Artículos de
Opinión | Jesús Castillo * | 29-01-2013 |
Las fuertes
luchas sociales de los años sesenta e inicios de los setenta, aún consiguiendo avances importantes, no
consiguieron los objetivos planteados como horizonte de lucha. Al descenso
natural en el nivel de movilizaciones tras un periodo socialmente muy convulso
se sumaron, durante los años setenta e inicios de los ochenta, derrotas
importantes en los planos sindical y político frente a gobiernos como los de
Thatcher en Reino Unido y Reagan en Estados Unidos. En el Estado español,
venció una Transición política en la que no se hizo justicia y no se avanzó
social y políticamente como esperaban millones de personas. El neoliberalismo,
que tan bien conocemos ahora, comenzó a instalarse como una fase más en la
desesperada huida hacia delante de los capitalistas en su intento por dejar
atrás la crisis de los setenta.
En este
contexto, comenzaron a surgir diferentes movimientos sociales que enfocaban la
lucha a nivel sectorial, configurándose grupos ecologistas, feministas, LGTB,
de jóvenes, contra el racismo, etc. Con el paso del tiempo, algunos de estos
movimientos sociales que nacieron con un espíritu eminentemente reivindicativo
y antisistema fueron derivando hacia posiciones reformistas y labores
asistenciales, dando lugar a toda una pléyade de Organizaciones No
Gubernamentales (ONGs), muchas de las cuales se financiaban principalmente
mediante subvenciones públicas.
Ahora, en
plena crisis económica utilizada como excusa para recortar lo público en favor
de los intereses de unos pocos, las subvenciones a ONGs se están viendo
recortadas drásticamente, desde las que reciben grupos de lucha contra el VIH hasta
las de desarrollo. Al mismo tiempo se prioriza el pago de una deuda soberana
ilegítima, en gran parte producto de la transferencia de la deuda de la banca a
la deuda pública.
Muchas ONGs
miran ahora hacia las bases de la sociedad y a los movimientos sociales,
impulsados y agrupados en gran parte en el 15M, para sobrevivir. Frente al
recorte en subvenciones, estas ONGs realizan, por ejemplo, actividades para
autofinanciarse a la vez que conciencian sobre una problemática social
determinada.
El pago de la
deuda ilegítima es un problema para muchas ONGs (el dinero de su financiación
está yendo en gran parte a pagar la deuda) y para la mayoría de la sociedad que
vemos como nos privatizan los servicios públicos y nos recortan nuestras
condiciones laborales. Frente a este problema común es hora de que la sociedad
civil organizada, desde ONGs y otros movimientos sociales, a asociaciones de
vecinos y vecinas y a la izquierda revolucionaria nos unamos con el objetivo
común de hacer frente a la dinámica neoliberal y contra el pago de su deuda. Es
hora de que manteniendo la diversidad, que es riqueza, unifiquemos esfuerzos en
luchas claves como la que se articula contra el pago de una deuda ilegítima y
que viene unida a un nuevo proyecto constituyente. Necesitamos un movimiento
masivo que se articule desde las bases de la sociedad y se inspire y apoye en
experiencias recientes latinoamericanas en Ecuador, Venezuela o Bolivia, en las
luchas europeas contra la austeridad y en las revoluciones árabes que siguen su
camino.
* Es un
activista de En lucha, profesor de Ecología y delegado sindical del Sindicato
Andaluz de Trabajadores/as (SAT) en la Universidad de Sevilla.
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