Durruti en Puerto Cabras, Fuerteventura
Martes, 29
de enero de 2013
Elías
Rodríguez Rodríguez
El pasado 20 de noviembre se cumplieron 76 años de la muerte del revolucionario anarquista leonés Buenaventura Durruti Domínguez. De este hombre honesto, considerado como uno de los libertarios más universales del movimiento anarquista. De este revolucionario nato, de este héroe del pueblo. A 76 años de su muerte - en circunstancias que aún siguen discutiéndose - y a 116 de su nacimiento- Durruti sigue siendo un auténtico símbolo del ideal libertario. Idolatrado por sus seguidores y temido por sus adversarios, continúa siendo aún una figura enigmática y sugestiva a la vez.
Se había desplazado a Madrid desde Barcelona con su columna a fin
de ayudar en la defensa de la capital ante la inminente llegada del ejército
que se había sublevado contra la República. Los cerca de 2.000 hombres
de su columna se posicionaron en la ciudad universitaria. Sobre la una de
la tarde del día 19 de noviembre de 1936 en medio de la Batalla de Madrid,
en el frente de la Ciudad Universitaria, en concreto en la calle Isaac
Peral, Durruti es herido en el pecho por una bala, se la transporta al
Hotel Ritz, que en esos tiempos era utilizado como hospital de sangre de
las milicias catalanas, y en él muere al día siguiente, día 20 sobre las cuatro
de la mañana.
El 20 de noviembre de 1936 es una fecha que tuvo un gran significado dentro de la Guerra Civil Española. Este día, cuando se han librado solo los primeros meses de lo que sería una larga contienda, mueren separados por escasas horas (8 h.) y cientos de kilómetros, dos personajes muy importantes de los dos bandos. Sus muertes tienen en común el que aún no se haya desvelado suficientemente lo que pasó en algunos de los últimos momentos de sus vidas. También les unía otro hecho anecdótico, las dos organizaciones políticas que representaban compartían los mismos colores en sus banderas, el rojo y el negro. Por lo demás tenían poco en común, excepto que los dos eran muy buenos oradores. Estos dos personajes son: Buenaventura Durruti Domínguez y José Antonio Primo de Rivera (muere a las 6 h. en la cárcel de Alicante).
El 20 de noviembre de 1936 es una fecha que tuvo un gran significado dentro de la Guerra Civil Española. Este día, cuando se han librado solo los primeros meses de lo que sería una larga contienda, mueren separados por escasas horas (8 h.) y cientos de kilómetros, dos personajes muy importantes de los dos bandos. Sus muertes tienen en común el que aún no se haya desvelado suficientemente lo que pasó en algunos de los últimos momentos de sus vidas. También les unía otro hecho anecdótico, las dos organizaciones políticas que representaban compartían los mismos colores en sus banderas, el rojo y el negro. Por lo demás tenían poco en común, excepto que los dos eran muy buenos oradores. Estos dos personajes son: Buenaventura Durruti Domínguez y José Antonio Primo de Rivera (muere a las 6 h. en la cárcel de Alicante).
Durante mucho tiempo en España sólo se relacionaba esta fecha con la muerte del
fundador de la Falange Española. Será venerado éste hasta límites
insospechados, convirtiéndose en mártir para sus seguidores. Dicen que la
historia la escriben los que ganan las guerras y personalmente creo que la
frase no carece de razón. Posiblemente, si la guerra hubiese tenido un final
diferente, durante algunos años solo se recordaría esta fecha por la muerte de Durruti.
Otro dato a tener en cuenta es que Franco muere 39 años después,
el 20 de noviembre de 1975, para recalcar más el significado del 20-N.
Pero hoy, con la benevolencia de todos ustedes, lo que haré será comentar brevemente los hechos que motivaron traer deportado a Durruti y siete compañeros más a Puerto de Cabras (Fuerteventura) en 1932, durante el primer bienio o periodo negro de la Segunda República; darles algunos detalles de su estancia en la Isla; así como la acción que más tarde hizo Durruti el 20 de julio de 1936 en Barcelona salvando a un majorero del paseíllo de la muerte. Durante todo el año 1931 en toda España se estaba viviendo un momento prerrevolucionario cuya iniciativa y empuje lo está llevando a efecto la CNT. Y, efectivamente, el 17 de enero de 1932, Durruti se traslada a la zona minera de Figols –en el Alto Llobregat (Cataluña)- donde en compañía de los anarquistas Arturo Perera y Pérez, tiene que dar un mitin. Ante la audiencia masiva de gente, Durruti se reafirma en la necesidad de la revolución y asegura:
“No creáis en las reformas de la democracia burguesa, de la que los trabajadores nada pueden esperar. (…). La democracia burguesa ha fracasado. (…). Es necesario realizar la revolución. (…). La emancipación total de la clase trabajadora solamente puede conseguirse mediante la expropiación de la riqueza que detenta la burguesía y suprimiendo el Estado”.
Pero hoy, con la benevolencia de todos ustedes, lo que haré será comentar brevemente los hechos que motivaron traer deportado a Durruti y siete compañeros más a Puerto de Cabras (Fuerteventura) en 1932, durante el primer bienio o periodo negro de la Segunda República; darles algunos detalles de su estancia en la Isla; así como la acción que más tarde hizo Durruti el 20 de julio de 1936 en Barcelona salvando a un majorero del paseíllo de la muerte. Durante todo el año 1931 en toda España se estaba viviendo un momento prerrevolucionario cuya iniciativa y empuje lo está llevando a efecto la CNT. Y, efectivamente, el 17 de enero de 1932, Durruti se traslada a la zona minera de Figols –en el Alto Llobregat (Cataluña)- donde en compañía de los anarquistas Arturo Perera y Pérez, tiene que dar un mitin. Ante la audiencia masiva de gente, Durruti se reafirma en la necesidad de la revolución y asegura:
“No creáis en las reformas de la democracia burguesa, de la que los trabajadores nada pueden esperar. (…). La democracia burguesa ha fracasado. (…). Es necesario realizar la revolución. (…). La emancipación total de la clase trabajadora solamente puede conseguirse mediante la expropiación de la riqueza que detenta la burguesía y suprimiendo el Estado”.
Lo que se desprende de estas palabras es que aconsejó a los mineros de
Figols que se prepararan para la lucha final. Al día siguiente, 18 de enero
de 1932, iba a producirse un gran acontecimiento en la historia del movimiento
libertario. En Figols, primero, en otros pueblos de la comarca después (Sallant,
Suría, Berga, Cardona y Manresa), se iba a proclamar por primera vez en la
historia, el comunismo libertario. Sólo cinco días vivieron estos pueblos de
comunismo libertario por el que quedaron abolidos el dinero, la propiedad
privada y la autoridad estatal. Inmediatamente el Gobierno hizo uso de la Ley
de Defensa de la República. La rápida intervención del ejército y la
posterior represión fueron las medidas tomadas. En la mañana del día 21,
Durruti y los hermanos Ascaso eran detenidos y conducidos junto con medio
centenar más al, un viejo trasatlántico anclado para ser desguazado en el
puerto de Barcelona. A ellos no tardan en unírseles otro medio centenar de la CNT
para ser deportados.
EL DESTIERRO
MAJORERO
La deportación provoca un acalorado debate en las Cortes Constituyentes y
la decisión gubernamental es aprobada por 162 votos y 16 en contra. Entre los
que se oponen están los diputados: Sediles, Ramón Franco (hermano de
Francisco Franco), Rodrigo Soriano (que estuvo desterrado con Unamuno
en Fuerteventura en 1924), Botella, Asensi, Barriobero, Eduardo Ortega
(hermano de José Ortega y Gasset), Samblancat, Balbontín, Castelao
y Luis de Tapia.
Al amanecer del día 10 de febrero, el Buenos Aires protegido por el destructor Cánovas sale del puerto de Barcelona con 108 deportados. Al pasar por Valencia y Cádiz recoge algunos más, haciendo un total de 128, aunque esta cifra varía según qué información. En principio se dirigen a Bata; pero al llegar a Guinea recibe orden de dirigirse al Sáhara. Tras 24 días de navegación desembarcan en Villa Cisneros, pero el Gobernador de Villa Cisneros se negó a admitir a Durruti, al que consideraba asesino de su padre, Fernando González Reguera, ex Gobernador de Bilbao. Hecho no cierto, pues cuando ocurrió dicho atentado Durruti estaba en la cárcel.
Esta fue la razón por la que Durruti es deportado a Fuerteventura con siete compañeros más. Sobre su estancia en Fuerteventura todavía conocemos poco, pero poseemos testimonios escritos y fehacientes de su personalidad y forma de vida en el Puerto. Un telegrama a su compañera en Barcelona; dos cartas: una de Durruti a su hermana Rosa y otra del majorero Ramón Castañeyra Schamán a Abel Paz; una entrevista hecha por el que esto escribe a tres majoreros que se reunían con él y simpatizaban con la CNT; así como otras aportaciones hechas por Jesús Giráldes Macía, son las escasas fuentes que aún hoy poseemos.
El día 13 de abril de 1932, Durruti y sus siete compañeros son embarcados en el destructor Cánovas y llevados a Puerto de Cabras (Fuerteventura) desde Las Palmas. El día 15 su compañera en Barcelona, recibe un telegrama de Durruti diciéndole que habían desembarcado en la Isla. El día 29 de agosto de 1936, después de siete meses quedan libres todos los detenidos por la insurrección del Alto Llobregat. En Fuerteventura permaneció Durruti cuatro meses y 15 días aproximadamente. De los deportados que le acompañaron a Fuerteventura, tenemos la seguridad de los anarquistas: Domingo Ascaso Abadí, Juan Arcas y Manuel Prieto García. Parece que estuvieron unas pocas semanas al final del destierro y venidos después de salir de Villa Cisneros y del hospital de Las Palmas: Manuel Pérez Feliu, Domingo Canela Jasico, Tomás Cano Ruíz y el comunista Joaquín Masmano Pardo y, posiblemente: Antonio Fernández Progreso y Diego Parra. Estos son datos que no están del todo confirmados.
En carta a su hermana Rosa del 18 de abril de 1936, desde Puerto de Cabras, le dice que hasta el día anterior y desde el 10 de febrero había estado prácticamente incomunicado del mundo exterior. Continúa reprochando al Gobierno la poca sensibilidad que han tenido con ellos. Sigue hablándoles de la odisea que han tenido durante el viaje; que le acompaña siete compañeros más, algunos enfermos. Que es una isla muy descuidada por todos los gobiernos que han gobernado a España. Viven en el cuartel y les dan 1,75 pts. Para la manutención diaria de todos. Hace alusión al destierro de Unamuno y Soriano. Comenta que cuando llegaron:
”El vecindario de la isla estaba asustado. Les habían dicho que nosotros nos comíamos a los niños crudos. Pero en cuanto nos han visto, hablado y tratado se han tranquilizado y dejan a los niños jugar con nosotros…”.
Al amanecer del día 10 de febrero, el Buenos Aires protegido por el destructor Cánovas sale del puerto de Barcelona con 108 deportados. Al pasar por Valencia y Cádiz recoge algunos más, haciendo un total de 128, aunque esta cifra varía según qué información. En principio se dirigen a Bata; pero al llegar a Guinea recibe orden de dirigirse al Sáhara. Tras 24 días de navegación desembarcan en Villa Cisneros, pero el Gobernador de Villa Cisneros se negó a admitir a Durruti, al que consideraba asesino de su padre, Fernando González Reguera, ex Gobernador de Bilbao. Hecho no cierto, pues cuando ocurrió dicho atentado Durruti estaba en la cárcel.
Esta fue la razón por la que Durruti es deportado a Fuerteventura con siete compañeros más. Sobre su estancia en Fuerteventura todavía conocemos poco, pero poseemos testimonios escritos y fehacientes de su personalidad y forma de vida en el Puerto. Un telegrama a su compañera en Barcelona; dos cartas: una de Durruti a su hermana Rosa y otra del majorero Ramón Castañeyra Schamán a Abel Paz; una entrevista hecha por el que esto escribe a tres majoreros que se reunían con él y simpatizaban con la CNT; así como otras aportaciones hechas por Jesús Giráldes Macía, son las escasas fuentes que aún hoy poseemos.
El día 13 de abril de 1932, Durruti y sus siete compañeros son embarcados en el destructor Cánovas y llevados a Puerto de Cabras (Fuerteventura) desde Las Palmas. El día 15 su compañera en Barcelona, recibe un telegrama de Durruti diciéndole que habían desembarcado en la Isla. El día 29 de agosto de 1936, después de siete meses quedan libres todos los detenidos por la insurrección del Alto Llobregat. En Fuerteventura permaneció Durruti cuatro meses y 15 días aproximadamente. De los deportados que le acompañaron a Fuerteventura, tenemos la seguridad de los anarquistas: Domingo Ascaso Abadí, Juan Arcas y Manuel Prieto García. Parece que estuvieron unas pocas semanas al final del destierro y venidos después de salir de Villa Cisneros y del hospital de Las Palmas: Manuel Pérez Feliu, Domingo Canela Jasico, Tomás Cano Ruíz y el comunista Joaquín Masmano Pardo y, posiblemente: Antonio Fernández Progreso y Diego Parra. Estos son datos que no están del todo confirmados.
En carta a su hermana Rosa del 18 de abril de 1936, desde Puerto de Cabras, le dice que hasta el día anterior y desde el 10 de febrero había estado prácticamente incomunicado del mundo exterior. Continúa reprochando al Gobierno la poca sensibilidad que han tenido con ellos. Sigue hablándoles de la odisea que han tenido durante el viaje; que le acompaña siete compañeros más, algunos enfermos. Que es una isla muy descuidada por todos los gobiernos que han gobernado a España. Viven en el cuartel y les dan 1,75 pts. Para la manutención diaria de todos. Hace alusión al destierro de Unamuno y Soriano. Comenta que cuando llegaron:
”El vecindario de la isla estaba asustado. Les habían dicho que nosotros nos comíamos a los niños crudos. Pero en cuanto nos han visto, hablado y tratado se han tranquilizado y dejan a los niños jugar con nosotros…”.
"UN
HOMBRE DE TALANTE HUMANITARIO Y SENTIMENTAL"
Le da cuenta que ha conocido a personas que lo han invitado a su casa y le
prestan libros. Y termina diciéndole que cuando vuelva a la península pedirá
explicaciones a los socialistas que han votado su deportación. La carta que con
fecha 12 de julio de 1971 escribe el majorero D. Ramón Castañeyra Schamán
a Abel Paz, que le había solicitado información de Durruti, es el
mejor testimonio que justifica el talante humanitario de Durruti, las
ansias de cultura, la honestidad en las ideas y forma de vida.
A continuación damos parte del texto de la carta, para que sean ustedes mismos los que juzguen y valoren las palabras escritas por D. Ramón a pesar de ser un enemigo ideológico:
“El señor al que usted se refiere no tiene relación conmigo por tratarse, en el caso que usted cita, de un señor casado, y yo era entonces y continúo siendo soltero. Es cierto que nos conocíamos y le facilité libros, a los que era muy aficionado; pero cuando se marchó ya no volví a tener noticias directas de Durruti. Tenía subidos ingredientes anarquistas, y yo era su antagonista en todas las discusiones que teníamos en lo atenente a la ideología de ambos. Pero mi hermano llegó a Barcelona, en el Villa de Madrid el 20 de julio de 1936; y se vio acusado de fascista por uno de los camareros del buque, se acordó de que nos había visto conversar y se dirigió a él expresándole que era hermano mío. Fue suficiente para que Durruti le colocara en una casa de confianza, evitándole el paseo terminal (…). Recuerdo que este anarquista de acción y muy audaz era también muy sentimental, pues recuerdo que estando aquí me leyó una carta de su compañera, en la que le comunicaba que una hijita de ambos estaba muy enferma, y con dificultad pudo terminar de leer porque la emoción que lo embargaba se lo impedía… Durruti, aquí, hacía una vida ordenada y contemplativa. Me pedía libros, pues yo hice amistad con él que yo le prestaba. Y se pasaba horas en el malecón del muelle. Le gustaban mucho las mujeres, con las que tuvo ciertos éxitos… Con sus compañeros de destierro siempre estaba a la greña. Les decía que eran burros, que no comprendían las cosas, y se quejaba de que apenas sabían leer. “¿Cómo queréis triunfar en la vida?”, les decía siempre…”.
El carácter humanitario de Durruti queda reflejado no sólo ante la emoción que le produce el saber que su hijita de dos meses está muy enferma, sino también, el salvar la vida al hermano de D. Ramón el día 20 de julio de 1936. Dos días después de la sublevación de Franco y en un contexto en el que el menos sospechoso a la República era pasado por las armas; no digamos si el sospechoso había sido denunciado a la FAI. Durruti, en un gesto de generosidad, sólo no dudó en salvarle la vida, sino que lo arropó y protegió en lugar seguro, aportándole los ingredientes para que luego decidiera.
Tuve la suerte años atrás de entrevistar algunas personas de Fuerteventura que conocieron a Durruti, algunos de ellos simpatizantes si no afiliados a la CNT. Unos me dijeron alguna información y anécdotas, otros nada quisieron decir. Entre los que me aportaron alguna información está: D. Juan Hormiga Rodríguez (al iniciarse la guerra fue apresado y estuvo seis meses en el Campo de Concentración de Gando). D. Juan me dijo que se reunía en los escalones del callejón de Juanito El Cojo con portuarios, obreros y marineros, informándoles del sindicato, como organizarse, etc. Que era un hombre que ayudaba mucho; él mismo vio como en ocasiones le daba dinero a gente que venía del campo para comprar alpargatas u otras necesidades.
A continuación damos parte del texto de la carta, para que sean ustedes mismos los que juzguen y valoren las palabras escritas por D. Ramón a pesar de ser un enemigo ideológico:
“El señor al que usted se refiere no tiene relación conmigo por tratarse, en el caso que usted cita, de un señor casado, y yo era entonces y continúo siendo soltero. Es cierto que nos conocíamos y le facilité libros, a los que era muy aficionado; pero cuando se marchó ya no volví a tener noticias directas de Durruti. Tenía subidos ingredientes anarquistas, y yo era su antagonista en todas las discusiones que teníamos en lo atenente a la ideología de ambos. Pero mi hermano llegó a Barcelona, en el Villa de Madrid el 20 de julio de 1936; y se vio acusado de fascista por uno de los camareros del buque, se acordó de que nos había visto conversar y se dirigió a él expresándole que era hermano mío. Fue suficiente para que Durruti le colocara en una casa de confianza, evitándole el paseo terminal (…). Recuerdo que este anarquista de acción y muy audaz era también muy sentimental, pues recuerdo que estando aquí me leyó una carta de su compañera, en la que le comunicaba que una hijita de ambos estaba muy enferma, y con dificultad pudo terminar de leer porque la emoción que lo embargaba se lo impedía… Durruti, aquí, hacía una vida ordenada y contemplativa. Me pedía libros, pues yo hice amistad con él que yo le prestaba. Y se pasaba horas en el malecón del muelle. Le gustaban mucho las mujeres, con las que tuvo ciertos éxitos… Con sus compañeros de destierro siempre estaba a la greña. Les decía que eran burros, que no comprendían las cosas, y se quejaba de que apenas sabían leer. “¿Cómo queréis triunfar en la vida?”, les decía siempre…”.
El carácter humanitario de Durruti queda reflejado no sólo ante la emoción que le produce el saber que su hijita de dos meses está muy enferma, sino también, el salvar la vida al hermano de D. Ramón el día 20 de julio de 1936. Dos días después de la sublevación de Franco y en un contexto en el que el menos sospechoso a la República era pasado por las armas; no digamos si el sospechoso había sido denunciado a la FAI. Durruti, en un gesto de generosidad, sólo no dudó en salvarle la vida, sino que lo arropó y protegió en lugar seguro, aportándole los ingredientes para que luego decidiera.
Tuve la suerte años atrás de entrevistar algunas personas de Fuerteventura que conocieron a Durruti, algunos de ellos simpatizantes si no afiliados a la CNT. Unos me dijeron alguna información y anécdotas, otros nada quisieron decir. Entre los que me aportaron alguna información está: D. Juan Hormiga Rodríguez (al iniciarse la guerra fue apresado y estuvo seis meses en el Campo de Concentración de Gando). D. Juan me dijo que se reunía en los escalones del callejón de Juanito El Cojo con portuarios, obreros y marineros, informándoles del sindicato, como organizarse, etc. Que era un hombre que ayudaba mucho; él mismo vio como en ocasiones le daba dinero a gente que venía del campo para comprar alpargatas u otras necesidades.
Recuerda con nostalgia cuando Durruti le dio nueve monedas de plata para
llevarlas a “Cabo Juby” (en aquella época iba frecuentemente a África)
y allí un artesano hiciera nueve anillos. Uno para cada uno de los deportados y
otro para él. Así lo hizo. Más tarde pescando, al recoger el nailon se le trabó
en el anillo y al tirar el pez se lo llevó. Lo contaba ya mayor con pesadumbre
y pena. Pues era un recuerdo de Durruti, de su ídolo. Otra persona que
me dio noticias de él fue D. Antonio Hormiga Domínguez, me decía que
ocupaba parte del tiempo impartiendo clase a los niños y personas mayores que
lo deseasen. D. Antonio me confirmó que el mismo llegó a ir. D. Jesús
Machín me comentó que tenía una tertulia en casa de D. Julio
(sargento de marina), a la cual asistía un reparador de telégrafos…
Sabemos, por diferentes testimonios orales, que la CNT llegó a organizarse en Fuerteventura y que la documentación que poseían fue enterrada en un saco a la entrada de Playa Blanca, al iniciarse la Guerra Civil y por temor a identificaciones y represalias.
Como ya dije anteriormente esta etapa de Durruti en Fuerteventura no está suficientemente estudiada y, desde aquí retamos a historiadores y curiosos pongan manos a la obra e indagen y escriban, que con toda seguridad valdrá la pena. He traído hoy este personaje a la memoria. No para mitificar al militante ácrata ni elevarlo al panteón de hijos ilustres por la patria y la revolución, sino porque tampoco hay que arrojar al olvido a personajes que, por sus cualidades personales o por circunstancias concretas que les tocó vivir, pueden representar a otros miles de hombres y mujeres anónimos y sintetizar acontecimientos que sí deben ser recordados más allá de la historia oficial, la elaborada por el poder.
Blog: fuerteventuralimpia.com Villaverde, 7 de enero de 2013
Sabemos, por diferentes testimonios orales, que la CNT llegó a organizarse en Fuerteventura y que la documentación que poseían fue enterrada en un saco a la entrada de Playa Blanca, al iniciarse la Guerra Civil y por temor a identificaciones y represalias.
Como ya dije anteriormente esta etapa de Durruti en Fuerteventura no está suficientemente estudiada y, desde aquí retamos a historiadores y curiosos pongan manos a la obra e indagen y escriban, que con toda seguridad valdrá la pena. He traído hoy este personaje a la memoria. No para mitificar al militante ácrata ni elevarlo al panteón de hijos ilustres por la patria y la revolución, sino porque tampoco hay que arrojar al olvido a personajes que, por sus cualidades personales o por circunstancias concretas que les tocó vivir, pueden representar a otros miles de hombres y mujeres anónimos y sintetizar acontecimientos que sí deben ser recordados más allá de la historia oficial, la elaborada por el poder.
Blog: fuerteventuralimpia.com Villaverde, 7 de enero de 2013
Fuente: http://canarias-semanal.org/
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