De
todo lo que se ha dicho y escrito desde que el comité de expertos presentó su
informe sobre la reforma de las pensiones, la valoración más ajustada a la
verdad la ha pronunciado el aristócrata Henri de Castries, presidente de la
aseguradora francesa AXA –uno de los dos gigantes de los seguros en Europa
junto a la alemana Allianz– al decir, “¿quiere una pensión decente? Ahorre. El
Estado no se la dará”.
Artículos de
Opinión | A. L. | 22-06-2013 |
Con su
desvergonzada afirmación, el Conde de Castries ha puesto sobre la mesa las dos
claves ocultas que presiden la reforma del sistema de pensiones. En primer
lugar quién la está imponiendo. No la situación de la Seguridad Social, las
necesidades económicas del país ni el envejecimiento de la población, sino los
intereses de las grandes aseguradoras europeas y los fondos privados de
pensiones norteamericanos que manejan conjuntamente un total de 14 billones de
dólares en todo el mundo, casi el 25% del PIB mundial.
Un enorme
botín extraído directa y mensualmente de la nómina de millones de trabajadores,
gracias al cual los grandes bancos que los manejan poseen y controlan unos
activos globales totales de 43 billones de dólares, el 72% del PIB mundial
total.
En segundo
lugar, que su urgencia para que el gobierno la aplique ya sin tardanza en 2014
reside en que necesitan extender su gigantesco negocio a España, dado que desde
el inicio de la crisis, los fondos privados de pensiones de los países de la
OCDE han perdido un tercio de su valor, encabezados por los norteamericanos que
acumulan la mitad de esas perdidas.
Pero
apoderarse, en todo o en parte, de los 110.000 millones de euros que mueve el
mercado de las pensiones español cada año, exige previamente liquidar nuestro
sistema público de pensiones, dejarlo reducido a su mínima expresión. De forma
que un número creciente de personas –las que puedan costeárselo– entreguen una
parte cada vez mayor de su salario a los fondos privados de pensiones, es
decir, a la gran banca y las oligarquías financieras más potentes del planeta.
La reforma propuesta por el comité de expertos se encamina hacia ese objetivo.
Una vez
descifrados los complejos artificios y fórmulas matemáticas en que basan lo que
ellos llaman “el factor de sostenibilidad”, la conclusión a la que ha llegado
el catedrático de Economía de la Escuela de Minas Roberto Centeno, es que la
reforma “empezaría con un recorte del 12% en 2014, para llegar a algo más de la
mitad en doce o catorce años”. Es decir, que a partir de 2025 o 2027, la
inmensa mayoría de los trabajadores –que ya habrán empezado a jubilarse a los 67
años– se quedarán con una pensión inicial media de alrededor de 500 euros.
Mentiras
estadísticas y de clase Pero la dureza de la reforma, su impopularidad y el
rechazo de la inmensa mayoría les están obligando a tratar de crear previamente
un amplio clima de opinión, intentando desactivar o minimizar la profunda
oposición social que saben que van a encontrar. Para ello han lanzado una
sofisticada campaña de mentiras y una ofensiva en toda regla para tratar de
obtener el voto favorable a la reforma –o al menos su neutralidad– de PSOE,
nacionalistas conservadores y sindicatos.
Del alcance
de la campaña de mentiras nos da una idea el hecho de que el fin de semana
posterior a la publicación del informe de los expertos, los cinco mayores
medios de comunicación nacionales (El País, El Mundo, La Vanguardia, ABC y El
Periódico de Cataluña) publicaron 23 artículos dedicados a la reforma de las
pensiones. Y ni uno sólo de ellos cuestionaba ni uno sólo de los argumentos
dados en el informe para recortar las pensiones.
Esto es sólo
el preámbulo de la ofensiva propagandística a la que vamos a asistir en las
próximas semanas y meses para justificar y presentar como inevitable el recorte
de pensiones. Y de entre todas las que están utilizando, hay una que destaca
sobre todas las demás: la mentira estadística que afirma que el aumento de la
esperanza media de vida de la población repercute automáticamente en el mismo
aumento de años de vida de los ancianos.
Esto no es
así, porque el aumento de la esperanza media de vida en los países occidentales
(entre ellos España) obedece en primer lugar al enorme descenso de la
mortalidad infantil y de la población joven en general. No es que los ancianos
vivan ahora 10 años más que en 1990, sino que se ha rebajado enormemente la
mortalidad en edades más tempranas.
Pero además
de la mentira estadística con la que quieren hacernos comulgar con ruedas de
molino, ligar la pensión a la esperanza media de vida tiene un profundo
componente de clase. Es el “tanto tienes, tanto vives”. Hoy, en España, las
personas de las clases acomodadas, las que pertenecen al 10% de la población
con mayores recursos y riqueza disfrutan, como media, de 10 años más de
esperanza de vida que las personas situadas en el 10% inferior.
Un alto
ejecutivo de un banco o una gran empresa es muy probable que viva 5, 7 o 10
años más que la mayoría de los empleados que trabajan bajo sus órdenes. La
reforma obligará a los trabajadores a cotizar dos años más, hasta los 67 (y ya
hay quien habla de alargar la jubilación hasta los 70) , y cobrar menos
pensión, para que sus jefes puedan disfrutar de sustanciosas pensiones todos
los años que les sobrevivan.
¿La antesala
del pacto? Pero la oposición al recorte de las pensiones es tan amplio y
profundo, que no es suficiente con la ofensiva propagandística y mediática.
Washington y
Berlín han puesto fecha fija para la reforma: a comienzos de 2014 debe estar
aplicándose. Y el gobierno de Rajoy –presto a atender a sus exigencias– teme
quedarse sólo, consciente del enorme coste político y electoral que acarrea.
Por eso está haciendo lo posible –y hasta lo imposible– para tratar de sumar a
Rubalcaba, a CiU, PNV y los sindicatos mayoritarios hacia un pacto sobre la
reforma de las pensiones. O, como mínimo, que ninguna de estas fuerzas adopte
una actitud demasiado beligerante y hostil hacia ella.
La
disposición mostrada por Rubalcaba, firmando un pacto con Rajoy para asistir
con un programa común a la próxima cumbre europea empieza a dibujarse como la
posible antesala de un pacto de alcance y dimensión superior, que incluya
también la reforma de las pensiones.
De hecho,
según informaciones reveladas por el diario digital Voz Pópuli, Rubalcaba “está
defendiendo en privado la necesidad de alcanzar un pacto con el PP en un asunto
tan sensible como éste”. Una parte de la dirección de PSOE se muestra favorable
a “alcanzar algún tipo de acuerdo en la reforma de las pensiones porque hay
margen para ello y es un tema de Estado”. Al parecer, lo que Rubalcaba habría
comunicado a Rajoy son las fuertes resistencias que está encontrando en el seno
del partido como la dificultad principal para empezar a dar este paso.
Por su
`parte, en el seno de los sindicatos, la posición tibia –si no claudicante– de
Toxo ante el voto favorable de su representante en la comisión de expertos al
informe de reforma de las pensiones, ha desatado una verdadera tormenta
política en todos los niveles, desde la misma dirección de CCOO hasta los
afiliados.
Desde que
lanzamos la campaña hemos venido insistiendo en que en este terreno, el de las
pensiones, es en el que nuestros enemigos son más débiles y están más aislados.
Y que por eso debíamos convertirla en el centro de la batalla política en torno
a la cual acumular fuerzas el pueblo, derrotarles y hacerles retroceder para
estar así en condiciones de cambiar la correlación de fuerzas.
Las
continuas vacilaciones y dilaciones del gobierno, las fisuras que se están
abriendo en torno a este tema en el seno de las fuerzas políticas y sindicales
no son más que las primeras manifestaciones visibles de esta debilidad y
aislamiento, ahora que el FMI y Berlín han dictado su ejecución inmediata.
Cuanto más
avancemos en difundir, extender y organizar la campaña, cuanto más ampliemos la
unidad en torno a la MERP, cuantas más fuerzas del pueblo sumemos para llevarla
adelante, más multiplicaremos las fracturas y divisiones en el campo de los
enemigos.
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