Los
atentados y asesinatos que nunca fueron reivindicados
Viernes, 17 de octubre de 2014
Por XAVIER MAKAZAGA / CANARIAS-SEMANAL.ORG.- Hasta que diseñaron las bien estudiadas siglas de los
GAL, en 1983, fueron múltiples las siglas utilizadas para reivindicar los atentados de la guerra
sucia. La más conocida, la del Batallón Vasco-Español, BVE, que la
Policía pretendió haber desarticulado cuando detuvieron a dos ultras. Ahora bien, los asesinatos cometidos por aquellos dos
ultras se reivindicaron usando tres siglas diferentes: Triple A, GAE y BVE.
Ninguna de ellas fue jamás desarticulada, porque eran simples siglas.
Eran pantallas destinadas a ocultar la directísima responsabilidad del Estado en la guerra sucia.
Con los GAL intentaron
hacer otro tanto, deteniendo a algunos ultras para que pareciera que se trataba
de incontrolados, pero tanto fue el cántaro a la fuente que terminó por
romperse, y por poner al descubierto que aquella guerra sucia era puro
terrorismo de Estado. Una guerra sucia que no se terminó, ni
mucho menos, con el último asesinato reivindicado usando las siglas GAL, en
julio de 1987, sino que continuó. Eso sí, sin utilizar sigla alguna.
Véase, por ejemplo, el atentado con
paquete-bomba que causó la muerte en Errenteria al cartero Josean
Cardosa, el 20 de septiembre de 1989. Un atentado que las autoridades
se empeñaron en adjudicar a ETA, pese a ser evidente que el objetivo era
el concejal de Herri Batasuna Ildefonso Salazar, en cuyo buzón estaba
introduciendo el cartero dicho paquete cuando le explotó.
Y fueron precisamente quienes
más empeño pusieron en culpar a ETA, como el Ministro del Interior, José Luis
Corcuera, quienes se encontraban tras el envío, no sólo de aquel paquete-bomba, sino también de otros
dos. Así lo declaró ante el juez Baltasar Garzón, en 1996, el
famoso Luís Roldán, Director General de la Guardia Civil cuando
asesinaron a Cardosa.
Según él, Corcuera y el Secretario
de Estado de Seguridad, Rafael Vera, le informaron de que pensaban
enviar varios paquetes-bomba a gente concreta de HB un par de semanas antes de que en efecto los enviaran. Y cuando
explotó el que mató a Josean Cardosa, le dijeron que se habían enviado otros
dos que era preciso recuperar y desactivar a toda costa.
Entonces, Roldán llamó
al teniente coronel Enrique Rodríguez Galindo quien le respondió que ya
estaba al corriente, por medio del Gobernador Civil José Ramón Goñi Tirapu,
y que iban a encargarse de recuperar cuanto antes los dos paquetes
explosivos. Goñi Tirapu fue otro de los que puso un enorme interés
en adjudicar el atentado a ETA y aseguró a la madre de Cardosa que no
cabía duda alguna de que había sido ETA quien asesinó a su hijo
El motivo por el que les
urgía recuperar aquellos paquetes explosivos parece obvio. Una vez que el
primero causo la muerte del cartero, y no la del objetivo previsto, les urgía
evitar la aparición de nuevos paquetes-bomba enviados a gente de HB,
porque quedaría aún más claro el origen del primero.
Según precisó Roldán en sus
declaraciones ante el juez Garzón, recogidas en el sumario 10/97 de la
Audiencia Nacional, uno de aquellos artefactos recuperados y desactivados
por la Guardia Civil estaba en el puesto de Correos de "Azpeitia o
Azkoitia". No recordaba con seguridad de cuál de las dos villas
se trataba.
A raíz de ello, el juez
preguntó a dichos puestos de Correos y desde Azpeitia le respondieron
que, efectivamente, el 21 de septiembre de 1989 la Guardia Civil estuvo
allí y, tras hacerles abrir las sacas de correo, les hicieron salir del
puesto. Los agentes permanecieron dentro, con perros adiestrados para
detectar explosivos, durante un par de horas.
Las tres personas que trabajaban
allí en 1989 corroboraron ante el juez Garzón todos esos extremos, en
todo punto concordantes con lo manifestado por Roldán. Sin embargo, la Guardia
Civil negó tener constancia de nada similar. Algo a todas luces imposible,
y que en buena lógica demandaba que el juez tomara medidas al respecto.
No las tomó. Por lo que se
ve, no le interesaba en absoluto indagar el motivo por el que la Guardia Civil
se dirigió con tanta seguridad a Azpeitia a recuperar aquel paquete-bomba.
Un motivo por lo demás evidente. Sólo quien envió el paquete podía saber
en qué puesto preciso de Correos se encontraba. A buen entendedor…
Aparte de las reveladoras declaraciones
del responsable y de dos trabajadores del puesto de Correos de Azpeitia, hay
otro testimonio bien importante que añade aún más credibilidad a lo declarado
por Roldán. El testimonio de quien todo indica era el destinatario de
aquel paquete-bomba, Kike Zurutuza, entonces concejal de HB en
Azpeitia.
Zurutuza se dirigió
aquel día al puesto de Correos de Azpeitia, junto con otra concejal de HB,
porque la Policía Municipal les avisó que había un paquete-bomba destinado al
grupo municipal de HB. Allí, se encontró con un cordón policial de
ertzainas que les negó la entrada de malos modos, y les hizo alejarse del
lugar, alegando que se trataba de una falsa alarma.
Dicho testimonio muestra el
gran número de agentes que estuvieron, de una u otra forma, al corriente de lo
que sucedió aquel día en Azpeitia. Agentes de la Guardia Civil, la
Ertzaintza y la Policía Municipal. Ahora bien, el juez
Garzón tan sólo preguntó a la Guardia Civil, y ante su respuesta negativa
se limitó a archivar el sumario, sin más.
Nótese que los destinatarios de dos
de los tres paquetes-bomba enviados tenían un perfil bien definido. Ambos
eran concejales de HB, y ambos habían sido torturados varias veces.
Ildefonso Salazar fue sometido a torturas en tres ocasiones y Kike
Zurutuza en dos.
En todo caso, lo que está
fuera de toda duda es que el envío de aquellos paquetes-bomba fue una acción de
guerra muy sucia. Terrorismo de Estado puro y duro. Por eso, clama
al cielo que algunos medios de comunicación sigan incluyendo a Josean
Cardosa en sus listas de víctimas de ETA: El País, El Mundo, El Correo…
Increíble, pero cierto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario