"Consideramos que en la “recuperación de la memoria histórica” lo que
debería primar es la búsqueda de la verdad, la reparación y la justicia para
con las víctimas del Franquismo (dentro de la órbita de la legislación
internacional en Derechos Humanos) sin mezclarlo con supuestos valores
democráticos de consenso, y por respeto a las víctimas evitar una “memoria
institucional” ya que lo único que puede unir a las víctimas sin discusión no
son tanto esos “valores democráticos” (abstractos y definidos de manera
interesada) sino el hecho de haber sido víctimas..."
Si por
cuestiones electoralistas vemos a menudo vergonzantes espectáculos de nuestra
mediocre clase política, esa inercia aplicada a cuestiones como la llamada
“recuperación de la memoria histórica” lo hace aún más lamentable y
denunciable.
Intentar
además, desde la llamada izquierda, sacar ahora tajada política con la búsqueda
de verdad, reparación y justicia hacia las víctimas del Franquismo, se
convierte en algo ofensivo cuando esa misma izquierda no se ha preocupado hasta
hace bien poco de estas “cuestiones del pasado molestas”.
Recordemos
que el ayuntamiento de Córdoba, gobernado por Izquierda Unida y Rosa Aguilar en
el 2009, se negó a facilitar la exhumación de fosas comunes en los cementerios
de la ciudad (a pesar de las protestas que llevó a cabo la CNT de Córdoba y
algunas asociaciones de Memoria Histórica como la de Aguilar de la Frontera).
Desde la CNT
ya nos posicionamos en relación al anteproyecto de “ley de memoria democrática”
de Andalucía criticando el intento de enlazar el actual sistema de monarquía
parlamentaria con el de la II República, poniendo por encima del hecho de haber
sido víctima del Franquismo el haber defendido unos “valores democráticos” que
no son otros que los valores de la democracia representativa, burguesa y
capitalista, a sabiendas que muchísimos represaliados por el Franquismo lo
fueron por haber defendido la revolución social, la emancipación de la clase
trabajadora y la democracia directa, y no precisamente una democracia burguesa.
Esa
revolución social fue la que defendieron los integrantes del grupo guerrillero
de Los Jubiles , y no “la legalidad republicana” que anuncian las placas con
las que se les homenajea en el cementerio de Bujalance (localidad de origen del
grupo), legalidad republicana que en 1933 (en los llamados Sucesos del 33) se
utilizó para que muchos vecinos y vecinas de Bujalance fueran asesinados o
encarcelados: 5 muertes, numerosos heridos y 200 detenciones, entre otras las
de Francisco Rodríguez Muñoz “Jubiles”.
Porque el
grupo guerrillero de Los Jubiles fue un grupo anarquista (y no “sindicalistas”
sin más…eufemismo que se utiliza a menudo para no decir anarquistas o
anarcosindicalistas).
Y no lo
fueron circunstancialmente por el carácter “ingenuo” , “milenarista” de
“rebeldes primitivos” fruto de la pobreza y el atraso andaluz, como las tesis
marxistas se han empeñado en proclamar durante años, sino que lo fueron porque
el movimiento anarquista y el anarcosindicalismo había estructurado sociedades
y sindicatos obreros reivindicativos y eficaces preocupados no sólo por la
revolución y la implantación del comunismo libertario en el horizonte sino por
las mejoras inmediatas de las condiciones salariales y de trabajo, creando un
conjunto de sindicatos, grupos específicos, ateneos, escuelas racionalistas,
periódicos, publicaciones, editoriales, colectivos de inquilinos, feministas,
naturalistas… que hilaron ese lazo rojinegro sin el cual sería difícil entender
la historia de España desde mediados del siglo XIX y gran parte del XX: Toda
una cultura paralela a la oficial de la que bebieron los miembros de Los
Jubiles.
Los hermanos
“Jubiles”: Francisco, Juan y Sebastián Rodríguez Muñoz y el resto de sus
compañeros, venían por tanto de una tradición larga de rebeldías, se habían
organizado tempranamente en sindicatos anarquistas cuyas demandas y luchas
procuraron mejoras laborales y de índole social. También crearon ateneos,
tenían conciencia de clase, formación y una cultura paralela a la oficial….Y
supieron estar a la altura de los procesos revolucionarios (que implantaron y
articularon) y en la lucha y resistencia contra el fascismo. Para nada eran
“rebeldes primitivos”, “ahistóricos”, “milenaristas”.
Por ello,
consideramos que en la “recuperación de la memoria histórica” lo que debería
primar es la búsqueda de la verdad, la reparación y la justicia para con las
víctimas del Franquismo (dentro de la órbita de la legislación internacional en
Derechos Humanos) sin mezclarlo con supuestos valores democráticos de consenso,
y por respeto a las víctimas evitar una “memoria institucional” ya que lo único
que puede unir a las víctimas sin discusión no son tanto esos “valores
democráticos” (abstractos y definidos de manera interesada) sino el hecho de
haber sido víctimas.. No nos molesta, como CNT, que en actos de homenaje a
víctimas del Franquismo cuya ideología se sabe fue la anarquista se acuda con
banderas republicanas, del PCE o de otros partidos siempre que sea de manera
desinteresada. Lo que es lamentable es que se obvie, se silencie, se ningunee,
se manipule o se intente protagonizar los actos sin tener en consideración la
ideología de las víctimas. De hecho los familiares no tienen por qué profesar
la misma ideología que sus familiares represaliados, pero el respeto a ellos
también debería incluir no querer falsear o tapar sus ideas (manipulación que
puede llegar incluso a no tener en consideración trabajos de historia que no
tengan el perfil de quien homenajea).
Hay una
corriente en Historia, la llamada liberal-comunista, que considera que la
Guerra Civil fue un conflicto en defensa de unos valores democráticos burgueses
que no pudieron aplicarse del todo por la radicalización que imprimieron anarquistas
y falangistas (impidiendo la consolidación del reformismo republicano que era
apoyado por una izquierda responsable y moderada) corriente que lucha por
convertirse en la memoria oficial, cuando no deja de ser una memoria
interesada. Memoria interesada que de algún modo prolonga la idea
tardofranquista de que “todos fueron culpables” y que lo mejor es “pasar
página” y olvidar, justificado de este modo la llamada Ley de Amnistía de 1977
(con la que estuvieron de acuerdo PCE y PSOE) que dejaba impunes a todos los
responsables de la dictadura.
Esperemos
que algo de esto se tenga en cuenta cuando el próximo 4 de Octubre se acuda al
acto de homenaje a Los Jubiles alrededor del monumento que la CNT de Córdoba
levantó (sin subvenciones y sí con las manos militantes y el proyecto del
escultor Juan Vicente Zafra) en el cortijo de Mojapies (donde les acorralaron y
dieron muerte, tras la delación de Juan Olmo “El Abisinio”).
Algunas
mentes algo retorcidas proclaman que Los Jubiles, de estar hoy entre nosotros,
defenderían la vía política parlamentaria. ¿Quién sabe? A lo mejor, con mayores
motivos, serían más anarquistas que nunca viendo cómo a su alrededor se
extiende la podredumbre política y el peso cada vez mayor de ese Capitalismo al
que combatieron.
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