Artículos de Opinión | Pascual Serrano / Mundo Obrero |
29-06-2013 |
Ya
a nadie se le escapa el declive económico que está sufriendo Europa como
consecuencia de la crisis financiera y las políticas destinadas desviar de
forma infinita millonarios fondos económicos al sistema bancario y al pago de
intereses de deuda, en detrimento de las condiciones sociales de la ciudadanía.
Lo que parece pasar desapercibido es el colapso moral de los gobiernos
europeos. Hace pocas semanas, el 13 de junio, ya observamos que, mientras los
países africanos y latinoamericanos votaban en Ginebra a favor del Derecho a la
Paz en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, los europeos se sumaban a
Estados Unidos y a Japón absteniéndose o votando en contra, como el caso de
España.
Nunca
hasta ahora habíamos asistido a la vergonzosa situación de un primer ministro
europeo condenado por prostitución de menores. Acto, por otro lado, más que
conocido y del que alardeaba sin que tuviese consecuencias electorales
negativas ni sanción pública por el resto de gobernantes europeos.
El
caso de Edward Snowden, el subcontratado de la CIA y la NSA (Agencia de
Seguridad Nacional) que filtró a The Guardian y a The Washington Post los programas de vigilancia
masiva de las comunicaciones de los ciudadanos por parte del Gobierno de EE.UU.
sin control judicial alguno, ha vuelto a recordarnos a que altura moral se
encuentra Europa. Por motivaciones más o menos loables, países como China,
Rusia, Cuba o Ecuador han participado en planes para proporcionar refugio a
Snowden. Por supuesto, los países europeos estaban todos descartados para
ayudar al filtrador y no hubieran duda en entregarlo a las autoridades
estadounidenses a pesar de que, según las legislaciones europeas, el delito lo
hubiera cometido el Estado norteamericano y no el ex agente. En cambio, quienes
sí pudieron pasearse impunemente por las fronteras europeas sin que gobiernos
ni policías pusieran ningún obstáculo fueron los aviones en los que la CIA
secuestraba personas, llevaba a centros de detención ilegales -algunos también
en suelo europeo- y se les torturaba.
De
modo que si usted está en contra del derecho a la paz, tendrá un gobierno
europeo que le representará; si es un prostituidor de menores, podrá ser primer
ministro en Europa; y si necesita utilizar nuestro suelo y espacio aéreo para
secuestrar, encarcelar y torturar, lo tiene a su disposición. Eso sí, no se le
ocurra denunciar los programas ilegales de vigilancia del gobierno
estadounidense y luego venir por aquí porque será detenido y repatriado a
Estados Unidos.
Para
esto último deberá contar con la ayuda de “dictaduras” y “países bananeros”
cuyos presidentes no se prostituyen con niñas y además se empeñan en apoyar el
Derecho a la Paz.
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