que
ellos mismos pactaron con lobbies bancarios y financieros en contra del interés
general de la ciudadanía, un montaje lucrativo perfecto que está costando un
buen número de vidas humanas, junto con el sufrimiento, el esclavismo de por
vida con la banca, la enfermedad, la ruina, la masacre familiar, una condena
perpetua para financiar los delitos de la delincuencia financiera.
Algunas
diputadas de este partido del gobierno han utilizado a sus hijos como escudos,
para protegerse y dar penita mientras criminalizan a los movimientos sociales,
cuando lo que deberían hacer es explicarles porqué la gente en la calle les
llama lo que les llama y les insultan denunciando sus prácticas caciquiles.
Quizá no lo hagan porque tengan miedo de que alguno de sus vástagos les salga
honrado, que se cuestione, que les eche algún día en cara todo el dolor que
están generando entre millones de personas humildes.
El ser
cómplices del expolio de un país no puede salir gratis y las acciones
terroristas que llevan a cabo las entidades financieras tampoco. Algún precio
hay que pagar por hacerse multimillonarios en pocos años de gobierno,
privatizaciones, sobresueldos y pelotazos. Los insultos en la calle, los
"escraches", la indignación ciudadana, las movilizaciones sociales,
son el costo de la codicia sin límites, del hundimiento de un país para
beneficio de unos pocos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario