En estos días de sobredosis de corrupción y escándalos financieros es fácil
que pase desapercibido para la mayoría practicas inaceptables como en Endesa.
nuevatribuna.es
| Manuel Lago | 12 Octubre 2014 - 19:56 h.
Nunca antes,
nunca ninguna empresa, había alcanzado una cifra
similar. Estamos hablando de más de 2,5 billones de pesetas, una cifra brutal,
difícil de asimilar y una autentica bofetada a la mayoría social de un país que
cada día tienen que oír que no hay recursos para casi nada
En estos
días de sobredosis de corrupción y escándalos financieros es fácil que pase
desapercibido para la mayoría practicas inaceptables como las que acaba de
anunciar Endesa. Esta compañía, una de las componentes del histórico
oligopolio eléctrico español, fue una empresa de capital público -su nombre
completo es Empresa Nacional de Electricidad- y la creó el estado en 1944
con la intención de controlar un sector estratégico como es la energía, a
través de una empresa pública. Hasta que Aznar acabó de
privatizarla en 1998. Ahora ya no es ni de propiedad pública ni española:
después de extraños movimientos y una truculenta historia de OPAs y contra OPAs
acabo siendo propiedad de la italiana Enel desde 2009.
Pues bien,
Endesa acaba de anunciar que el próximo día 29 de octubre va a repartir un dividendo entre
sus accionistas de 14.605 millones de euros, un record
absoluto en la historia de la bolsa española. Nunca antes, nunca ninguna
empresa, había alcanzado una cifra similar. Estamos hablando de más de 2,5
billones de pesetas, una cifra brutal, difícil de asimilar y una autentica
bofetada a la mayoría social de un país que cada día tienen que oír que no hay
recursos para casi nada.
Un dividendo
multimillonario que va a pagar una empresa española que se va, casi en su integridad, para
Italia porque Enel posee el 92% del capital social de Endesa y por lo tanto
cobrará 13.345 millones de euros. Recupera así una gran parte de lo que pagó
para comprarla y redondeara el negocio cuando materialice el anuncio de sacar a
bolsa una parte del paquete de acciones que posee.
La
operación pasa de lo inmoral a lo escandaloso cuando se conocen algunos
detalles
La operación
pasa de lo inmoral a lo escandaloso cuando se conocen algunos detalles. Por
ejemplo, que los beneficios de la compañía en 2013 fueron de 2.943
millones de euros y que por lo tanto, los dividendos que ahora distribuye
multiplican por casi 5 veces esa cifra. Y que, con gran probabilidad, en 2014
se sitúen en el entorno de los 3.000 millones, muy lejos por lo tanto del
disparatado reparto de dividendos. Es cierto que se trata de un dividendo
extraordinario vinculado en gran parte a la venta de los activos de Endesa en
Chile, pero eso no hace más que añadir confusión a la operación, porque el
comprador de esos activos fue, precisamente, Enel.
Estamos
delante de una inaceptable y escandalosa operación de descapitalización
en la que se liquida una parte considerable del patrimonio de una compañía
española -que era
pública hace no mucho tiempo- a cambio de nada: Enel paga por la compra
de los activos pero acto seguido lo recupera cobrando el dividendo y Endesa se
queda sin activos y sin dinero. Se vacía una empresa española llevándose a una
empresa de otro país una parte de su patrimonio acumulado durante décadas.
Ingeniería financiera le llaman. Atraco también, porque Enel se queda con un
tercio del valor de Endesa sin pagar nada.
Endesa
no tiene suficiente liquidez y por lo tanto va a pedir un crédito, a endeudarse
en 6.500 millones de euros para pagar ese dividendo brutal a Enel
Pero hay otro
detalle estremecedor. Endesa no tiene suficiente liquidez y por lo tanto va
a pedir un crédito, a endeudarse en 6.500 millones de euros para pagar ese
dividendo brutal a Enel. Y adivine con quien se endeuda: con una empresa
financiera propiedad de Enel que casualmente tiene su domicilio social en
Holanda, un paraíso fiscal para este tipo de operaciones. Estamos ante un
escándalo mayúsculo en el que están presentes todas las practicas
condenables del capitalismo financiero especulativo, desde la
privatización de una antigua empresa pública hasta la ingeniería fiscal para no
pagar impuesto de sociedades pasando por la descapitalización de una compañía
que forma parte de nuestra historia. Por cierto, está en manos italianas por la
reacción centralista ante la posibilidad de que en 2005 una empresa catalana,
Gas Natural, la comprara.
Y no, no son
empresas privadas que puedan hacer lo que quieran. Porque esta operación descapitaliza
y endeuda a Endesa en primer lugar pero eso afecta al conjunto de la economía
española y, sobre todo, porque al final la vamos a pagar los ciudadanos a
través de la reducción en el impuesto de sociedades que Endesa va a
aplicar en los próximos diez años y en los precios de la energía.
Un
comentario final: cuando pague el próximo recibo de la luz, cuando oiga hablar
del déficit tarifario, cuando el ministro de industria y el oligopolio
eléctrico le expliquen porque hay que seguir subiendo el precio de la energía,
acuérdese de los 14.505 millones de euros del dividendo.
Fuente: www.nuevatribuna.es
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