¿La Europa de la democracia y los
derechos humanos?
Artículos de
Opinión | Francisco González Tejera | 26-01-2013 |
Mientras la
pobreza extrema sacude los hogares de millones de familias, unos cuantos
gerifaltes del saqueo se reparten sobres de dinero en negro, negro miserable,
negro fascista, negro como la muerte y el genocidio social de todo un pueblo.
La miseria asola las viviendas humildes y muchas personas no ven salida a sus
gravísimos problemas, a la falta de comida, a los recortes sociales diseñados
por una casta gobernante que solo piensa en enriquecerse, en meter la mano, en
nutrir sus multimillonarias cuentas corrientes en cualquier paraíso fiscal. El
caso es seguir chupando de la teta del estado y cuando no quede nada
privatizarlo, entregarlo a otros tramposos que les seguirán untando el beso con
billetes de 500 euros usados. La contabilidad en “B” de bandidos y hasta en “C”
de cabrones, está clara señores, los mamones seguirán ganando a costa de la
miseria y el hambre del pueblo.
El crimen
organizado ya no pernocta en las cárceles, donde los hijos de los obreros
cumplen largas condenas, víctimas de un sistema asesino, ahora la delincuencia
viste bien, inunda de pestilencia los parlamentos y los palacios de la realeza,
los lujosos despachos y carteras ministeriales, las costosas cenas con dinero
del pueblo, los cocteles caros con la patronal, los hospitales privatizados,
regalados al insaciable marido de cierta dama de la peineta. En cualquier
prisión hay gente mucho más honrada que entre esta casta de la dolce vita y el
coche oficial, los que miran de arriba abajo a la gente empobrecida, a los que
consideran gandules y les gritan ¡Que se jodan! en un alarde faccioso que proviene
de un odio de clase ancestral, contra quienes no tienen trabajo y hacen
malabarismos para poder sobrevivir. Las millones de personas que navegamos en
la precariedad, mientras unos pocos, ese 1% de pandilleros, se hacen de oro
entre sobres, evasión de capitales y privatizaciones con prebendas y favores.
Esta nueva
olimpiada del robo sacude cual maratón millonario los cimientos de un estado
devastado, en manos de seres sin escrúpulos ni sentimientos. Les importa una
mierda que haya niños desnutridos, los 15 suicidios diarios por razones
económicas, los enfermos dependientes que se mueren por no poder pagar una
ambulancia o una rehabilitación. Todo funciona en negro, oscuro, tétrico,
fantasmal, con una extraordinaria placidez, con la inquina salvaje de los que
usan perfumes caros y se gastan los millones hurtados en diamantes de sangre
para sus queridas, en mansiones gigantescas, en yates para pegarse las juergas
a todo tren. Se las suda el inmenso sufrimiento de la gente humilde y mandan a
sus policías a rodear y proteger sus sedes, ordenándoles reprimir al pueblo que
se manifiesta exigiendo justicia, pidiendo que encarcelen a los verdaderos
ladrones.
Las palabras
viajan y pueden recorrer miles de km en pocas horas, llegar a cada rincón de
esta frágil Tierra, de un planeta al filo del desastre, para que todos/as sepan
a lo que estamos sometidos en este invento millonario del “España va bien”,
donde su espantosa “marca” es promocionada y vendida como que aquí no pasa
nada, que todo va sobre ruedas, que nadie sufre y se suicida por perderlo todo,
que los recortes nos ayudan a bajar de peso, a vivir con menos, a tener que
pagar nuestras medicinas alegremente, los servicios esenciales que tanto nos
han costado conseguir. Su particular “marca” de la mentira nos degrada y no
está planteada para promocionar los productos de los humildes, sino de los
grandes emporios que despiden trabajadores/as impunemente, que vulneran la
legislación laboral, que explotan y se aprovechan de las altísimas cifras de
desempleo, para pisotear derechos laborales y humanos universales.
Por mucho
que la quieran maquillar la imagen del estado español en el exterior está
altamente deteriorada, desde cualquier lugar se percibe el choriceo, los robos,
los pelotazos, las corruptelas, la represión policial, el brutal
empobrecimiento de la población y una pestilencia que destruye cualquier
posibilidad, la mínima esperanza de que alguien con dos dedos de frente, se
tome en serio a este gobierno de chiquilicuatres millonarios.
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