Aníbal Malvar
Sábado, 18 de octubre de 2014
La Real Academia Española acaba de retirar de sus
diccionarios los vocablos “débil” y “endeble” como sinónimos de “femenino”. Yo
supongo que los reales académicos serán gente de poco follar, pues nunca he conocido
a nadie débil o endeble por el hecho de ser mujer. Ni en mi cama ni en la suya.
Ahora les queda redefinir el término afeminado. Os recuerdo que estamos en el
siglo XXI, y por lo tanto esta actualísima conversación me resulta un poco
anciana.
Yo no sé qué es femenino y no sé qué es masculino. Yo la
prosa más macho que leo en este periódico la escribe un tío/a/todo que se llama
Shangay Lily. O unas tías que se llaman Esther Vivas o Nazanin Armanian. Por no
hablar del machorrismo flagrante de mi amadísima Mónica García Prieto, que se
está yendo a guerras todo el tiempo para demostrar que su feminidad “débil” y
“endeble” puede construir quizá el principio del final de cualquier bala.
Parece que, por una vez en su historia, la RAE avanza por
detrás de nuestra sociedad. Los académicos han quitado las acepciones “débil” y
“endeble” de la entrada “feminidad” después de que Ruiz Gallardón haya sido
decapitado –si cabeza hubiere—por su proyecto de ley del aborto.
Yo no las hubiera quitado. Las acepciones. Femenino
significa débil y endeble, como masculino significa también débil y endeble, y
no digamos la RAE, que es la que más merece los sinónimos de débil y endeble.
Los perros muerden, los hombres ladran y las mujeres gimen. Tenemos el canon de
nuestra lengua en manos de unos tíos que han esperado hasta el año 2014 para
retirar “débil” y “endeble” como sinónimos de femenino. No me extraña que
después andemos leyendo a tontas y a locas. O no leyendo.
Rajoy |
Las palabras son bichitos importantes. Ayer en Milán, en
rueda de prensa, nuestro adorado presidente Mariano Rajoy contestó a una
pregunta sobre el choriceo de Rodrigo Rato (al que él impuso al frente de
Bankia) con las siguientes palabras: “Yo no debo prejuzgar nada en este momento
sobre esa persona de la que usted me habla”. En ningún momento pronunció un
nombre. Ni el de Rodrigo ni el de Rato.
Débil y endeble. Mariano Rajoy me pareció muy femenino
hablando de Rodrigo Rato. En el viejo sentido detestable de la RAE. En ese
sentido, Mariano Rajoy es tan débil, endeble y femenino que solo es capaz de
describir al chorizo al que puso al frente de un banco choricero que nos costó
22.000 millones de euros como “esa persona de la que usted me habla”. Ninguna
de mis cientos de miles de ex novias adúlteras me ha confesado jamás el nombre
de sus amantes con tan escasa virilidad: “Ay, no, perdóname, pero es verdad: me
lo hice con esa persona de la que usted me habla”.
Mariano Rajoy es menos femenino que débil o endeble. Hizo
bien la RAE en rectificar. “Esa persona de la que usted me habla” es su ex
compañero de Gobierno, el tío que pusiste a gastar dinero B en un prostíbulo
financiero que no desconocías, presidente; un miembro de una saga histórica de
salteadores con presunción de inocencia por decreto. Hasta Franco, tan connivente
con los oligarcas, encarceló al padre de
Rato por fugar dineros a Suiza junto a los Botín (esa modesta y honrada saga de
banqueros españoles que levantaron el imperio Santander).
La endeblez y debilidad de Mariano Rajoy ante “esa persona
de la que usted me habla”, o sea, ante esa oligarquía chorifinanciera que
representan los Rato, no tiene nada de femenina. Ni de masculina. Ni de nada.
Durante el gobierno de Aznar, Rajoy y “esa persona de la que usted me habla”
compartían consejo de ministros cada viernes.
Me alegra que las palabras débil y endeble no vuelvan a
aparecer asociadas a lo femenino en el diccionario de la RAE. Así me evita el
arrebato machista de llamar a Rajoy afeminado ante los oligarcas choriceros.
Llamándole endeble y débil sin tener que usar la inexacta e insultante ex
palabra afeminado, me quedo bastante más tranquilo. Por los elpidazos y
garzonazos que me puedan pasar.
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Fuente: www.publico.es
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