Publicado por valdenoceda el 13/12/2014
13 de diciembre de 2014.-
Por su evidente interés y porque resume de forma muy
gráfica los sentimientos de cualquier persona que lucha y consigue recuperar
los restos de un familiar, reproducimos hoy el texto que hace ocho meses nos
entregó Antonio Carrasco, nieto de un represaliado en Valdenoceda ya
identificado, el pasado 12 de abril, día en el que entregamos los restos de 23
personas identificadas. Hoy, sábado, todos tenemos un poco más de tiempo y este
texto merece una lectura pausada:
“Vaya por delante mi abrazo a todos aquéllos que hoy, como
hiciéramos nosotros en su día, vivirán momentos inolvidables, para aquellos que
experimentarán ese torrente de emociones que recorrerá su cuerpo y su
historia.
Esa historia que no está en los libros, ésa que se nos ha
trasmitido de palabra, la historia de todas y cada una de nuestras familias.
Palabra a veces fluida y otras vomitada con rabia, de los labios de aquél que
no te miente. Palabras del padre, la madre, el tío o tía o de la abuela, nunca
del padre o abuelo que dejó aquí sus huesos y su esperanza.
Palabras que no buscaban arrancar el odio en nosotros, los
nietos. Palabras que pretendían solo arrancar ese motorcito que no para en
nuestra cabeza, la razón. Y solo a través de la razón, conocer algún día la
verdad. Y aquí estamos hoy para eso, porque la razón, al igual que la verdad,
solo tiene un camino.
Antonio recibe los restos de su abuelo |
Hoy ese camino que muchos y desde lejos habéis recorrido
hasta Valdenoceda ha sido, imagino, un rodar por el recuerdo, por la
ilusión y el reencuentro.
Estos últimos días asistimos al despliegue necesario de
medios para poder encontrar el cuerpo de la hija asesinada, de viajeros,
pescadores o soldados accidentados y sepultados en el fondo de los mares,
de las víctimas de terremotos, de infinidad de desastres. Y así es como debe
ser, para descanso del periplo sin luto de sus familiares. Porque el luto es
necesario, pero solo lo puedes llevar a cabo ante la conciencia de ese cuerpo
recuperado. Lo demás es angustia, resignación, dolor…mucho dolor. Pero no luto.
Nadie en su sano juicio puede condenar el uso de dinero
público destinado a tal menester, cueste lo que cueste, repito, nadie.
Y es que esos cuerpos encontrados alivian, nos dan la
certeza de que lo presagiado es cierto aunque no queramos creerlo. Nos sacan de
la locura para hacernos caer de bruces en la pena. La absoluta pena de que el
ciclo natural de la vida se trunque y nos deje desmembrados antes de tiempo.
Esos cuerpos, además, facilitan el engranaje del repulsivo y
burocrático legal sistema de la muerte. Burocracia que permite finalmente ser
subsidiario de indemnizaciones, compensaciones y pensiones para ello
legisladas, por nimias que éstas sean.
¿Y los nuestros? Nuestros muertos. ¿No merecen acaso el
mismo trato? ¿Tan indignas fueron sus vidas? o ¿Quizás es que lo indigno fue su
muerte y por eso no convienen?…
Aquél que se atreve a asegurar que gente como tú o como yo
solo hemos buscado a los nuestros y nuestra historia, la que se nos ha escrito
con la voz del huérfano o la viuda, cuando ha habido dinero por medio debe
tener su ser relleno con odio y no con razón. Quizás la voz de algún huérfano o
viuda lo envenenó con esa semilla. Sin duda fue un huérfano o viuda de los que
también sufrieron ausencia y dolor, pero que a pesar de haber recuperado a su
muerto, a pesar de encontrarle un monumento en cada plaza de un pueblo, a pesar
de haber sido recompensado con una paga, con un estanco, con honores, etc…Aún
así siguió odiando y con su voz pudrió al niño que escuchaba. Ese niño que hoy
es político y cobra un sueldo pagado por todos, los que piensan como él, los
que no, y también todos los que estamos aquí.
Y sí, para hacer todo este trabajo faraónico de recuperar a
los nuestros, como para todo, hace falta dinero. Y sí, las subvenciones son
necesarias, tan necesarias como para otras cosas que a mí no me afectan, pero
que van para el bien de otros.
Recordarle a ese representante del pueblo que juntando la
deuda de pensiones de orfandad, de viudedad, de discapacidad o de daños y
perjuicios o del trabajo sin remunerar que hicieron nuestros abuelos en las
prisiones a lo largo y ancho de la península, esa deuda que contrajo la
dictadura con todos nosotros, deberíamos tener suficiente y sobraría para
exhumar todos los cuerpos y construir 20 o 30 improductivos aeropuertos más.
Pero en fin, eso es lo que tiene ocultar o maquillar la historia.
La rabia no se acaba matando al perro, la rabia se acaba
cuando se investiga y se encuentra la vacuna para que no te afecte. La rabia
estará ahí, pero con la vacuna, ni usted señor representante del pueblo, ni
yo…la padeceremos, y dejaremos de tener miedo el uno del otro. ¡Haga usted el
favor, señor representante del pueblo!. En fin, como decimos en Cataluña:
Joans, Peps i assès, hi han a totes les cases (Juanes, Pepes y Burros, hay en
todas las casas).
Este 2014, sin duda ha marcado mi vida. Nada más empezarlo,
mi padre, el huérfano de quien aquí descansa, nos dejó. Hoy el huérfano soy yo,
y mi tipo de orfandad es la que todos deberíamos experimentar. La que te deja
vacío del cuerpo de tu padre, pero te deja pletórico de enseñanzas, de
vivencias, de recuerdos, de vida. Todavía hoy, cuatro meses después de su
muerte, no he tenido la necesidad de llorarlo. Una buena amiga, psicóloga para
más señas, ante mi preocupación de este hecho, me resolvió: -No es tan extraño
Antonio, tuvisteis una magnífica relación, os disteis el uno al otro, todo lo
que padre e hijo son capaces de ofrecerse mutuamente y el poder subsanar el no
saber dónde estaba enterrado su padre, ayudándole a marchar con la herida
cerrada, sin duda alguna, tiene mucho que ver con cómo te sientes.
Y eso, mi bienestar tras su muerte no tiene precio, pero sí
agradecimiento:
Gracias Asociación de familiares de presos de Valdenoceda.
Gracias, Pepe por arrancar todo esto y mantener la marcha puesta. Seguro que lo
vas a seguir haciendo durante mucho tiempo. Ese pie no se va a levantar del
acelerador tan fácilmente.
Ya hace tiempo que soy nieto, hijo, padre y como he dicho
antes este 2014 ha marcado mi vida profundamente. Ahora, también soy abuelo.
¡Abuelo! ¡Ahora soy yo el abuelo!
Ahora es a mi a quien le toca explicar mi historia, tu
historia, nuestra historia, con mi voz. Y esa criaturita de dos semanas que hoy
me impide estar aquí para acompañar a estas familias a vivir lo que yo tuve el
privilegio de haber vivido, sabrá de ti, de tus compañeros, de tus sueños.
Mi padre, en su poesía, la que descansa junto a tus huesos,
te decía que a pesar de lo que te hicieron, de lo que nos robaron, los Carrasco
seguimos aquí, en pie.
Doy fé de que así es. Y la llegada de tu tataranieta lo
confirma.
Felicidades a todos aquéllos que hoy tenéis la suerte de
recoger eso que a otros les parecen solo huesos, pero que encierran la esencia
de todas y cada una de nuestras familias. Y mi ánimo a todos aquéllos que aún
no lo podéis hacer. El día llegará”.
Antonio Carrasco
Valdenoceda 12 de Abril de 2014
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