Artículos de Opinión | Stefan Steinberg | 21-06-2013 |
En un documento publicado a finales de mayo, el
Banco de Inversión estadounidense JP Morgan Chase reclama la derogación
de las Constituciones Democráticas burguesas, que se establecieron después de
la Segunda Guerra Mundial, en algunos países europeos y el establecimiento en
su lugar de Regímenes autoritarios.
El documento de 16 páginas
ha sido realizado por el grupo Europa Economic Research de JPMorgan y se
titula “El ajuste de la Zona Euro, una tarea a medio hacer”. El
documento comienza señalando que la crisis de la zona euro tiene dos facetas.
Se comienza afirmando que
las medidas financieras son necesarias para garantizar que las principales
empresas de Servicios de Inversión, como JP Morgan, puedan seguir
obteniendo enormes beneficios de sus actividades especulativas en Europa.
Después, los autores sostienen que son necesarias reformas políticas destinadas
a acabar con la oposición a las medidas impopulares de austeridad, que son
aplicadas en nombre de los Bancos.
El Informe muestra su
satisfacción por la aplicación en la Unión Europea de un cierto número de
mecanismos financieros que pretenden garantizar los intereses de la Banca. A
este respecto, el estudio subraya también la necesidad de una mayor
intervención por parte del Banco Central Europeo (BCE).
Desde el inicio de la crisis
financiera mundial en 2008, el BCE ha destinado miles de millones de euros en
favor de los Bancos para permitirles mejorar sus balances e iniciar de nuevo
sus actividades especulativas. A pesar de la presión creciente procedente de
los mercados financieros, el Presidente del Banco Central Europeo, Mario
Draghi, declaró que haría todo lo necesario para consolidar los Bancos.
Para los analistas de JP
Morgan esto no es suficiente. Exigen por parte del BCE una respuesta más
espectacular ante la crisis.
Las críticas más duras al
documento están formuladas contra los Gobiernos nacionales, que tardaron
demasiado en aplicar las medidas autoritarias necesarias para imponer la
política de austeridad. Tal proceso de reforma política, dice el estudio, no ha
hecho más que empezar.
En los párrafos finales del
documento, los autores explican lo que entienden por reforma política: “Al
principio de la crisis creíamos que estos problemas heredados del pasado se
debían en gran parte al orden económico reinante; sin embargo, se puso de
manifiesto que hay problemas políticos que están profundamente arraigados en
los países de la periferia, que según nuestra opinión deben ser cambiados si la
Unión Monetaria se considera que debe seguir vigente”.
El Documento detalla a
continuación los problemas que existen en los sistemas políticos de los países
de la periferia: Grecia, España, Portugal e Italia. Estos países se encuentran
en el centro de la crisis de deuda en Europa.
Los autores siguen diciendo:
“Estos Sistemas Políticos vienen de una Dictadura anterior y están definidos
por estos Regímenes. Sus Constituciones tienden a tener un fuerte sesgo
socialista, reflejando la fuerza política que los partidos de izquierda
adquirieron después de la derrota del fascismo”.
“Los Sistemas Políticos
de los países de la periferia tienen unas características comunes: unos
dirigentes débiles; unos Estados centrales débiles en relación con las
distintas regiones; protección constitucional de los derechos de los
trabajadores; sistemas que buscan el consenso y se anima el clientelismo
político; el derecho a la protesta, permitido por el status quo político. Las
lagunas de esta herencia política han quedado al descubierto por la crisis”. Cualesquiera
que sean las inexactitudes históricas contenidas en este análisis, no cabe
sombra de duda de que los autores del Informe de JP Morgan defiende que
los Gobiernos instauren Regímenes dictatoriales, con el fin de llevar a cabo la
contrarrevolución social, que ya lleva un buen camino recorrido en toda Europa.
En realidad, no se puede
hablar de nada socialista contenido en las Constituciones establecidas durante
el período de posguerra en Europa. Tales constituciones pretendían garantizar
el Régimen burgués, en una situación en la que el Sistema Capitalista y sus
agentes políticos habían visto comprometidas sus posiciones por los crímenes de
los regímenes fascistas y dictatoriales.
Las constituciones de los
Estados europeos, incluidas las de Italia, España, Grecia y Portugal, han sido
elaboradas y aplicadas en colaboración con los partidos socialistas y
comunistas de los respectivos países, partidos que han jugado un papel clave en
la desmovilización de la clase obrera, para así permitir a la burguesía
mantener su Régimen.
Al mismo tiempo, la clase
dirigente de Europa era consciente de que la Revolución Rusa era fuente de
inspiración para muchos trabajadores. Por lo tanto, se vieron obligados a hacer
una serie de concesiones a la clase obrera con el fin de impedir una
revolución, mediante la aprobación de protecciones sociales y constitucionales,
estableciéndose el derecho de manifestación, algo que le gustaría a JP
Morgan ver abolido.
En cierta medida, las
críticas del Informe del Banco con respecto a la falta de autoritarismo de los
Gobiernos europeos suena a algo hueco. Por todas partes de Europa los Gobiernos
han recurrido en repetidas ocasiones a medidas propias de un Estado Policial
para reprimir toda oposición en contra de sus políticas.
En Francia, En España y en
Grecia, se han aprobado decretos de urgencia y el ejército ha intervenido para
acabar con las huelgas. La Constitución de Grecia de 1975, aprobada después de
la caída de la Dictadura de los coroneles, no impidió al Gobierno griego
despedir a gran cantidad de funcionarios. Y en otros países europeos, los
partidos dirigentes están favoreciendo la aparición de partidos neofascistas,
como Amanecer Dorado en Grecia.
Pero esto no es suficiente
para la Banca JP Morgan. Con el fin de evitar una revolución social, los
analistas consideran como indispensable que los Gobiernos capitalistas de
Europa instauren lo más rápidamente posible regímenes dictatoriales.
En la parte final del
documento, los autores desgranan una serie de argumentos por los que, según
ellos, de llegar a un fracaso de los Gobiernos europeos habría que instaurar
sistemas autoritarios:
1) El fracaso de varios
Gobiernos favorables a las reformas en Europa del Sur.
2) Falta de apoyo al euro o
a la propia Unión Europea.
3) La ingobernabilidad de
ciertos Estados miembros debido a que los costes sociales (sobre todo el paro)
sobrepasasen un cierto umbral.
Es la voz del Capital
Financiero la que habla. Hay que recordar que JP Morgan estuvo implicado hasta
las cejas en operaciones especulativas que arrasaron la vida de millones de
trabajadores de todo el mundo. En marzo de este mismo año, una Comisión del
Senado estadounidense hizo público un Informe de 300 páginas que recogía las
prácticas criminales y el fraude realizado por JP Morgan, uno de los bancos más
grandes de los Estados Unidos y el mayor agente de productos derivados del
mundo. A pesar de las revelaciones que se hacían en ese Informe, no se ha
ejercido ninguna acción contra el Director General de Banco, Jamie
Dimon, que goza de la confianza personal del Presidente estadounidense.
Ahora este mismo Banco se
permite dar lecciones a los Gobiernos. Setenta años después de la toma del
poder por Hitler y los nazis en Alemania, cuyas consecuencias fueron
catastróficas para Europa y para el mundo, JP Morgan es el primero que reclama
medidas autoritarias para reprimir a la clase obrera y acabar con las conquistas
sociales.
Stefan Steinberg
(Artículo original aparecido
el 17 de junio de 2013)
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