Antonio Gutiérrez Dorado expone la peripecia vital y jurídica de
una familia destrozada por la represión
Memoria Histórica | Tercera Información | 27-06-2013 |
Antonio
Gutiérrez Dorado, nieto del diputado socialista Luis Dorado Luque, rindió un
sentido homenaje a su abuelo y a su abuela y denunció la indiferencia y el
olvido al que ha condenado su pueblo natal, la justicia y el PSOE a un representante
del pueblo que fue secuestrado y asesinado por el ejército franquista en los
primeros momentos del golpe de Estado de 1936. La experiencia vital y familiar
de Antonio Gutiérrez ha sido la protagonista de la tercera charla que ha
organizado la CGT para la inauguración del local sindical en Antequera, ciudad
natal del diputado asesinado. Todas estas actividades de recuperación de la
memoria acompañan la exposición “Todos los nombres”, montada con materiales de
la página web de la que surge. La exposición se puede visitar hasta el día 28
de lunes a viernes de 13 a 14 y de 20 a 21 horas
Luis
Dorado, barbero/cirujano que ejerció con su padre en calle Estepa de Antequera
y en la Plaza de la Victoria de Málaga, fue elegido diputado del PSOE por la
circunscripción de Málaga capital en las elecciones de febrero de 1936. Antonio
Gutiérrez ha dedicado buena parte de su vida a reconstruir la trayectoria vital
de su familia, a recuperar la memoria democrática de este país y a luchar por
que la justicia reconociera el papel de los aparatos del estado franquista en
la eliminación sistemática de decenas de miles de ciudadanos como su abuelo.
Después de más de 40 años de empeño, puede darse por satisfecho con el
cumplimiento de sus dos primeros objetivos, pero no así del tercero.
Antonio
ha podido reconstruir los últimos días de su abuelo, desde que tomó un tren en
la estación de Atocha con destino a Málaga el 18 de julio de 1936. Iba mandado
por el PSOE para informar sobre la situación tras los rumores del alzamiento en
Melilla acaecido la víspera. Iba acompañado de otro compañero y escoltados por
fuerzas de seguridad que, sospechosamente abandonaron el tren en la última
estación de la provincia de Ciudad Real. Ya en la provincia de Córdoba, en
Alcolea del Río, el tren permaneció parado dos horas hasta que aparecieron unos
vehículos cargados de falangistas que hicieron bajar del tren a los dos
diputados y al cónsul británico en Málaga. El tren continuó su marcha, mientras
que el convoy con los prisioneros tomaba rumbo a Córdoba, ciudad en la que
había triunfado el golpe de Estado. 12 días después, después de pasar por la
cárcel, es excarcelado, conducido a un cuartel militar -donde firmar como
testigo de la muerte de un compañero- y, casi de inmediato, sacado del mismo,
fusilado y enterrado en una fosa común del cementerio de la Salud.
Todo
este relato lo ha ido componiendo Antonio a lo largo de los años, pero su
abuela, Josefa Ortiz, nunca llegó a tener claro cuál había sido el destino de
su marido. En principio se quedó en Madrid, realizando tareas de apoyo a la
defensa de la ciudad, pero luego pasó por Valencia y Barcelona, antes de
emprender años de exilio en Bélgica. Allí fue separada de sus tres hijas que se
distribuyeron por familias belgas. En dos ocasiones trató de volver a Málaga,
pero los temores a ser detenida la hicieron volver a recorrer los caminos del
exilio: Francia, Bélgica, e incluso Australia, donde se radicó una de sus
hijas. En uno de sus viajes a Málaga, otra de sus hijas, Carmen, se enamora y
se casa y se queda a residir en la ciudad; mientras Josefa sigue su particular
calvario. Antonio Gutiérrez que se siente verdaderamente admirado por la fuerza
y la valentía de su abuela recuerda que “no es hasta bien entrada la década de
los sesenta, cuando se puede quedar a vivir definitivamente en España y cuando
yo la conozco”.
Es
su propia abuela la que animó a Antonio a incorporarse al PSOE aún clandestino.
“No éramos más de 50 militantes en toda la provincia y mi participación fue muy
activa hasta que los triunfos logrados por el PSOE en las elecciones
municipales y en las de las Cortes Constituyentes atrajeron al partido a un
verdadero enjambre de moscas y moscones que, en apenas unos meses, dejaron al
partido irreconocible”. Antonio dejó la militancia partidaria después de la
firma de los Pactos de La Moncloa, pero no cejó en su actividad política.
Cuando uno de los gobiernos de Suarez aprobó una ley para socorrer a las viudas
y huérfanos del bando republicano, mi abuela echo los papeles y la ayuda le fue
denegada porque en el registro civil constaba una inscripción con una nota al
margen, según la cual, el 30 de julio de 1936 fue inhumado en el cementerio de
la Salud de Córdoba “un varón desconocido que portaba la documentación de Luis
Dorado Luque”.
Desde
ese momento, Josefa, Carmen y Antonio inician un andadura que no tiene nada que
envidiar a las tribulaciones de Josef K. en “El proceso”. Han visitado todas
las instancias administrativas y judiciales que se puede uno imaginar para
lograr reparar los desmanes del Estado contra su familia. Es imposible en esta
crónica narrar todos los pasos, todas las zancadillas, todas las humillaciones
por las que han tenido que pasar desde la propia administración de Hacienda y/o
defensa, hasta los tribunales más variados: primera instancia y Audiencia de
Córdoba, Audiencia Nacional, Tribunal Constitucional e incluso el Tribunal de
Derechos Humanos de Estrasburgo. De hecho Antonio está preparando un libro que
espera editar el próximo año en el que narra todo este laberinto de normas y
complicidades inconfesables en el que se ha visto envuelto durante las últimas
décadas.
Con
todo, posiblemente, lo que más le ha dolido a Antonio ha sido el olvido y
abandono del propio PSOE y de otras fuerzas de izquierda para con sus muertos.
“No puedo olvidar que a mi abuelo lo mataron cuando cumplía una misión
encomendada por su partido y ahora no he podido ni recuperar su cuerpo porque
IU y el PSOE, que gobernaban en común el ayuntamiento de Córdoba han puesto
todas las pegas y alguna más para evitar que pudiéramos abrir la fosa que
habíamos localizado con un geo-radar y para lo que teníamos los fondos
suficientes”. “Yo creo que fue una decisión de Rosa Aguilar, pero el PSOE, el
partido por el que dio la vida mi abuelo, no sólo respaldó esta decisión sino
que además dio a la señora Aguilar un puesto de consejera, primero, y de
ministra, después..., el colmo del despropósito”.
El
próximo viernes, día 28, a las 19,30 horas se celebrará la conferencia y
clausura de la muestra. El ponente será Juan Fuentes Guerrero, miembro de la
ARMH de Antequera y comarca quien abordará las Experiencias en los procesos de
localización y exhumación de las fosas comunes del franquismo en Teba y
Villanueva del Cauche. Como parte de la conferencia se proyectará el documental
"La Noche de los 80" grabado durante el proceso de exhumaciones y de
los actos de HOMENAJE A LAS VICTIMAS realizados.
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