ALGO MÁS QUE UN
TIRO EN LA PIERNA
Un vigilante pega un tiro a un joven en
pleno debate sobre la nueva Ley de Seguridad Privada
Sanitarios del Samur y vigilantes de
la estación de Atocha, en el lugar donde murió Antonio Mena Sanz, el 7 de mayo
de 2006, en Atocha. / jesús duva
Justo en pleno debate
sobre la futura Ley de Seguridad Privada, Leganés vivió, hace una
semana, un ejemplo de las eventuales consecuencias que puede tener un aumento de las
competencias de los vigilantes de seguridad. Un empleado de
Prosegur, Alin-Nicu Cocirca, de 35 años, pegó un tiro a un joven, Nazariy
Spivak, de 18 años, durante una reyerta. El autor del disparo aseguró a la
policía que 11 atacantes le quitaron a su compañero y a él las porras y las
emprendieron a golpes. En un momento dado, le intentaron arrebatar el arma y se
produjo un tiro fortuito. La víctima, al contrario, mantuvo que les amenazaron,
golpearon y que uno de ellos utilizó el revólver.
La reyerta
se produjo alrededor de las seis y media de la tarde en la estación de Parque
Polvoranca, en Leganés (Madrid), cuando un grupo de 11 jóvenes se saltó los
tornos en la parada anterior y comenzó a hacer gamberradas ya dentro del vagón.
Los dos vigilantes de seguridad, pertenecientes a los llamados Grupos
Operativos (GOP), se acercaron a estos viajeros y le recriminaron su actitud. A
partir de ahí, surgen las dos versiones.
Nazariy
Spivak declaró ante la policía que los dos vigilantes se acercaron al vagón en
el que estaban y les recriminaron su actitud. Acto seguido, se quitaron la
chapa de color blanco que lleva su número identificativo y comenzaron a
amenazarles, mientras la emprendían a golpes con ellos. Se inició entonces una
reyerta, en la que los jóvenes intentaron defenderse. Fue entonces cuando
Alin-Nicu Cocirca sacó su revólver reglamentario, del calibre 38 especial, y
efectuó dos disparos. El primero, al aire y el segundo, contra la pierna
izquierda de Spivak. Cuando el tren llegó a la estación, los jóvenes salieron e
intentaron huir saltando una valla.
El vigilante
de seguridad relató que los 11 chavales se colaron en Fuenlabrada. Se acercaron
a ellos y les pidieron los billetes, que no llevaban. A continuación, la
emprendieron a golpes con los empleados e incluso, según su relato, les sacan
alguna navaja. En el forcejeo les arrebataron las porras y les pegaron con
ellos. Según Cocirca, en un momento dado notó que le estaban quitando el arma y
cuando le echó mano se produjo el disparo de forma accidental que alcanzo al
joven en la pierna.
Cuando
llegaron los policías locales y nacionales, tres amigos estaban taponando la
herida de bala. Esta tenía orificio de entrada y salida y no afectó al sistema
óseo ni vascular. Fue trasladado al hospital 12 de Octubre. Mientras, el
vigilante de seguridad fue detenido, acusado de lesiones graves. También entregó
el revólver y la guía de pertenencia —el documento que atestigua la titularidad
del arma—. La policía comprobó que en el tambor había cinco cartuchos, por lo
que la versión de los jóvenes ya comenzaba a flaquear. Tras pasar a disposición
del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 3 de Leganés, quedó en
libertad con cargos.
Este
periódico contactó con el vigilante de seguridad, que está de baja, y estaba
dispuesto a contar su versión de la reyerta. La compañía para la que trabaja,
Prosegur, declinó que lo hiciera al entender que el asunto está siendo
investigado por la autoridad judicial. Fuentes del Departamento de Seguridad de
Renfe explicaron que este empleado nunca había dado problemas en el servicio
(lleva 12 años como vigilante, de los que dos ha estado en la compañía
ferroviaria) y que ha sido felicitado en más de una ocasión por su
profesionalidad en el servicio.
82.150 en activo
A finales de
2012, en España, había 82.150 vigilantes de seguridad en activo, según
los datos de la Asociación Profesional de Compañías Privadas de Servicios de
Seguridad, de los que el 86% tenía contrato indefinido y el 14% restante,
temporal.
La edad
media se situaba en 41,2 años y en su mayoría (86%) eran hombres. El 56%
cuenta con la enseñanza obligatoria, el 20% con el bachillerato y el 16% con
formación profesional. Solo el 8% han pasado por la universidad.
En 2012 había 1.490 empresas de
seguridad, de las que 436 se dedicaban a vigilancia y protección (21%),
pero que son las más importantes por el volumen de facturación, con casi el 65%
del total.
Algo similar
ocurrió con el herido. Este estuvo internado hasta el pasado viernes en la
unidad de Traumatología del hospital madrileño. Al principio accedió a explicar
a EL PAÍS lo ocurrido la tarde del sábado. Eso sí, su primera pregunta fue
cuánto iba a cobrar por hablar con el periodista. Después, no quiso hacerlo,
entre otros motivos por consejo expreso de sus padres.
Un caso en
el que se vieron envueltos también vigilantes de Renfe ocurrió en mayo de 2006
en la estación de Atocha, cuando murió Antonio Mena Sanz, de 27 años, tras ser
reducido y esposado por otros cuatro vigilantes. La autopsia determinó que Mena
no presentaba señales externas de violencia, ni hematomas ni fracturas, por lo
que el forense se inclinó a creer que falleció por un derrame cerebral.
El caso de
Leganés surge en pleno debate sobre la Ley de Seguridad Privada y su aumento de
atribuciones, entre los que se encuentra el poder detener en plena calle.
Una orden
del Ministerio del Interior de 2011 estipula que los vigilantes prestaran
servicio con un revólver calibre 38 especial con un cañón de cuatro pulgadas.
En teoría está reservado para aquellos servicios de especial riesgo como el
traslado de dinero en efectivo, la vigilancia de entidades bancarias o joyerías
o los encargados de reponer los billetes en los cajeros automáticos, entre
otros. Los que lleven armas tendrán que efectuar “un mínimo de 25 disparos” en
cada ejercicio obligatorio de tiro, que tendrá que hacer cada seis meses como
mínimo.
Para el
presidente de la Asociación Española de Directores de Seguridad (500
afiliados), José Antonio Martínez, lo importante con los vigilantes de
seguridad es que estén “bien formados” para que sepan cuáles son sus
responsabilidades y limitaciones. “El debate no está tanto en que lleven o no
arma, sino en que tengan los controles necesarios para saber que están
capacitados mental y físicamente para llevarla. Todo pasa por la formación y de
la valoración que se haga de sus aptitudes”, destaca Martínez. Este añade que
su función va a depender de las incidencias y de los riesgos que pueda asumir.
“Muchas veces el simple hecho de llevar el arma ya es en sí disuasorio”, añade.
Fuentes
policiales reconocen que el portar un arma supone un grave riesgo por las consecuencias
que se pueden derivar de su uso. También mantienen que muchas veces los
vigilantes de seguridad no están formados ni hacen las prácticas suficientes
para este tipo de servicio. A eso se unen que hasta el momento están
considerados como auxiliares de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado,
por lo que su actuación queda limitada a pocos y tasados casos. Al menos hasta
el momento.
El Ministerio del Interior por su
parte recuerda que la futura Ley de Seguridad Privada procederá a aumentar los
controles de estos vigilantes, lo que supondrá un incremento de la calidad
profesional de estos trabajadores, según explica un portavoz. “Se les va a
exigir que los profesionales que lleven arma tengan más formación”, añade este
portavoz.
Fuente: www.elpais.com
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