El
fiscal general del Estado se va sintiéndose personal y profesionalmente
abandonado por el Gobierno... y en especial por la vicepresidenta, Soraya Sáenz
de Santamaría
F. Medina | 18/12/2014
Ha saltado como un bombazo…, pero en realidad, quienes se
mueven en el mundo de la judicatura, la esperaban. Eduardo Torres-Dulce era un
hombre que se sentía desde hacía mucho tiempo traicionado y abandonado por el
Gobierno. Tanto era así, que él mismo hacía meses que no ocultaba
públicamente su desilusión.
Queda libre el hueco prometido…
En ELPLURAL.COM les contamos el pasado 8 de julio el momento en el que definitivamente se rompieron los últimos lazos que ataban al fiscal general con el Gobierno. Y esto porque ese día se concretó una traición a un tiempo personal y profesional.
En ELPLURAL.COM les contamos el pasado 8 de julio el momento en el que definitivamente se rompieron los últimos lazos que ataban al fiscal general con el Gobierno. Y esto porque ese día se concretó una traición a un tiempo personal y profesional.
Eduardo Torres-Dulce y Alberto Ruiz-Gallardón.., el ‘equipo
de Justicia’ con el que comenzó el Gobierno. Ninguno hombre de confianza de la
vicepresidenta, niguno ya en su puesto. Foto EFE/Archivo
Había sido obligado a dimitir en el Constitucional el
peculiar magistrado Enrique López después de su incidente con la policía
municipal de Madrid, que lo detuvo conduciendo una moto bebido de madrugada. Quedaba
así un hueco que Torres-Dulce entendía debía ser para él.
¿Por qué? Desde Moncloa se lo habían dejado claro. Es un
hombre al final de su carrera, al borde de la jubilación, y su salida por la
puerta grande de su carrera iba a ser entrando en el Tribunal Constitucional.
‘Al primer hueco que quedara libre le pagarían su fidelidad con el ascenso’,
vinieron a decirle. Y Torres-Dulce, a pesar de los grandes temas ante los que
se ha encontrado, “ha sido un buen fiscal general para el Gobierno“,
como nos dice un miembro del Supremo.
… Pero no se le da, ni se le consulta
Pero el viernes 4 de julio, el Consejo de Ministros, lejos de nombrarle para ocupar la plaza que quedaba vacante, le ‘abofeteaba’ de ida y de vuelta. De ida por no nombrarle, de vuelta cuando se supo que nombraban para el puesto a uno de sus fiscales, Antonio Narváez. Y para que la herida resultara mayor, sin consultarle en absoluto.
Pero el viernes 4 de julio, el Consejo de Ministros, lejos de nombrarle para ocupar la plaza que quedaba vacante, le ‘abofeteaba’ de ida y de vuelta. De ida por no nombrarle, de vuelta cuando se supo que nombraban para el puesto a uno de sus fiscales, Antonio Narváez. Y para que la herida resultara mayor, sin consultarle en absoluto.
Es verdad que no fue el único que se quedó con dos palmos de
narices ante este nombramiento. Tampoco el ministro de Justicia de entonces,
Alberto Ruiz-Gallardón, se había enterado del movimiento, que había sido
cocinado, según nos dijeron en fuentes de la propia fiscalía, entre la
vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, y los dos cabezas judiciales, el
presidente del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes, y el del
Constitucional, Francisco Pérez de los Cobos.
Desahogo en una toma de posesión
La herida que se produjo aquel día fue tan profunda, que semanas después, los presentes en la toma de un fiscal se quedaron atónitos escuchándole. Torres-Dulce no era esperado en el acto, porque la toma de posesión era de un cargo intermedio en el mundo de la fiscalía. Pero menos se esperaban las palabras, muy duras, de gran desilusión que, nos dicen, pronunció Torres-Dulce. Palabras que aún resultaron más duras en los círculos que se formaron tras el acto.
La herida que se produjo aquel día fue tan profunda, que semanas después, los presentes en la toma de un fiscal se quedaron atónitos escuchándole. Torres-Dulce no era esperado en el acto, porque la toma de posesión era de un cargo intermedio en el mundo de la fiscalía. Pero menos se esperaban las palabras, muy duras, de gran desilusión que, nos dicen, pronunció Torres-Dulce. Palabras que aún resultaron más duras en los círculos que se formaron tras el acto.
Sin duda, los hechos de Cataluña, el ridículo al que
sometió Alicia Sánchez-Camacho a la institución y al propio Torres-Dulce,
adelantando que la fiscalía general iba a intervenir por la consulta han
acabado haciendo la situación insostenible. La herida no sólo no estaba
cerrada, sino que resultaba imposible ya de suturar.
La reunión tensa que tuvieron que realizar todos los
fiscales de sala para apoyarle frente a sus colegas en Cataluña, contrarios a
actuar contra Mas y los demás miembros del Gobierno catalán, y para cubrirle
ante la presión de los políticos del PP y del Gobierno, le hicieron abrir los
ojos. Ya no iba a ser miembro del Constitucional. Tampoco tenía por qué
arrastrar el final de su carrera.
Fuente: www.elplural.com
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