Artículos de Opinión | Fernando Martínez Heredia* |
21-06-2013 |
Che
reclama que se eviten excesos en la crítica, y que no se subestimen la
capacidad técnica, el empeño y la voluntad de acertar de numerosos involucrados
en los países del socialismo europeo. Pero denuncia de manera categórica la
apelación a tomar “como arma para luchar contra el capitalismo, las armas del
capitalismo”. Las motivaciones de “la sociedad donde la filosofía es la lucha
del hombre contra el hombre, de los grupos contra los grupos y la anarquía de
la producción” no podrán ser despertadas y utilizadas eficazmente para servir a
una sociedad basada en el poder socialista. Esta exige control riguroso y
conciente, “la colaboración entre todos los participantes como miembros de una
gran empresa (el conjunto de la economía), en vez de ser lobitos entre sí dentro
de la construcción del socialismo”.
Opina
que en vez de ir al fondo de los problemas, la práctica y el pensamiento de
estos socialistas se dejan llevar a la seguridad aparente de acudir a lo ya
probado. Las reformas pueden relucir como “descubrimientos” que remediarían la
falta de motivaciones suficientes en los actores económicos y lograrían la
subordinación de la producción para el consumo a las demandas de sus
consumidores, relacionar la rentabilidad con la venta del producto, etcétera.
Esos experimentos y ensayos de política económica son, sin embargo, remedos de
lo que el capitalismo hace eficazmente, porque lo universaliza y porque
corresponde a las relaciones fundamentales de su sistema. Existe una lógica que
caracteriza a cada sociedad: si la olvidamos, pagaremos un precio muy caro.
Punta
del Este, 1961
Por
otra parte, Che invita a no olvidar nunca la situación concreta de la cual ha
partido Cuba en su transición socialista. No somos ilusos, advierte, estamos
tratando de edificar efectivamente el socialismo “saliendo de una etapa
semicolonial… de todos los vicios, de todas las taras que nos dejó el
capitalismo, con la misma gente, con todos nosotros con mentalidad capitalista,
hace unos años pensando siempre cuánto íbamos a ganar”. La debilidad que padece
Cuba no debe atribuirse a la utilización de un sistema financiero determinado:
“son debilidades de una economía que ha cambiado su composición, su
característica”.
El
Che insiste, incansable, en desbaratar la imputación que se hace a sus ideas de
mantener un desprecio “idealista” por el interés material, un simplismo que
busca devaluarlas y rehuir la discusión. Nadie en sus cabales desconoce la
fuerza y el arraigo del interés material, instalado a lo largo de la historia
de las sociedades de dominación y multiplicado y refuncionalizado por el
capitalismo. La elección está entre utilizarlo llana y acríticamente ―aunque se
lamente que sea nocivo—, o utilizarlo como un mal necesario, sin depender de
él. Ser creativo desde la situación concreta e inevitable, y organizar un
proceso de erradicación paulatina de los comportamientos económicos egoístas e
individualistas. Ir forjando otro mundo de actuaciones y valores, que pueda
reunir diferentes estímulos, implantar la norma que en nombre del deber social
reconoce o reprocha, al mismo tiempo que retribuye o no a partir del grado de
cumplimiento, o el estímulo a la capacitación dado por su conversión en
requisito para pasar a un nivel superior. Instrumentos como los citados, dice
el Che, persiguen la toma de conciencia de tipo mecánico en el individuo; hay
que perseguir, a la vez, la toma de conciencia de tipo dinámico, una de cuyas
formas fundamentales es el trabajo voluntario.
La
creación de otra realidad desde la existente, sin lo cual no hay revolución socialista,
tiene que incluir el espíritu crítico, fomentar la independencia de los
criterios y la capacidad de pensar y valorar con cabeza propia, y aprender a
distinguir los caminos, sus implicaciones y sus resultados. Es impresionante la
vitalidad y la hondura alcanzados por aquel análisis teórico que permitía, en
medio de la tormenta de la Revolución, señalar los graves peligros de copiar
mecánicamente y no ver las deficiencias del socialismo existente, y salirle al
paso a la resignación a lo que existe, la rutina y el seguidismo. El Che
aprendió ―al mismo tiempo— a reflexionar sobre la circunstancia en curso, la
actuación inmediata, los métodos y los fines mediatos, y a teorizar acerca de
los asuntos fundamentales.
En
textos no públicos, el Che expuso más libremente sus juicios. Consideraba que
la URSS había comprometido de manera fatal el futuro de su transición
socialista cuando convirtió en permanente la Nueva Política Económica que el
país se había visto obligada a adoptar en medio de una crisis interna terrible,
poco después del final de la Guerra Civil. Esa conclusión la extrajo de sus
profundos estudios del proceso de los primeros años del poder soviético y el
pensamiento de Lenin y otros bolcheviques. En los meses que siguieron a la
retirada del Congo ―el tiempo en que permaneció en Tanzania y Praga— escribió
mucho, ordenó y expuso ideas y organizó numerosos textos. Un trabajo
fundamental de ese periodo son estos Apuntes críticos a la economía política.
Más de doscientos comentarios del Che a la más reciente edición del Manual de
Economía Política, texto docente oficial soviético, constituyen el núcleo
central del libro, que reúne también un gran número de textos del Che, casi
todos procedentes de sus cuadernos de notas, su correspondencia y la transcripción
de grabaciones. La gran mayoría permanecía inédita.
El
Che ―que admiraba a Lenin tanto como el que más— entró resueltamente a analizar
los hechos y las posiciones dentro de la Revolución y la Rusia bolchevique, en
busca de las experiencias y el conocimiento. Lo cierto, escribe, es que en
1921-1922 el país fue pasando “a las relaciones de producción que configuran lo
que Lenin llamaba capitalismo de estado, pero que en realidad también puede
llamarse capitalismo premonopolista en cuanto al ordenamiento de las relaciones
económicas.” Con la muerte de Lenin, dice, “se pierde el riquísimo acervo de su
pensamiento revolucionario y queda el reflejo de su postrer impulso por el
camino de la retirada”.
La
confrontación principal que existe en el mundo no es en modo alguno la que
repiten las declaraciones y los organismos de la URSS y el movimiento
comunista, con sus supuestas tres fuerzas revolucionarias: primera, el llamado
sistema socialista mundial; segunda, el proletariado de los países capitalistas
desarrollados; y tercera, las luchas por la independencia y la democracia
nacional en el Tercer Mundo. En realidad, dice el Che, el imperialismo no
agoniza: “ni siquiera ha aprovechado al máximo sus posibilidades en el momento
actual y tiene una gran vitalidad (…) La tendencia es a invertir capitales
propios en el aprovechamiento de las materias primas o en la industria ligera
de los países dependientes.” La aguda competencia en su seno “provoca una
incesante marea de innovaciones técnicas…”
De
la unión entre los proletarios a escala mundial proclamada por las
declaraciones, dice: “Falso de toda falsedad. No hay punto de contacto entre
las masas proletarias de los países imperialistas y los dependientes; todo
contribuye a separarlos y crear antagonismos entre ellos (…) el oportunismo ha
ganado una inmensa capa de la clase obrera de los países imperialistas.” Sobre
las revoluciones: “También es falso que el proletariado (…) sea el que cumpla
el papel dirigente en la lucha de liberación en la mayoría de los países semicoloniales”.
Ya no se puede admitir la idea de que la burguesía nacional sea un factor
progresivo en las luchas revolucionarias: “La lucha contra la burguesía es
condición indispensable de la lucha de liberación, si se quiere arribar a un
final irreversiblemente exitoso”.
Al
salir del Congo y verse obligado a esperar, Che se entrega a una tarea que
constituye el inicio de una nueva fase de su obra. Siente la necesidad de
llegar a conclusiones sobre el socialismo realmente existente, asunto crucial
para todos en el mundo, y también de ofrecer una alternativa desde las ideas de
los revolucionarios marxistas de los países que han sufrido o sufren el
colonialismo y el neocolonialismo, que ahora quieren pelear por la liberación
total de las naciones y de las personas, y por el avance de la revolución
mundial. “Es un grito dado desde el subdesarrollo”, escribe en “La Necesidad de
este libro”, breve introducción para los Apuntes que contiene planteamientos
trascendentales. Se refiere en ella a la obra monumental que dio origen al
marxismo, las nuevas situaciones de la época imperialista, los aportes
extraordinarios de Lenin y la detención ulterior del desarrollo de la teoría
marxista. Enseguida expone las razones por las cuales hace la crítica de la
Economía Política:
Creemos
importante la tarea porque la investigación marxista en el campo de la economía
está marchando por peligrosos derroteros. Al dogmatismo intransigente de la
época de Stalin ha sucedido un pragmatismo inconsistente. Y, lo que es trágico,
esto no se refiere solo a un campo determinado de la ciencia; sucede en todos
los aspectos de la vida de los pueblos socialistas, creando perturbaciones ya
enormemente dañinas, pero cuyos resultados finales son incalculables (…)
Nuestra tesis es que los cambios producidos a raíz de la NEP han calado tan
hondo en la vida de la URSS que han marcado con su signo toda esta etapa. Y sus
resultados son desalentadores: la superestructura capitalista fue influenciando
cada vez en forma más marcada las relaciones de producción, y los conflictos
provocados por la hibridación que significó la NEP se están resolviendo hoy a
favor de la superestructura. Se está regresando al capitalismo.
Che
espera serenamente el repudio a su posición y la acusación de anticomunismo y
oportunismo, el rechazo de los que se sentirán heridos en su cariño y su
lealtad, y también el sobresalto sincero de otros “ante este cúmulo de razones
nuevas y diferentes”. Pero confía en que muchos podrán sentirse atraídos por
este “intento de retomar la buena senda”. A ellos se dirige el libro, “y
también a la multitud de estudiantes cubanos que tienen que pasar por el
doloroso proceso de aprender ‘verdades eternas’ en las publicaciones que
vienen, sobre todo, de la URSS, y observar cómo nuestra actitud y los repetidos
planteamientos de nuestros dirigentes se dan de patadas con lo que leen en los
textos”.
Un
largo camino había recorrido Ernesto Guevara en una década. La Revolución había
sido su maestra. En la guerra y desde el poder revolucionario se desarrolló su
estatura como combatiente, dirigente y pensador, y ahora él ―como reclamara
Lenin 60 años antes— debía, en justo pago, enseñarle algo a la Revolución. Y lo
logró. La aventura socialista de un pequeño país aislado producía un pensamiento
capaz de continuar el trabajo excepcional mediante el cual Carlos Marx había
encontrado ideas capaces de subvertir el control de las ideas de la sociedad
por la clase dominante. Che escribió: “nosotros aportamos nuestro modesto
granito de arena”. Y a los compañeros cercanos más estudiosos les pidió
componer un “manual” cubano. Pensó seguramente que los que compartían su
posición continuarían la campaña de difusión de las actitudes y las ideas más
revolucionarias, que con tanto ardor y sistematicidad él llevó a cabo en su
última etapa en Cuba.
El
acierto y el alcance de los planteamientos del Che acerca de la esencia y el
destino del socialismo realmente existente solo se comprobaron 25 años después.
Pero cuando hacia el final del siglo pareció que todo lo logrado por la
humanidad se perdería, incluso la esperanza, el Che regresó. Celebramos ese
regreso, que evidencia la resistencia de los pueblos y el valor permanente de
las ideas y del ejemplo. Sin embargo, el pensamiento del Che siguió encontrando
escollos y ha tenido que ir ganando espacios paulatinamente. Uno de esos
avances es esta labor de establecimiento, organización y edición tan tenaz y
tan importante, que va entregando uno tras otros textos suyos, palabras que son
luces y armas para el entendimiento y para la acción, tan necesarios frente a
los desafíos actuales.
Palabras
en la presentación de los libros de Ernesto Che Guevara Apuntes críticos a la
Economía Política y Retos de la transición socialista en Cuba (1961-1965), de
la Editorial de Ciencias Sociales del Instituto Cubano del Libro, durante la 22
Feria Internacional de Libro de La Habana, en La Cabaña, 18 de febrero de 2013.
La compilación y selección de ambas obras ―que aparecieron por primera vez en
2006 y 2009 respectivamente— estuvo a cargo de la Dra. María del Carmen Ariet
García, del Centro de Estudios Che Guevara.
*Fernando
Martínez Heredia es Filósofo y ensayista cubano. Premio Nacional de Ciencias
Sociales.
Fuente:
Che por siempre
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