La sala Scala en llamas
El domingo 15 de enero de 1978 la CNT organizó una
manifestación en Barcelona contra la firma de los Pactos de la Moncloa y las
elecciones sindicales. En la misma se juntaron alrededor de 10.000 trabajadores
que seguían oponiéndose a ese pacto social y que era prueba evidente de la gran
capacidad de convocatoria que tenía la CNT en aquellos momentos.
A las 13:15 horas, terminada la manifestación, tuvo
lugar un ataque con cócteles Molotov contra la sala de fiestas más conocida y
de más éxito de Barcelona en aquellos momentos, la sala "Scala",
situada en la esquina de la calle Consejo de Ciento y Paseo de San Juan. El
resultado inmediato fue la muerte de cuatro trabajadores de la sala: Diego
Montero, Bernabé Bravo, Ramón Egea y Juan Manuel López; tres de los cuales eran
afiliados de la propia CNT.
Arde la Sala Scala. |
Por aquellos días podría decirse que los ciudadanos
estaban en cierto modo acostumbrados a las noticias de atentados terroristas. A
nadie asombraba el asesinato de policías o militares, los coches-bomba y demás
actos que resultaban casi habituales en aquella época. Sin embargo, un atentado
contra una sala de fiestas era algo que resultaba inverosímil por lo absurdo y
disparatado de la idea. Probablemente por ello en los primeros momentos se
aventuraron toda clase de hipótesis. Algunos medios achacaron el atentado a
vulgares asesinos, otros lo relacionaron con cuestiones particulares
relacionadas con la sala de fiestas, algunos llegaron a establecer una relación
con la campaña en pro de la libertad de expresión que por aquel entonces se
desarrollaba en solidaridad con el dramaturgo Albert Boadella.
La duda y la incredulidad siguió siendo la tónica
general para la inmensa mayoría hasta que, tan sólo cuarenta y ocho horas
después, el martes 17 de enero un comunicado de la policía informó de la
detención de todos los presuntos autores del atentado, a quienes inmediatamente
se les relacionó con la CNT.
«Un comando de la FAI (Federación Anarquista Ibérica),
integrado por tres sujetos en cuyo poder se ha hallado asimismo documentación
que les acredita como afiliados a la central sindical CNT ha sido autor, según
la Jefatura de Policia de Barcelona, del atentado contra el
restaurante-espectáculo Scala.»
Agencia Pyresa
Efectivamente, los detenidos eran todos afiliados a la
CNT y poco antes del atentado habían participado en la manifestación. Al
finalizar la manifestación -según la policía- los acusados se habían dirigido a
la sala de fiestas lanzando contra ella seis cócteles molotov que ocasionaron
el incendio y la muerte de los cuatro trabajadores que se hallaban dentro. De
esta manera quedó establecida la relación de los detenidos con la CNT y el
atentado con la manifestación. Bajo la dirección del gobernador civil José
María Belloch y del comisario Francisco Álvarez, empezaron las detenciones en
los medios anarcosindicalistas.
Sin duda lo que más sorprende es la insólita eficacia
policial que había permitido encontrar a los culpables entre las 10.000
personas que aproximadamente participaron en la manifestación. Cómo consiguió
la policía barcelonesa este alarde de perfección es algo que no se llegaría a
saber hasta algún tiempo después. En aquel momento sólo dio lugar a toda clase
de conjeturas que tenían como común denominador la sospecha de que detrás de
todo había gato encerrado. Con el tiempo esa sospecha se acabaría convirtiendo
en certeza.
Comienzo
de la campaña orquestada contra el movimiento libertario
Los detenidos fueron debidamente acusados y
procesados, pero eso no detuvo la operación policial. Muy al contrario, en los
días posteriores fueron detenidas alrededor de 170 personas más, al mismo
tiempo que se desataba una imponente campaña de descrédito contra la
organización confederal por medio de los medios de comunicación y de los
aparatos represivos del estado, que vieron la ocasión de amordazar y destruir
la única fuerza con cierto peso social que amenazaba la amplia operación de
blanqueo de la dictadura franquista y de los propios franquistas. Dicha
operación pasaba por los Pactos de la Moncloa -a los que ni asistieron ni
fueron invitadas las fuerzas sindicales, aunque luego la mayoría de las mismas
los aceptaran- destinados a hacer recaer sobre las espaldas de la clase
trabajadora el grueso de la crisis económica que se estaba viviendo, a costa de
fuertes recortes salariales, subidas de impuestos sobre el consumo y pérdida de
derechos laborales y a la vez sentar las bases de los cambios políticos que deberían
llevar a la Constitución de 1978, fruto de un gran pacto entre el franquismo y
una nueva clase política emergente ávida de poder.
Rodolfo Martín Villa |
Máximo responsable de la operación del Scala. Por entonces era ministro de Gobernación y presentó la detención de los supuestos responsables en apenas 24 horas como un triunfo. La policía andaba necesitada de éxitos, temerosa de que la transición conllevara una purga en el cuerpo. Anteriormente había estado vinculado con el Sindicato vertical en la época franquista, ocupando diversos altos cargos a lo largo de los años de la dictadura. Este terrorista es en la actualidad el Presidente de Sogecable.
La CNT, reacia al conjunto de dichos pactos y reacia,
sobretodo, a olvidar el pasado y a renunciar a exigir cuentas al franquismo
depurando todo el aparato estatal, ya fuese político, policial, judicial e
incluso cultural, se había convertido en el gran objetivo a batir.
El simple hecho de aparecer en la agenda de teléfonos
de algunos de los acusados o de una persona relacionada con alguno de los
acusados se convirtió en motivo suficiente para ser detenido. Después de ser
interrogados y pasar alguna noche en el calabozo, los detenidos eran puestos en
libertad sin cargo alguno. Resultaba evidente que la policía no buscaba nada ni
a nadie -ya tenían a los culpables- se trataba simplemente de amedrentar a los
cenetistas y de ahuyentar de la organización a miles de trabajadores afiliados
que, si bien se identificaban con la línea sindical de los anarconsindicalistas,
no estaban dispuestos a llegar demasiado lejos en su adhesión, ni mucho menos a
desafiar una represión policial de aquella envergadura.
La cosa no era de broma, las noticias de nuevas
detenciones crearon un ambiente de inseguridad en gran parte de la afiliación.
Por otra parte, la certeza de la implicación de la CNT en el atentado fue
afianzándose en la opinión pública, lo que provocó un serio deterioro en la
imagen de la organización y de los anarquistas por extensión. Si a esto
añadimos las noticias de agresiones y asaltos por parte de grupos fascistas,
que en aquellos días se incrementaron de forma muy considerable, podemos
hacernos una imagen aproximada de la situación. Ser libertario en aquellos
momentos se convirtió en algo bastante desagradable. Los medios de comunicación
lo hicieron impopular, la policía y los grupos de la ultraderecha lo hicieron
peligroso. Como consecuencia, se fueron debilitando las filas cenetistas,
abandonadas por muchos trabajadores.
Ni que decir tiene que los Pactos de la Moncloa
pasaron a un segundo plano.
Como hemos dicho la represión no sólo fue policial. El
caso Scala marcó el comienzo de una intensa campaña de atentados contra el
Movimiento Libertario y contra una CNT de nuevo en auge -ya contaba con 100.000
afiliados sólo en Cataluña- en particular protagonizada por grupos, al parecer
de ultraderecha, que se escondían detrás de siglas desconocidas e
indescifrables. En aquellos meses se tuvieron noticias de atentados en varias
ciudades, sin que la policía demostrara la misma eficacia en detener a sus
autores que había demostrado en el caso Scala.
El montaje policial sale a luz
La vista del caso tuvo lugar en diciembre de 1980. Los
abogados defensores solicitaron que el ministro de gobernación, Rodolfo Martín
Villa, compareciese a declarar, pero no lo hizo. Tampoco lo hizo Joaquín
Gambín, confidente de la policía y responsable del incendio del Scala según la
defensa. Gambín había logrado fugarse de la prisión de Elche en extrañas
circunstancias y, a pesar de que tenía varias órdenes judiciales de busca y
captura, la policía no pudo dar con su paradero.
La posición de la defensa apuntaba hacia un montaje
policial orquestado mediante confidentes infiltrados en el sindicato CNT con el
objetivo de desacreditar al sindicato ante los trabajadores y evitar así su
progresión en Cataluña. La sentencia condenó a José Cuevas, Xavier Cañadas y
Arturo Palma a 17 años de prisión como autores de un delito de homicidio
involuntario y por fabricación de explosivos; Luis Muñoz fue condenado a dos
años y seis meses por complicidad, y Rosa López, a 5 meses por encubrimiento.
El recurso presentado por los abogados defensores, por quebrantamiento de forma
y denegación de pruebas por la no comparecencia de Martín Villa en la vista,
fue rechazado por el Supremo.
¿Qué tienen que decir los servicios de información del
estado sobre el incendio del "Scala"?
La presión sobre la policía por el asunto Gambín se
multiplicó a raíz de la vista y de las exigencias, en aquel sentido, del
indignado fiscal del caso, Alejandro del Toro, que desde instancias judiciales
conservadores fue acusado de "simpatizar con los anarquistas". Con el
paso de los años se fue descubriendo el papel crucial y decisivo que desempeñó
Joaquín Gambín, el Grillo, o también conocido como el Rubio o el Legionario, en
este asunto. Como se llegó a demostrar, fue él quien se infiltró en la CNT para
dirigir el atentado. La presión de la prensa sobre la policía y la ausencia de
Gambín en la vista del caso hicieron levantar sospechas sobre las verdaderas
causas del atentado, provocando incluso desavenencias entre el Ministerio
Fiscal y algunos miembros de la judicatura. Finalmente, a finales de 1981,
Gambín fue detenido por la policía tras un tiroteo en Valencia. El Caso Scala
volvía a abrirse.
La segunda vista del Caso Scala Barcelona, en
diciembre de 1983, solo tuvo un acusado: Joaquín Gambín. La sentencia lo
condenó a 7 años de prisión por acudir a la manifestación con armas y por
preparación de explosivos.
Tras las cenizas del Scala
El Caso Scala fue la punta de lanza de la gran
represión que se abatió sobre el movimiento libertario, en momentos de cierta
debilidad organizativa y estructural debido a las evidentes divisiones que se
estaban ya gestando en el seno de la anarcosindical.
Como posteriormente escribiría Xavier Cañadas Pérez,
uno de los encausados y encarcelados durante ocho años por el Caso Scala:
Esta relación de hechos, documentalmente contrastados,
arrojan un tal cúmulo de datos que permiten afirmar que el Caso Scala
constituye el punto de inflexión de una dinámica de represión, políticamente
concebida y previamente estudiada en los altos niveles del Gobierno, pues
dichos hechos escapan a la competencia exclusiva de un estamento, de una sola
brigada o servicio policial, de un solo magistrado, de un solo Ministerio.
La intensificación de la persecución polical contra el
movimiento libertario fue alarmante. El 13 de marzo de 1978 murió Agustín
Rueda, preso en la cárcel de Carbanchel, a consecuencia de la paliza que le
propinaron un grupo de funcionarios de prisiones. Tres meses después Agutín
Valiente falleció en Almeria mientras intentaba evitar una detención polical.
En junio de 1979 el cenetista Valentín González murió por el impacto de una
pelota de goma lanzada por la policía al reprimir la huega de los trabajadores
del Mercado de Abastos de Valencia. Pero la represión no terminó aquí.
Ante esta situación creció el número de compañeros que
optaron por la violencia como respuesta a la denominada nueva represión
democrática. En febrero de 1978 se detuvo en Barcelona, Valencia y Madrid a
veintidós personas acusadas de pertenecer a los Grupos Autónomos, en abril
cuatro trabajadores de la SEAT de Barcelona fueron detenidos acusados de formar
el Ejército Revolucionario de Ayuda al Trabajadoar (ERAT), al mes siguinete
cayeron una docena de compañeros en Valladolid y ese verano continuaron las
detenciones. En febro de 1979 hubo once nuevos detenido, en mayo uno más en la
Junquera y en junio hubo una amplia redada contra la Federación Ibérica de
Grupos Anarquistas (FIGA) en varias ciudades de la península, en agosto se
produjeron cuatro nuevas detenciones en el movimeinto libertario barcelonés y
en octubre otras tres en Madrid. En noviembre hubo dos heridos de bala en
Valencia que pertencáin a los Grupos Autónomos Anarquistas, acusación que se
repitió contra otros cuatro anarquistas detenidos en el mes de diciembre de
1979.
La ofensiva de estos miltiantes libertarios alimentó
la intoxicación de los medios de comunicación, que, por jemplo, asociaban a los
Comado Autónomos Anticapitalistas con ETA, y aumentó el aislamiento de la CNT y
del resto de organizaciones anarquistas. Ya no había base social para
revolución alguna y el movimiento libertario se fue quedando solo en la lucha
por una transformación social más profunda.
Elección del Secretario General de la CNT. 22 de abril
de 1978.
El Caso Scala marcó el fin del crecimiento
espectacular de la CNT y del movimiento libertario, y el inicio de su
decadencia acelerada. Supuso el frenazo de una organización que crecía a ojos
vista, el acentuamiento de sus divisiones y un descrédito que arrastró la
organización confederal que quedó ampliamente desautorizada socialmente y
prácticamente neutralizada: se consumó el gran Pacto de Estado de la Transición
y de la nueva Democracia Española, sin oponentes. La monarquía democrática se
consolidó con la Constitución, aprobada en referendum el 6 de diciembre de
1978.
El acoso policial, la consolidación de la monarquia
democrática y el reflujo de las luchas obreras llevaron a la CNT a una seria
crisis. Cerrado el periodo de luchas revolucionarias del tardofranquismo, había
llegado el momento de hacer balance del largo y complicado proceso de
reconstrucción y adaptarse a la nueva realidad social y política de la España
de los años ochenta.
Así pues, a finales de 1979 la CNT organizaría su V
Congreso y primero desde el Congreso de Zaragoza en 1936 y desde que la
dictadura arrojara a la organzación a los círculos infernales de la
clandestinidad y del exilio. Ya durante el periodo precongresual se hicieron
evidentes las profundas divergencias que enfrentaban a los distintos grupos y
tendencias que convivían en el seno de la organización. No había discrepancias
en el diagnóstico de la situación por la que atravesaba la CNT y el conjunto
del movimiento libertario, pero las diferencias eran muy agudas cuando se
buscaban las causas y se proponían las soluciones.
Según se iba profundizando
en el debate, se fueron decantando dos grandes corrientes de opinión que
confluirían al Congreso para generar la primera gran escisión de la CNT desde
1933.
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