nuevatribuna.es |Enrique
Viaña | Catedrático de Economía Aplicada. Universidad de Castilla La
Mancha
26 Diciembre 2014 - 17:23 h.
Mientras que
Podemos propone seguir en esta sociedad sólo que con un nuevo sentido, más
"sano", de lo que es lógico, y para generar ese nuevo sentido común
tiene que luchar sin descanso por demostrar en todo momento la sensatez de la
utopía
Uno de los temas
recurrentes de este 2014 que termina ha sido la cuestión de si Podemos
intentaba una OPA hostil sobre IU, es decir, atraerse a los cuadros políticos
de esta formación, para lo cual tenía a la vez que halagarlos individualmente y
resistirse a cualquier proyecto de unidad orgánica. Alberto Garzón y Tania
Sánchez Melero serían ejemplos de lo primero; la calculada ambigüedad
respecto de las candidaturas de Ganemos/Guanyem lo es de lo segundo. La OPA
de Podemos, en caso de que realmente la haya habido, ha fracasado de
momento. Salvo en Madrid, feudo pepero de estratégica importancia para los
líderes de Podemos y donde han llegado a un acuerdo con IU para el reparto de
la presidencia de la Comunidad y la alcaldía, el resultado de la presión es que
IU ha cerrado filas y contraatacado con lo que le queda. Muchos se preguntan:
¿Qué defienden los de IU y qué defienden los de Podemos, que enfrenta a ambos?
Voy a tratar de dar respuesta a esta pregunta obviando los puntos de
acercamiento, que doy por conocidos.
Las diferencias
culturales en política importan. Cuando Antonio Gramsci habló del
intelectual orgánico y su función legitimadora, no se refería tanto al desiderátum
de un "pensamiento colectivo" como al partido político como
catalizador de síntesis entre culturas diferenciadas y a veces contrapuestas.
Esto se lograría con discusiones rigurosas, generación de un lenguaje propio y
una cosmovisión de partido; lograrlo sería un requisito previo a la toma del
poder. Tales rasgos caracterizan a lo que en las décadas finales del siglo XX
se denominó "cultura tradicional del movimiento obrero". A pesar de
la "sopa de letras", a pesar de las escisiones, a pesar de los
pesares, esto es algo que ha trabajado a fondo IU. Y ahora vienen los de
Podemos con un discurso que niega ese trabajo previo (y las casi tres décadas
de antigüedad de IU), un discurso que afirma que el poder se puede tomar por
asalto sin más requisito que un adecuado uso de los medios de comunicación
que establezca una nueva noción de sentido común capaz de romper el discurso
legitimador de los opresores (aquí llamados "la casta"). Y que, con
menos de dos años de preparación, un grupo cohesionado y decidido puede hacerse
con el gobierno en unas elecciones. Los de IU, aparte de escépticos, están más
cabreados que una mona. Todo se les vuelve decir que Podemos es una
"moda" y que, cuando la moda haya pasado, lo que quede serán los
restos del naufragio de treinta años de esfuerzos del movimiento obrero por
reorganizarse tras la debacle del Partido Comunista en 1982.
¿Es posible una
síntesis entre ambas culturas políticas? Parece realmente difícil. Podemos
representa la cultura política de los perjudicados por la crisis. Clases medias
endeudadas, empobrecidas y desposeídas; también asalariados marginales jamás
sindicalizados que no salieron de la precariedad ni en lo mejor de la burbuja,
y ahora condenados al paro de larga duración o a no llegar a fin de mes pese a
trabajar más que nunca por casi nada. Ninguna política económica devolverá al
primer grupo el estatus perdido; únicamente la subordinación de la economía a
las personas mejorará la condición de ambos. Los dos coinciden en la búsqueda
de culpables. Hace quince o veinte años se preciaban de "pasar" de
política; ahora son vagamente conscientes de que aquel pasotismo ha traído esta
corrupción, como lo son de que su empobrecimiento corre paralelo de una
acumulación primitiva - es decir, "por las bravas" - de capital que
favorece a los más ricos. También son conscientes de la fuerza que la
democracia da al mayor número, y ellos son millones. Su cultura política está
dominada por claves simbólicas de la pequeña burguesía: el fin del gobierno es
la felicidad del mayor número; si no lo consigue, el gobierno ha fracasado.
Derecha e izquierda son términos antiguos: "el pueblo unido jamás será
vencido". Rechazan la dirección de los partidos sobre la sociedad y, por
tanto, la hegemonía del movimiento obrero; aborrecen a los sindicatos. Si los
partidos no dan al electorado lo que éste desea, no lo representan, se han
corrompido y hacen falta otros nuevos. Idealizan a las clases medias
pretendiendo organizar a toda la sociedad de conformidad con sus valores
(honestidad, mérito, dignidad). Lo más importante es moralizar la política.
En el fondo, no
es tan difícil de entender lo que están tratando de hacer los líderes de
Podemos: un partido dirigido por exmarxistas que organice rápidamente a la
pequeña burguesía proletarizada y al proletariado más pobre mientras las
heridas de la crisis aún sangran. Esta política tiene sentido siempre y cuando
la dirección del movimiento obrero sobre el partido no sea evidente; de ahí que
el marcar distancias con IU sea algo más que una táctica para arrebatarle
cuadros políticos. Esto es incluso más importante que no incurrir en pequeñas
desviaciones del ideal moralizador (con tal de que sean efectivamente
pequeñas). Si el influjo del obrerismo se hiciera presente, todo el proyecto se
vendría abajo; por eso se enfatiza los efectos no clasistas del capitalismo:
pobreza en general, desahucios, estafas financieras, deterioro del Estado de
bienestar, corrupción... El mayor reto es la construcción de ese sentido común
alternativo al de la lógica dominante, pues o el nuevo sentido común cae en la
trivialidad o debe contener una importante carga de aceptación de la utopía.
Ahí Podemos se enfrenta a la cuadratura del círculo y ahí, también, el
conflicto cultural con IU alcanza su clímax. Pues IU, que aspira a
unanueva sociedad (aunque, hoy por hoy, no sepa bien cuáles serían sus
características), ve cualquier situación intermedia como una necesaria
transacción entre el poder popular en construcción, partidario de la nueva
sociedad, y la lógica dominante; una concesión, por así decirlo, al realismo
político. Mientras que Podemos propone seguir en esta sociedad sólo que
con un nuevo sentido, más "sano", de lo que es lógico, y para generar
ese nuevo sentido común tiene que luchar sin descanso por demostrar en todo
momento la sensatez de la utopía. Esto provoca la hilaridad de los viejos
luchadores de IU.
Con casi medio
siglo de retraso al no habérselo permitido en su momento la dictadura
franquista, la izquierda española está enfrascada en su versión particular - un
poco descafeinada, eso sí, por falta de referencias intelectuales de peso - del
debate de Mayo del 68.
Fuente: www.nuevatribuna.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario