Juan Torres
López
29 junio 2013
Da vergüenza un país
en donde justo cuando el gobierno se embarca en vender la que llama Marca
España, como si fuera una simple mercancía (no puede ser casualidad), los
medios de comunicación desvelan una escandalosa trama de corrupción en la que
están envueltos la mayoría de sus dirigentes, personajes corruptos que han
hecho del servicio público la fuente de su lucro personal a base de concederse
sobresueldos con el dinero de todos los españoles o con el de las empresas a
las que han hecho favores allí donde gobiernan.
Da vergüenza un país
en donde nada más y nada menos que el responsable durante años de las finanzas
del Partido Popular que nos gobierna acaba de entrar en la cárcel porque sus
fechorías son ya indisumulables y que los dirigentes de su partido, justo a los
que ha estado financiando generosamente durante años, no tengan nada que decir
y se hagan los locos.
Da vergüenza un país
en donde su primera autoridad, Don Juan Carlos de Borbón, es también el primero
en dar mal ejemplo a sus conciudadanos. Da vergüenza un país en donde no hay
manera de conocer de dónde viene la fortuna que el Monarca ha amasado mientras
representaba al Estado. Y da vergüenza contemplar cómo mueve Roma con Santigo
para evitar que su hija haga frente a responsabilidades por las actividades en
las que es materialmente impensable que no haya estado implicada o incluso que
él no supiera que se llevaban a cabo.
Da vergüenza un país
en donde tantos jueces y fiscales se ponen en marcha, no para administrar
justicia, sino para evitar que su peso caiga sobre los delincuentes de almidón,
empezando como digo por los miembros de la Casa Real y terminando por
banqueros, dirigentes políticos u otros magistrados que entre ellos se protegen
abiertamente.
Da vergüenza un país
en donde los partidos mayoritarios se ponen de acuerdo para tapar a
quienes han robado y destruido el patrimonio de millones de españoles. Da
vergüenza que impidan que se investiga lo que ha pasado y que no haya banqueros
juzgados y en la cárcel por las estafas que han orquestado en los últimos años
y con las que han ganado miles de millones de euros, o políticos por las
privatizaciones a favor de amigos que llevaron a cabo.
Da vergüenza un país
en donde los partidos mayoritarios engañan sistemáticamente a sus votantes
cuando llegan al gobierno, olvidándose de sus programas electorales, sin que
pase nada.
Da vergüenza un país
en el que los gobernantes y líderes políticos mayoritarios pueden traicionar al
pueblo y a la Nación entregándola a intereses extranjeros o a los de grupos
minoritarios, sin someter sus decisiones a la voluntad popular. Da vergüenza
un país gobernado por mentirosos y traidores que cambien la Constitución sin
consultar al pueblo al que llaman soberano o que promulgan leyes electorales
para impedir que todos los intereses sociales estén fielmente representados en
las instituciones.
Da vergüenza un país
en donde hay cientos de diputados que aceptan y votan cualquier cosa que les
digan sus jefes de filas, que mantienen silencio y su culo pegado al sillón sin
rechistar sea cual sea la decisión que les impongan.
Da vergüenza un país
que consiente que los parlamentarios roben a los ciudadanos cobrando dietas por
desplazarse o vivir en Madrid cuando residen siempre allí y allí es donde
tienen sus viviendas habituales.
Da vergüenza un país
donde los líderes de los partidos han pedido a los bancos créditos millonarios
que no devuelven, haciendo que los paguen todos los españoles.
Da vergüenza un país
en donde tantos munícipes que deben velar por el interés público y que cobran
por ello jugosos sueldos han puesto en bandeja a los promotores los negocios
millonarios de los últimos años, haciéndose ricos o financiando a sus partidos
a base de cobrarles comisiones.
Da vergüenza un país
en donde los políticos manipulan tan descaradamente los medios de comunicación
o que reparten las licencias con arbitrariedad y sectarismo para favorecer a
sus afines. Da vergüenza un país en donde la mayoría de los periodistas calla
para obedecer a sus amos, o que se limita a reproducir la letanía de mentiras
con las que justifican todo lo que está pasando. Y da vergüenza que la gente no
proteste día a día cuando comprueba que las voces disidentes apenas si tienen
presencia en los medios de comunicación para explicar lo que nos pasa de otro
modo.
Da vergüenza un país
en donde las más altas instituciones o tribunales del Estado, que se supone que
deberían ser neutrales y controlar a los demás poderes, se componen por cuotas
de partido, de modo que sus decisiones se toman con disciplina casi militar y
en función exclusiva de los intereses de quienes nombran a sus miembros. Da
vergüenza un Tribunal Constitucional en donde el voto de sus magistrados se
sabe de antemano porque son conmilitones que votan las sentencias como por
encargo. Y da vergüenza que el gobierno, con la excusa de la crisis, desmantele
poco a poco los órganos de vigilancia y control de su actuación administrativa.
Da vergüenza un país
en donde solo se sabe recurrir a mentiras, que se difunden gracias al enorme
poder mediático de los grupos financieros y a la democracia tan imperfecta que
tenemos, para justificar los recortes en las pensiones, la educación o la
sanidad públicas. Da vergüenza un país en donde su universidad no estalla para
denunciar lo que pasa y las mentiras y estafas que se vienen produciendo, y en
donde la mayoría de sus intelectuales se acobardan o acomodan y se achantan.
Da vergüenza un país
en donde el gobierno que está obligado a ser neutral frente a las confesiones
religiosas se alía con la jerarquía de extrema derecha de una de ellas,
imponiendo a la ciudadanía su adoctrinamiento y dándole financiación
privilegiada. Y da vergüenza que sean tan escasos los fieles que rechazan ese
trato, tan contrario a los valores que su Iglesia dice transmitir a la
sociedad.
Da vergüenza un país
en donde los políticos pueden mentir, incumplir sus promesas o decir hoy una
cosa y mañana la contraria sin que tengan que dar cuenta alguna por ello.
Da vergüenza un país
en donde un partido llamado socialista es pieza fundamental del dominio de los
grandes poderes financieros, a los que tan directamente sirve cuando gobierna.
Y dan vergüenza sus militantes honrados que, a pesar de serlo, callan y no se
levantan contra sus dirigentes vendidos.
Da vergüenza un país
en donde la afiliaciòn a los sindicatos es tan baja, haciendo que éstos tengan
que luchar muy solos, pero da vergüenza también que tantas veces sucumban a
intereses corporativos y de que sean esclavos de la financiación que reciben, o
incapaces de combatir a sus dirigentes corruptos. Y da vergüenza también la
patronal ideologizada, en donde han llegado a apoltronarse auténticos
delincuentes, que defiende políticas que son una máquina de destruir empresas y
empleos.
Da vergüenza un país
en donde las fuerzas opuestas a la agresión política y a los recortes sociales
que se están viviendo no logran ponerse de acuerdo porque se dedican a atacarse
a veces sin piedad entre ellas, incapaces de entenderse y reconocerse diversas
pero aliadas. Da vergüenza que los dirigentes de Iquierda Unida, como partido
principal a la izquierda del PSOE, no hayan comparecido todavía con los demás
movimientos y organizaciones para anunciar que se unen y que promueven
candidaturas unitarias y abiertas a todos los sectores y sensibilidades
sociales, y da vergüenza que, en lugar de eso, la mayoría de ellos se limiten a
pedir que los demás se sumen a sus filas.
Da vergüenza un país
en donde en medio de una agresión tan impresionante contra los derechos
ciudadanos, la izquierda que se dice más transformadora y solidaria de algunas
nacionalidades promueva como horizonte el independentismo, desentendiéndose de
los trabajadores y pueblos del resto del Estado y prefiriendo unir sus destinos
a las oligarquías locales que agreden al suyo.
Da vergüenza un país
en donde la mayoría de la gente no ve a su patria más que en la camisa de una
selección de fútbol y que solo la ve en peligro cuando pierde en los campos de
juego, y no cuando se atacan su democracia o los derechos sociales de sus
ciudadanos; que grita y se enrabia solo cuando se cuelan goles o cuando se
falla un penalti pero que calla cuando le quitan servicios públicos esenciales,
y que no sale en masa a la calle para denunciar y pedir que se enjuicie a los
ladrones de dinero público que ocupan las instituciones.
Da
vergüenza esta España corrupta y rota, de oligarcas y mercenarios que todavía huele
demasiado a dictadura, y da vergüenza que la mayoría de la gente honrada no sea
capaz todavía de levantarse y unirse, de reaccionar con inteligencia y valentía
ante lo que está pasando para darle la vuelta y un buen limpiado.
Fuente: www.publico.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario