El PP es como las cucarachas. Sobrevive a cualquier desastre nuclear. Ya pueden caerle encima las bombas atómicas de Caja Madrid, Bankia, Bárcenas, la Gürtel o la caja B, que ahí siguen al frente del Gobierno de la nación
JAVIER
GALLEGO. El Diario.es.
17/10/2014
Si estalla la Tercera Guerra Mundial o Corea
del Norte se lía a lanzar misiles, refúgiense en Génova. Ahí estarán a salvo,
está claro. El PP es como las cucarachas. Sobrevive a cualquier desastre
nuclear. Ya pueden caerle encima las bombas atómicas de Cajamadrid, Bankia,
Bárcenas, la Gürtel o la caja B, que ahí siguen al frente del Gobierno de la
nación. Ya podemos ver a Rato y Blesa entrar ayer en la Audiencia Nacional a
declarar como imputados por el escandalazo de las tarjetas jetas, que ellos
siguen a lo suyo como si tal cosa. Como si aquí no pasara nada. Y lo peor es
que van a llevar razón: no les pasa nada. Les pasa mucho menos de lo que les
debería pasar. El PP es como las tarjetas negras: la corrupción no les deja
rastro. Pierden votos. Bastantes. Pero ni tantos como deberían dadas las
circunstancias, ni han muerto como moriría cualquiera al que le cae una bomba
encima. Cualquiera que no sea una rata ni una cucaracha, claro.
Esto en un país decente no pasa. En un país
decente, ningún Gobierno habría podido aguantar en el poder después de que un
juez haya dictaminado que su partido tenía una caja B con la que se financió
ilegalmente y que con ese dinero hizo una reforma su sede por valor de casi un
millón de euros. En un país decente, un Gobierno decente habría dimitido
después de que se supiese que su tesorero tenía 50 millones de euros en Suiza y
repartía sobres de sobresueldos entre los miembros del partido. En un país
decente, un presidente decente habría dimitido después de que le pillaran
mandándole mensajes de ánimo a ese tesorero cuando ya se sabía que había
defraudado. En un país decente, un partido decente habría saltados por los
aires después de que se descubriese que daban dinero público a paladas a una
trama ilícita como la Gürtel formada por amiguetes íntimos de un presidente del
Gobierno, de presidentes de comunidad autónoma y de ministras de Sanidad. En un
país decente cualquiera de estas cosas habría acabado con el Gobierno y habría
tocado de muerte al partido, pero está visto que este Gobierno y su partido no
son decentes y en este país todavía hay mucha indecencia que barrer.
En cualquier país decente, los ministros dimiten
porque les pillan copiando una tesis. Aquí la ministra de Sanidad ni se
disculpa después de haber provocado el contagio del ébola en España por tomar
decisiones arriesgadas y equivocadas. Aquí el ministro del Interior ordena
expulsiones ‘en caliente’ que violan nuestra Ley de Extranjería y la lista
completa de los Derechos Humanos y no se le mueve ni uno sólo de los cuatro
pelos que le quedan. Aquí hemos visto morir a 15 personas ahogadas en las aguas
de Ceuta porque fueron repelidas por los disparos de la Guardia Civil y hemos
visto al ministerio mintiendo al respecto y ocultando información, pero no
hemos visto ni siquiera un atisbo de arrepentimiento o petición de perdón. Ayer
vimos un vídeo de la Guardia Civil apaleando a un inmigrante en la valla de
Melilla hasta dejarlo inconsciente y sacarlo atado de pies y manos, pero ni
hemos visto ni veremos al ministro dimitiendo. Hemos visto cosas que no
creeríamos pero lo más increíble es lo que no hemos visto: un miembro del
Gobierno reconociendo un error y presentando su dimisión.
Ayer vimos también desfilar hacia la
Audiencia Nacional como imputados de un fraude al amiguete de Aznar que el
expresidente colocó al frente de Caja Madrid, Miguel Blesa, y a quien Aznar iba
a colocar al frente del PP; a Rodrigo Rato, exministro de Economía,
expresidente del FMI y después de Bankia, buque insignia del partido. Y ya es
la segunda vez que estos dos se sientan en un juzgado para responder por haber
hundido la caja y al país con ella. Resulta que el milagro español del que
presumía Aznar consistía en transformar nuestro dinero en vino carísimo. Pues
ni por esas el PP echa a Rato del partido. Dos semanas después de que estalle
la bomba, aún dicen que se lo están pensando. De qué nos vamos a extrañar si
por cada cargo que le imputa un tribunal, a Rato le dan un cargo en el Banco
Santander y en Telefónica. O sea, que el partido, el banco y la empresa más
importantes del país tienen y mantienen en su plantilla al tipo que nos ha
costado 22.000 millones de euros y se gastó 99.000 euros en negro del dinero de
los ahorradores de Bankia. Esto en un país decente no pasa.
La distancia entre un país y la verdadera
democracia es igual al tiempo que sea capaz de aguantar la corrupción, y aquí
hemos aguantado lo inaguantable. Que parece que se nos olvidan todas estas
cosas porque pasan como si no pasaran de verdad, y lo cierto es que te pones a
recordarlas juntas y te parece mentira que hayan sucedido y no se hayan llevado
al Gobierno por delante y al PP detrás. En eso Rajoy es un fiera. En hacer como
que no ha pasado hasta conseguir que la gente lo medio olvide o lo recuerde tan
vagamente que ya no le parezca para tanto. Esto es como cuando entras en una
alcantarilla. Al principio el olor a mierda es insoportable pero luego acabas por
acostumbrarte. Pues el PP, lo mismo, es una cloaca en la que llevamos
metidos demasiado tiempo. Pero si puedes vivir en
una alcantarilla, o bien eres una rata o te has convertido en cucaracha.
No hay comentarios:
Publicar un comentario