Desmontando las falacias monárquicas. Una contribución a la lucha
ideológica.
6 de
junio de 2014
José
López
La Tercera República no vendrá sola. Y no sólo esto, no
nos vale cualquier república. Sólo merecerá la pena aquella que posibilite que
realmente el pueblo ostente el poder, que la democracia sea real y pueda
desarrollarse continuamente sin limitaciones. Lo cual sólo será posible si el
pueblo protagoniza esta nueva transición. No habrá democracia real sin una
transición real. Y no habrá una transición real sin el máximo protagonismo
popular. Todos debemos involucrarnos en la lucha por la democracia. Empezando
por las organizaciones políticas favorables a la democracia.
Dicho sea de paso que me parece un grave error por
parte de Podemos no haberse sumado a la iniciativa de IU para coordinar a las
formaciones políticas democráticas para la lucha por la República. Dar el
máximo protagonismo a las bases, a la militancia o a la ciudadanía no significa
que los coordinadores, los portavoces, los delegados, los líderes, los
representantes, o como demonios queramos denominar a esas personas que en
determinados momentos tienen mayor protagonismo que el ciudadano de a pie, no
deban hacer nada y tengan que supeditar cada una de sus acciones en todo
momento al visto bueno de quienes representan. Así como no creo que Pablo
Iglesias o los otros portavoces de Podemos necesiten en todo momento el visto
bueno de su organización para sus discursos mediáticos, tampoco deben tenerlo
para pasar de las palabras a las acciones, máxime cuando éstas están acordes
con aquéllas. Y con mayor razón cuando los acontecimientos se precipitan y se
requieren acciones urgentes. Una cosa es hacer algo a espaldas de quienes te
han dado su confianza y otra muy distinta es no hacer precisamente lo que te
han pedido que hagas. En el programa de Podemos ya se defendía la necesidad de
un proceso constituyente, por tanto sus máximos responsables no deben sólo
hablar sino que tomar las acciones pertinentes para llevar a la práctica su
programa, ya tienen el aval de sus votantes. Por eso ya se han pronunciado
verbalmente por la necesidad de un referéndum vinculante que dé la voz al
pueblo para elegir su forma de Estado. Francamente, es muy difícil explicarse
ese error cometido por Podemos. Esperemos que sea anecdótico, lo reconozcan y
lo corrijan. Esperemos que tanto IU y Podemos dejen de lado orgullos y sectarismos
y trabajen seriamente por la unidad popular. A veces parece que están más
centrados en competir entre ellos que en coordinarse en la lucha común. Nadie
está libre de errores, si éstos se cometen no pasa nada por reconocerlos y
corregirlos, es más, yo creo que así se gana credibilidad ante la ciudadanía.
La lucha por la República va a ser sobre todo una lucha
ideológica. Una vez ganada ésta la conquista de la República será sólo una
cuestión "técnica". En dicha lucha ideológica los monárquicos tienen
la ventaja de una propaganda realizada durante décadas a través de los grandes
medios de comunicación, los cuales han acaparado. Pero nosotros, los
republicanos, los verdaderos demócratas, tenemos de nuestro lado la razón, la
crisis del sistema, la realidad.
Incluso las llamativas y grandes contradicciones de
esos "republicanos" que siempre posponen este debate, que antes se
declaraban "juancarlistas", de esos falsos demócratas que no quieren
que la ciudadanía se pronuncie sobre un tema tan trascendental como la forma de
Estado. Sin embargo, no debemos infravalorar al enemigo. Que tras muchos años
de crisis y con una corrupción tan generalizada, el PPSOE, sustento político
del régimen, siga siendo, con mucho aún, la opción más votada así lo demuestra.
Por ello me parece
pertinente retomar (actualizándolo) en parte el material de un artículo que
publiqué hace cierto tiempo titulado "La necesaria república", el
cual formó parte de mis libros Rumbo a la democracia y La causa republicana,
para contribuir modestamente a la lucha ideológica por la Tercera. Debemos
combatir las falacias monárquicas con insistencia y con inteligencia. Todos
podemos aportar algo. Quienes mejor sabemos cómo ganarnos a la gente somos los
que formamos parte de ella, quienes vivimos sus mismos problemas, quienes
hablamos en su mismo lenguaje. No se trata sólo de hacer ver a la ciudadanía
que la República es mejor, por definición más democrática porque en ella el
jefe de Estado es elegido por el pueblo, lo cual es obvio, sino sobre todo de
hacerle ver que la monarquía en el actual Estado español supone un serio
obstáculo para el desarrollo de la democracia, hay que romper la presa para que
el río pueda fluir libremente.
Cuando se debate con monárquicos, es decir, con
"juancarlistas" (que ahora se reconvierten en
"felipistas"), éstos suelen usar las siguientes falacias para
defender el sistema actual:
1. El pueblo español ya se pronunció y
eligió monarquía.
Sin embargo, el Rey fue coronado por el franquismo, fue
impuesto por el anterior régimen dictatorial. Las condiciones en que se hizo el
referéndum de la Constitución de 1978 fueron muy especiales, estábamos en plena
Transición en un momento muy delicado, veníamos de una dictadura y desde luego
aún no estábamos en una democracia y prácticamente no había otra solución más
que aceptar la Constitución tal como venía hecha desde arriba, por sus llamados
padres. Además, no se plantearon todas las opciones posibles, no se dio opción
a la república. Se trató más de un chantaje que de una libre elección: o
democracia con monarquía o franquismo sin Franco. La Transición se hizo desde
la imposición de un bando al otro (quizás porque no hubo más remedio en ese
momento) y eso hay que terminar de corregirlo para que el pueblo pueda elegir
libremente el tipo de régimen que desea para nuestro país. Incluso el decir que
así se decidió en su día y que ahora hay que aguantarse con esa decisión
eternamente es poco democrático (aun sin tener en cuenta los argumentos
anteriores), por supuesto que no se trata de volver a decidir sobre lo mismo
constantemente, si no no podríamos funcionar, pero tampoco se puede evitar replantear
ciertas cuestiones cada cierto tiempo (prudencial), si no nunca cambiaríamos,
máxime cuando el sistema está en crisis, no funciona.
2. La monarquía española es más barata que
muchas repúblicas de nuestro alrededor.
Esto es muy discutible, pues muchos gastos de la
monarquía son asumidos por distintos ministerios. Según algunas estimaciones,
los costes de la Casa Real son realmente mucho mayores que los oficiales
(561.654.350 euros. Coste real de la monarquía española.).
Cuando se compara el coste de nuestra monarquía con los
gastos de las repúblicas de países vecinos no hay que caer en el error de hacer
comparaciones directas e inmediatas de las instituciones. Por ejemplo, el
presidente de la república francesa tiene algunas atribuciones parecidas al rey
de España y además atribuciones del presidente de gobierno y de algunos
ministerios de nuestro país. Por esto los gastos de la jefatura de Estado de la
república francesa y los gastos de la jefatura de Estado de la monarquía
española no se pueden comparar directa y fácilmente, porque no están asignados
o distribuidos de la misma forma, porque ambos jefes de Estado tienen distintas
competencias. Y todo esto sin contar con la corrupción que se produce en un
sistema nada transparente donde los ricos pueden robar a mansalva sin
consecuencias para ellos mientras se persigue el pequeño delito. ¿Qué coste
tiene la corrupción para la sociedad? ¿No hay menos corrupción cuando nadie
está por encima de la ley, cuando la ley es igual para todos, cuando hay más
transparencia, es decir, con más y mejor democracia? ¿Qué coste económico
(además del coste en derechos humanos) tiene la falta de democracia, o su
escasa calidad?
Por otro lado, el coste económico (aun admitiendo que
más democracia supone más gastos para la sociedad, lo cual es muy, muy, muy
discutible) no es un argumento de peso a tener en cuenta, pues si así fuera
podríamos suspender la democracia que con toda su parafernalia de elecciones,
subvenciones a partidos políticos o sindicatos, es más costosa que una
dictadura. ¿Volvemos pues a la dictadura porque aparentemente es más barata?
3. Es mejor que haya un rey (que no tenga
que ver con los partidos políticos) porque así el jefe de Estado es imparcial.
Sin embargo, nunca puede asegurarse que un rey sea
imparcial por el simple hecho de no pertenecer a un partido político. De hecho,
según la biografía no autorizada Un Rey golpe a golpe, nuestro Rey no se ha
caracterizado precisamente por su imparcialidad (hay pruebas documentadas que
demuestran que el Rey pidió 10 millones de dólares para financiar a la UCD,
Adolfo Suárez dimitió, entre otras razones, por desavenencias con su Majestad,
etc.). Yo no he visto mucho al Rey reunirse con los trabajadores, pero sí lo he
visto sobre todo acompañado (y ovacionado) por los grandes empresarios. No lo
he visto apoyando a los desahuciados o a los desempleados pero sí lo he visto
rodeado de ricos en su yate o de deportistas de élite. Cuando uno pertenece a
la clase opulenta del país es muy poco probable, por no decir imposible, que
pueda ser imparcial, que esté igual de cercano a todos los españoles.
Además, dicha imparcialidad no es necesaria cuando
prácticamente el jefe de Estado es simbólico y no tiene casi ninguna
responsabilidad política (como al menos ocurre oficialmente en nuestro país).
Además, la función de un jefe de Estado no es ser imparcial, no es ejercer de
árbitro en la política interna de su país, sino que es la de representar a su
país ante el resto del mundo y en algunos casos (en las repúblicas presidencialistas
o semipresidencialistas) aplicar cierta política (correspondiente al programa
electoral refrendado por las urnas). Por otro lado, la libertad conlleva una
responsabilidad y tenemos que aprender a usarla sin tutelajes, si no nunca
seremos libres de verdad. La figura de un padre del Estado que ejerza de
árbitro imparcial es un signo de debilidad democrática porque la democracia no
necesita de tutores o guardianes sino de mecanismos legales que la garanticen,
mecanismos que no deben depender de ninguna persona en particular. No podemos
ser al mismo tiempo ciudadanos y súbditos. Si dicen que nuestra democracia es
sólida y está bien asentada, entonces, ¿por qué seguir con un padre o guardián
de la misma?
4. Un rey está siempre más preparado y al
no depender de una reelección actúa de forma más honrada.
Sin embargo, es obvio que una persona que no tiene el
cargo garantizado y que debe luchar por llegar a él y mantenerlo, en general,
siempre está más preparada que otra persona que sabe que el cargo es suyo para
siempre por el simple hecho de tener cierto apellido. El hecho de que no tenga
que rendir cuentas (ni legales ni políticas) fomenta comportamientos
indeseables. Algunos de los pilares de la democracia, como la separación de los
poderes para su mutuo control y la elección democrática de los cargos públicos,
existen precisamente para evitar los abusos de poder porque se parte del
supuesto (corroborado por la práctica) de que si no se establecen dichos
mecanismos es muy probable que se produzcan comportamientos deshonrosos. Según
ciertas informaciones que circulan por Internet desde hace bastante tiempo el
Rey saliente Juan Carlos I no ha tenido precisamente un comportamiento
ejemplar, más bien todo lo contrario.
5. El Rey tiene un poder político nulo.
Sin embargo, en la Constitución se establecen una serie
de poderes que en teoría el Rey puede ejercer en cualquier momento (jefe de las
fuerzas armadas, garante de la unidad de la nación, sanción de las leyes,
etc.). ¿Si el Rey tiene tan poco poder cómo puede explicarse que según los que
lo defienden "salvara la democracia", desmontando el golpe de Estado
del 23-F? ¿Y en todo caso, si no hace nada entonces para qué tenerle? Según sus
biografías (oficiales y no autorizadas) fue el protagonista de la Transición.
Dicho sea de paso que su papel en el 23-F es cada vez más cuestionado.
6. El Rey es impune pero no ha abusado de
dicho privilegio.
Sin embargo, como no hay transparencia informativa
respecto de las actividades del Rey no podemos asegurar con certeza que su
inviolabilidad e impunidad no hayan sido un problema. De hecho, según la
mencionada biografía no autorizada Un Rey golpe a golpe, Juan Carlos I ha
aprovechado dicha impunidad para enriquecerse personalmente y está relacionado
(aunque no se ha demostrado hasta ahora) con algunos de los principales casos
de corrupción que se han producido a lo largo de su reinado. Es vox populi que
nuestro Rey se ha rodeado de una "corte" de empresarios que le han
hecho numerosos regalos (coches, barcos, etc.). Esto da mucho que pensar porque
normalmente nadie regala nada gratuitamente.
7. Da igual que el Rey sea impune en la
teoría, en la práctica también lo son los políticos y los poderosos.
En teoría somos todos iguales ante la ley salvo el Rey
(que está por encima de ella). En la república francesa todos son iguales ante
la ley (incluido el presidente de la república). En la práctica ya es otra
cosa, desgraciadamente, pero si en teoría ya se reconoce que hay alguien por
encima de la ley pues eso ya es el colmo. Para que haya justicia debe haber una
ley justa y debe aplicarse de forma justa, pero si la ley ya es injusta
entonces es imposible que haya justicia. Si no podríamos decirle a los
sudafricanos que vuelvan a implantar el apartheid porque total nunca serán
iguales (en la práctica) ante la ley por razones de raza. El primer paso para
mejorar las cosas es que la ley sea por lo menos en teoría justa, luego habrá
que trabajar para que se aplique bien, pero sin el primer paso no hay nada que
hacer.
A diferencia del Rey, cualquier cargo público está
sometido (bien o mal, poco o mucho) a un control político (como le pasa al
gobierno) y a un control por parte de la prensa. Controles que, por supuesto,
hay que mejorar notablemente. Por tanto cualquier persona que, ejerciendo un
cargo político, comete un delito (por ejemplo malversación de fondos) puede ser
denunciada por los políticos o por la prensa para ser juzgada (con la
presunción de inocencia correspondiente por supuesto) pero el Rey legalmente
nunca puede ser juzgado, aunque cometa delito.
8. También existen privilegios en ciertos
cargos políticos.
Sin embargo, no se puede comparar tener ciertas
ventajas (las cuales deben ser revisadas en profundidad) con ser impune y bajo
ningún control. Por ejemplo, según la Wikipedia, la inmunidad diplomática se
refiere a los beneficios de inmunidad o inviolabilidad de que goza un
diplomático sobre su persona y el país en donde reside y se desempeña
oficialmente, la exención de impuestos y de la jurisdicción civil y criminal
respecto con los tribunales locales. A un diplomático español que resida en
Francia, por ejemplo, no se le puede juzgar en Francia pero sí se le puede
juzgar en España. Por el contrario, nuestro Rey tiene impunidad en su país
también (probablemente no será la única persona que tenga ese privilegio en el
mundo, pero desde luego no lo tiene el presidente de la república francesa).
Además muchos de los privilegios de los cargos políticos son limitados en el
tiempo (se acaban en cuanto ya no se ostentan dichos cargos), a diferencia de
la impunidad Real que es ilimitada en el tiempo, salvo en caso de abdicación.
Obviamente, una vez abdicado, lo van a intentar blindar todo lo posible. Además
de no poder juzgarle por lo que haya hecho durante su reinado, le protegerán en
cuanto deje de reinar y siga vivo. ¿Por qué querrán blindarlo tanto legalmente?
9. La gente apoya la monarquía.
Sin embargo, las encuestas sobre la cuestión
monarquía/república han sido escasas o inexistentes y toda encuesta siempre
debe tomarse con mucha precaución. Las encuestas pueden dar resultados muy
distintos dependiendo de qué se pregunte, de cómo se plantee la pregunta, de
cómo se realicen las muestras, etc. Por ejemplo, no es lo mismo preguntar si se
valora la monarquía que preguntar si se prefiere monarquía o república. Se
puede valorar positivamente la monarquía (el rey actual) pero se puede preferir
a pesar de lo anterior la república. De todas formas, si tanto apoyo dicen que
tiene la monarquía, ¿por qué no quieren ni oír hablar de un referéndum? Según
el CIS el apoyo popular a la monarquía ha ido cayendo en picado los últimos
años. Mientras no se produzca un referéndum no podrá saberse realmente lo que
piensa el pueblo español.
10. Si la gente quisiera república votaría
a partidos republicanos por lo que no es necesario un referéndum.
Cuando se vota a un partido no se considera sólo si es
republicano o no sino su programa en conjunto. Usando esa misma argumentación
no habría hecho falta el referéndum de la OTAN porque el partido que ganó en su
día las elecciones generales defendía (en un principio) el no. Cuando se vota a
un partido se le vota por muchos motivos. Habrá gente republicana que no
comparta la ideología de IU, por ejemplo, y mucha gente del PSOE que no esté de
acuerdo con que este partido renuncie a su posición tradicional a favor de la
república y también habrá gente de derechas que preferirá república. Siguiendo
el razonamiento de que el que quiera república que vote a los partidos republicanos,
nunca tendría sentido plantear un referéndum sobre ningún tema porque bastaría
con votar al partido correspondiente (admitiendo que en el resto del programa
uno esté de acuerdo con dicho partido).
Además, es un tema con la suficiente importancia para
tratarse aparte. La democracia no es sólo votar a partidos para que luego éstos
hagan lo que les dé la gana, es también, entre otras muchas cosas, que dichos
partidos respondan ante el pueblo, es también darle la opción al pueblo de
pronunciarse directamente sobre cuestiones importantes (y el sistema político
es la más importante). En una democracia sana debe haber elecciones pero
también referendos, cuantos más mejor.
11. Hay problemas mucho más prioritarios,
lo importante es resolver los problemas cotidianos. Da igual que tengamos
república o monarquía, en el fondo seguiríamos igual, la única diferencia es
que tendríamos un presidente de república en vez de un rey.
La democracia es fundamental para la resolución de los
problemas de una sociedad, cuanto más desarrollada esté mayor probabilidad de
mejorar las condiciones de vida de la mayor parte de la población. El pueblo
debe ser consciente de que hasta que no tenga el verdadero poder, no podrá
aspirar a una vida mejor en justicia, paz y libertad. No podemos mirar para
otro lado para no ver lo que no funciona y luego quejarnos cuando nos toca de
lleno el mal funcionamiento de nuestro Estado. Ni podemos ni debemos evitar
analizar las causas profundas por las que las cosas no funcionan. Todo nos afecta
a todos los niveles. No podemos aspirar a tener justicia, trabajo, vivienda
dignos si la estructura básica del Estado en que vivimos lo impide. ¿Qué
justicia puede esperarse cuando la ley de leyes atenta contra el principio
fundamental de igualdad ante la ley de todos los ciudadanos? La ley debe ser
ante todo justa y luego eficiente, pero si no es justa da igual que sea
eficiente, probablemente en el franquismo la justicia era más eficiente pero
también muy injusta.
Si tenemos en cuenta que en España la monarquía es
menos transparente que otras monarquías de nuestro entorno, que coarta la
libertad de prensa, que nuestro Rey es impune ante la ley y no está sometido a
ningún control, que fue impuesto por el franquismo,..., el planteamiento de la
cuestión republicana en nuestro país no sólo es deseable y legítimo, sino que
también es necesario para conseguir que nuestra "democracia" se
ponga, por lo menos, al mismo nivel que en el resto de países de nuestro
entorno. Esta monarquía tiene los defectos inherentes a cualquier otra más los
derivados del hecho de que sucedió a una dictadura y mantiene prácticas que
recuerdan a ésta última. Si admitimos que cuanta más democracia mayor
probabilidad de resolver los problemas (incluidos los cotidianos) y estamos de
acuerdo en que república es más democracia que monarquía (en general y más aun
en nuestro país, por las peculiaridades de nuestra reciente historia), entonces
es evidente que la cuestión republicana es necesaria y esencial para mejorar
nuestra sociedad.
12. Es mejor no volver a la república para
evitar los problemas que hubo con la Segunda República.
Sin embargo, los problemas que hubo en la Segunda
República no son sólo achacables a la propia institución republicana. En
general, y simplificando un poco, el contexto nacional e internacional era ya
de por sí muy complejo e inestable. España (y el resto de Europa) vivía una
época de cambios intensos y profundos, la inestabilidad estaba arraigada en la
sociedad española, inestabilidad que provocó en pocos años (menos de 60) el
cambio de una monarquía (Amadeo I) a una república (la primera) a una monarquía
de nuevo (Alfonso XIII y la dictadura de Primo de Rivera) y otra vez a una
república (la segunda). En esos tiempos tuvieron muchos problemas tanto los
regímenes republicanos como los monárquicos. Por tanto si no se puede volver a
instaurar la república por los problemas que tuvo en esos tiempos, tampoco
podría hacerse lo mismo con la monarquía. ¿Es que el modelo de Estado
republicano usado en la inmensa mayoría de países del mundo actualmente no
tiene sentido en nuestro país? Por otro lado, cuando dicen que el reinado de
Juan Carlos I es el periodo más largo de estabilidad en la historia reciente de
España, tampoco es cierto, realmente el mayor periodo de estabilidad (hasta
ahora) fue el franquismo. Es decir, la "estabilidad" tampoco es una
virtud en sí misma. Y por si fuera poco, ¿quién se atreve a decir que en la
actualidad España es un ejemplo de estabilidad? La España monárquica ya se está
rompiendo, territorialmente y socialmente.
13. En una república tampoco habría mucho
margen de maniobra porque se elige un presidente perteneciente a un partido.
Se elige un presidente de república de un partido es
verdad, pero por lo menos se tiene algo de margen para elegir, en el caso de un
rey el margen es cero. Y de todas maneras, en una república es más fácil
establecer unas reglas del juego que aumenten considerablemente dicho margen de
maniobra, por ejemplo, permitiendo que cualquier ciudadano, pertenezca o no a
un partido político, pueda presentarse en igualdad de condiciones a cualquier
cargo público, incluido el jefe de Estado. En una república es más fácil
desarrollar la democracia, nada es fijo e intocable, no hay tantos obstáculos.
La Tercera República no debe suponer sólo el que el jefe de Estado sea
elegible, lo cual ya sería de por sí un avance, pero un avance muy
insuficiente, necesario pero insuficiente.
14. No es el momento de plantear esta
cuestión.
Para los defensores del actual sistema nunca es el
momento de plantear esta cuestión. Si no hay crisis para qué plantearla si
España va bien. Y si hay crisis tampoco es el momento porque hay otras prioridades,
porque lo más importante es la "estabilidad". Cabría preguntarles
cuándo es para ellos el momento oportuno. Para esos falsos profetas de la
democracia dar la voz al pueblo supone inestabilidad, plantearle la cuestión de
la forma de Estado es siempre inoportuno. Dicen que hay otras cosas urgentes
que hacer, ¡pues que se lo hayan dicho a su Majestad, que no haya abdicado!
Para ellos la democracia real, empezando por el elemental hecho de darle la voz
al pueblo para que opine sobre cómo debe ser su sistema político, es
"inestabilidad", pone en peligro sus intereses económicos, su statu
quo. Es verdad que para ellos hay otras cosas más urgentes que hacer:
salvaguardar sus intereses de clase, de casta, para lo cual es imprescindible
darle poca voz al pueblo y cuanto menos mejor.
Ellos sólo quieren que votemos lo justito y que
nuestros votos sigan siendo cheques en blanco, ellos quieren hacer unas pocas
"reformas" controladas por las élites, por la casta, para que nada
cambie en verdad. La monarquía es el necesario corsé de nuestra
"democracia" para que ésta no se "descontrole", para que
siga siendo una dictadura disfrazada, una oligocracia al servicio de la
oligarquía. Ellos desean dejarlo todo atado y bien atado antes de que surja
alguna sorpresa peligrosa en las próximas elecciones, ellos desean recuperar el
terreno perdido ideológicamente con un nuevo lavado de imagen, ellos desean
ganar tiempo, a ver si con suerte la gente olvida, a ver si con suerte se sale
de la crisis, aunque sólo sea un poco, aunque sea a costa de que la mayoría se
empobrezca y pierda derechos elementales.
Necesitan que pensemos que antes vivíamos por encima de
nuestras posibilidades y que no podemos volver a lo anterior, no digamos ya
superarlo como "utópicamente" plantean los "extremistas de
izquierda". Por tanto debemos acostumbrarnos a trabajar cada vez más (los
que tengan trabajo, claro), a obedecer cada vez más, a ganar cada vez menos
dinero, a tener cada vez menos derechos, todo para ser más competitivos porque
no hay alternativa, porque así son las cosas. ¡Pero bien que se guardan ellos
de quedarse de brazos cruzados cuando ven peligrar sus privilegios, cuando tan
sólo empiezan a ver las orejas al lobo! Pretenden que nosotros no hagamos nada
cuando nos quitan nuestros derechos mientras ellos se ponen rápidamente manos a
la obra cuando sus privilegios empiezan o pueden empezar a peligrar. Quieren un
pueblo sumiso que se deje llevar por ellos, que como máximo vote cada x años
para legitimarlos. Nos dicen que las cosas no pueden ser de otra manera, pero
bien que se encargan ellos de que no sean de otra manera, de que sean
favorables a sus intereses. Dicen (o insinúan) que el destino está escrito, que
debemos asumirlo, pero bien que se encargan ellos, sólo ellos, de escribirlo,
bien que se guardan de hacernos participar en él. Dicen que nuestra democracia
está bien asentada, y bien que se guardan de desarrollarla, de darle al pueblo
la opción si quiera de opinar sobre lo más básico, bien que se guardan de tener
una ley electoral donde se cumpla el principio elemental de toda democracia
"una persona, un voto", bien que se guardan de que haya referendos,
de que éstos sean vinculantes, de que haya revocabilidad, de que los programas
electorales sean de obligado cumplimiento, de separar los poderes,...
Es nuestro deber, de los demócratas, poner en evidencia
ante la ciudadanía, cuantas veces sean precisas, a esos falsos demócratas,
empezando por esos falsos socialistas que no se atreven si quiera a dar voz a
sus propios militantes (o se lo piensan mucho, o se la dan con ciertas
limitaciones), que niegan la libertad de voto a sus propios diputados, que
dicen que son republicanos y defienden a capa y espada siempre, junto a la
derecha oficial, a la monarquía heredera del franquismo. Puede que el sistema
logre por ahora sobrevivir unos meses más, pero el posible hundimiento del PSOE
provocado (o acelerado) por su actitud vergonzosa frente a la abdicación de
Juan Carlos I, la cual hará replantearse a muchos militantes y votantes su
actitud ante dicho partido, puede suponer a medio plazo la estocada definitiva
al régimen. Sin embargo, no podemos esperar a que el régimen caiga por sí solo,
los demócratas debemos contribuir activamente a su caída, a asegurarla, a que
se produzca cuanto antes. Si no lo logramos a corto plazo por lo menos
contribuiremos a que lo haga a medio plazo, por lo menos poniendo en evidencia
ante la ciudadanía a los falsos demócratas, a los falsos republicanos, a los
falsos socialistas. Nuestro objetivo es que la gente apoye mayoritariamente la
causa republicana, que es la suya, que deje de apoyar masivamente al PPSOE y
los partidos falsamente alternativos que ahora hacen piña con los dos grandes
para salvaguardar el sistema actual. Puede que la monarquía no caiga con la abdicación
de Juan Carlos I, aunque haremos todo lo posible para que así sea, nada está
perdido, pero dicha abdicación, como mínimo, sí puede suponer un paso decisivo
hacia la Tercera República, aunque sólo sea porque la cuestión republicana se
convierta en el eje central de la lucha política (alrededor de la cual las
próximas elecciones pueden suponer un plebiscito indirecto, tal como ocurrió
con la Segunda República), aunque sólo sea porque sirve para poner en evidencia
a la falsa democracia actual y todos los que la apoyan. Es nuestro deber
contribuir a que la ciudadanía abra los ojos, tal como hicimos nosotros en su
día, a que no olvide. Si no dejan hablar al pueblo ahora (que ya veremos si lo
consiguen) que hable con contundencia la próxima vez que le dejen hablar.
El sistema quiere contraatacar ideológicamente y en
dicho contraataque el actual Rey era un obstáculo, Felipe VI puede desempeñar
un mejor papel para el imprescindible lavado de cara del sistema. El régimen
(monarquía, PPSOE y partidos satélites, grandes empresarios y banqueros,
grandes medios de adoctrinamiento ideológico disfrazados de periodismo, la
casta) se defiende y necesita ganar tiempo para contraatacar. La lucha
ideológica se va a intensificar notablemente en los próximos meses. Hay que
lavarle bien el cerebro a las masas para que en las próximas elecciones vuelvan
a la "normalidad", para lo cual no sólo basta con atacar al enemigo
demonizándolo y despertando todos los prejuicios que se han trabajado durante
décadas sino que también hay que rearmar las propias filas, aunque sólo sea
cambiando de imagen, en los principales partidos políticos así como en la
propia institución monárquica. Cambiar en apariencia para que nada cambie, como
tantas veces han hecho. Reformas paripé para salvaguardar un paripé de
democracia.
Se avecina una gran labor de "marketing" por
parte del sistema, para lo cual los demócratas debemos estar preparados y
readaptarnos continuamente, transmitir un mensaje claro y contundente a
nuestros conciudadanos, en un lenguaje sencillo que todo el mundo pueda
comprender. La República no nos resolvería inmediatamente nuestros problemas
cotidianos pero sentaría las bases para que eso fuera mucho más posible en poco
tiempo. Y por lo pronto ahorraría de entrada unos costes importantes a todos
los ciudadanos y sanearía nuestra democracia, que falta le hace. Posibilitaría
que alcancen más fácilmente el poder político fuerzas alternativas con
programas de rescate ciudadano, favorables a la mayoría y no a ciertas
minorías. Con más democracia hay menos posibilidad de que se imponga el
pensamiento único neoliberal. Con verdadera democracia los postulados de la
izquierda real, que defiende los intereses generales, de la inmensa mayoría,
tendrían muchas más posibilidades de llevarse a la práctica. No por casualidad
las fuerzas republicanas son principalmente de izquierdas. No por casualidad la
derecha no desea la verdadera democracia.
La República nos traería un presente mejor y de paso
(que no menos importante) nos proporcionaría un futuro más seguro. Además de
los argumentos teóricos o de principios a favor de la república (aplicables a
cualquier país), hay que sumar las peculiaridades de nuestra historia reciente
que hacen que un referéndum para elegir la opción de sistema sea en nuestro
caso necesario, y no sólo deseable. La monarquía necesita mucho trabajo de
"marketing" para mantenerse, la república, por el contrario, necesita
poco "marketing" para superarla en la lucha ideológica. En un debate
público donde ambas opciones puedan ser conocidas en igualdad de condiciones,
las ideas republicanas pueden superar por goleada a las monárquicas, siempre
que se consiga defenderlas con astucia y elocuencia, siempre que se consiga
poner en evidencia las evidentes contradicciones de los monárquicos, de los
falsos demócratas. El mensaje que debemos transmitir a la ciudadanía se resume
en la siguiente idea central: el proceso constituyente es imprescindible para
avanzar en democracia, para lo cual debe estar protagonizado por el pueblo, sin
democracia real no podremos salir dignamente de la crisis actual.
¡Todo el poder al pueblo!
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