Artículos de
Opinión | Juan Torres López | 28-01-2013 |
Lleva razón
Griñán cuando dice que la política de austeridad y la reforma laboral son
responsables del aumento del paro que acaba de registrar la Encuesta de
Población Activa. Pero me temo que limitarse a reconocerlo es tan inútil como
recordarle que fue su propio partido el primero que empezó a ponerlas en marcha
sin que los socialistas andaluces manifestaran entonces demasiado desacuerdo
con ello.
Las últimas
cifras de empleo y paro indican con toda claridad que la situación económica es
gravísima y que sigue deteriorándose. Pero, además, muestran algunos nuevos
signos que me parecen incluso aún más preocupantes.
Me parece
muy significativo, por ejemplo, que el paro masculino haya descendido en el
último trimestre en 14.200 personas (solo ha aumentado en los mayores de 54
años), mientras que el de las mujeres ha aumentado en 32.600, de modo que de
cada cuatro nuevos parados en Andalucía tres son mujeres.
El
incremento del paro femenino es malo en sí mismo, como el de los hombres, pero
conlleva además un peligro porque cuanto más aumenten las diferentes
manifestaciones de la desigualdad más difícil será salir de la crisis, dado que
todas ellas han sido las que en gran parte la han provocado. Pero, además de
ello, puede representar el inicio de un incremento acelerado en el paro si se
confirmara que entramos en la fase de mayor destrucción específica de empleo
femenino, una fase que habíamos adelantado que podría llegar si se permite que
una de las salidas de la crisis sea la reocupación de las mujeres en puestos de
trabajo a tiempo parcial, lo que requiere la previa expulsión del empleo de una
buena parte de las que hasta ahora están ocupadas.
Otra novedad
que refleja la encuesta del último trimestre del pasado año es que una gran
parte del empleo que se destruye en Andalucía es público, lo que podría
significar que el sector público está perdiendo su ya de por sí escaso vigor,
algo preocupante pues su presencia es decisiva para crear directamente riqueza
y para apoyar en esta tarea a la iniciativa privada. En Andalucía, lejos de lo
que se nos quiere hacer creer, no sobra empleo público sino que se necesita aún
más para que esa labor se pueda llevar a cabo eficazmente y en las mismas
condiciones que en las naciones más adelantadas de nuestro entorno. Sé que en
estos momentos hay muchas oficinas de la Junta de Andalucía repletas de
funcionarios sin cometido alguno pero eso debería llevar a una reforma urgente
de nuestra administración pública y no a su parálisis bien por pérdida de
empleo o por la inadecuada utilización de sus efectivos.
Pues bien,
cuando la realidad se empeña en mostrarse sin disimulo y cuando los datos nos
anticipan con tanta transparencia las futuras complicaciones, ni vale buscar
excusas mirando atrás, ni las soluciones conservadoras suelen ser valiosas. Si
estamos descubriendo día a día que las políticas que se aplican no están
sirviendo para lo que se anuncian, que las empresas siguen cerrando por falta
de crédito y de clientela a pesar de tanta reforma, que los ingresos públicos
(como los privados) siguen cayendo y que la deuda en lugar de reducirse aumenta
sin descanso cuando se hacen recortes, ni podemos conformarnos con esperar a
que los vientos cambien ni es decente limitarse a culpar al otro.
Los
andaluces hemos hecho bien muchas cosas pero unas cifras tan dramáticas de
desempleo indican que también ha de haber una gran parte de propia
responsabilidad en el deterioro que sufre nuestra economía, y la mayor,
posiblemente, la de no haber sido capaces de elegir nuestro propio camino, el
habernos creído el cuento de que la globalización galopante, sus políticas de
deuda y el crecimiento de un modelo insostenible nos encumbrarían idílicamente.
Ahora que el
Gobierno ofrece un Pacto por Andalucía y que se trata de reeditar la
concertación de años anteriores sería el momento de poner las cartas sobre la
mesa con claridad y sinceridad y, sobre todo, de hacer partícipe a toda la
sociedad y no solo a organizaciones o instituciones que más que simpatía y
confianza concitan reserva, cuando no rechazo.
Fuente: http://tercerainformacion.es/
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