Madrileños buscan entre los escombros en abril de 1939.
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CARLOS FRESNEDA Londres
Actualizado: 30/11/2014 19:31 horas
Fue el 'golpe de gracia' de la Guerra Civil. El coronel Segismundo
Casado, apoyado por la mayoría de las fuerzas políticas de la zona
republicana, derriba al último presidente del Gobierno republicano, el
socialista Juan Negrín. En las calles de Madrid estalla una
'miniguerra' civil entre anarquistas y comunistas que precipita el final de la
contienda y allana el camino a la venganza (por el lado nacional) y a la
vergüenza (por el lado republicano).
Influido seguramente por la lectura de 'Juego de tronos', el
hispanista Paul Preston interpreta ahora todo lo ocurrido en ese mes
vivido peligrosamente (marzo de 1939) como "un auténtico juego de
conspiraciones, traiciones, odios, resentimientos, mentiras y venganzas". El
final de la guerra (Debate) da título a un libro que se lee como un
auténtico thriller y que ahonda en el lado humano de los personajes en esa
dramática cuenta atrás...
"Me pregunto hasta qué punto todas las guerra civiles
acaban así, con un forcejeo entre los perdedores, empeñados en clavarse
puñaladas y echarse las culpas los unos a los otros". Paul Preston
(Liverpool, 1946) tiene en cualquier caso muy claro quién fue el principal
"culpable" de lo que ocurrió al final (Casado), a quién se puede
considerar como su mayor cómplice (Julián Besteiro) y a quién conviene exculpar
a pesar de los pesares (Negrín).
"La tragedia humanitaria que desencadenó el golpe de
Casado pudo haberse evitado", sostiene el historiador y biógrafo
británico. "Fue un error colosal desde el punto de vista estratégico. Aunque
la guerra estuviera ya perdida, una tercera parte del territorio estaba aún en
manos republicanas. El golpe de Casado no solo frustró la posibilidad de
una paz digna, sino que impidió de paso todos los planes de evacuación y abrió
las puertas a las tremendas represalias de la victoria franquista".
Preston entona también su mea culpa por algunos de los
mitos que aún perduran sobre el último acto de la guerra civil, desde la
supuesta heroicidad del general Miaja como el gran defensor de Madrid al
dudoso impulso humanitario y patriótico de Casado en su afán por poner fin a la
masacre al cabo de casi tres años y evitar la bolchevización de la República.
"Durante mucho tiempo, la versión más comúnmente aceptada de lo que
ocurrió al final de la guerra fue la del propio Casado", advierte Preston.
"Él mismo contribuyó a fabricar su propio mito con su primer libro en
inglés y sus memorias (Así cayó Madrid), publicadas al regreso de su
rocambolesco exilio en Gran Bretaña, Colombia y Venezuela".
Reconoce Preston que ha habido "libros muy buenos"
en estos últimos años sobre el tema que nos ocupa. En lugar destacado coloca Así
terminó la guerra de España (de Ángel Bahamonde y Javier Cervera) y El
desplome de la República (de Ángel Viñas y Fernando Hernández Sánchez). Lo
que faltaba quizás era una "aproximación humana" al drama de los
últimos días y de lo que vino después, que en opinión de Preston sirve para
poner definitivamente a los personajes en contexto...
"Pese a haber sido la víctima de la conjura de los
necios, Juan Negrín da muestras en su exilio de una gran benevolencia y entona
incluso una dura autocrítica. En sus cartas personales, Casado sigue siendo sin
embargo tan arrogante y tan cínico como antes, creyéndose el redentor de
España, tratando al principio a Franco como el 'generalísimo' y reduciéndole
luego despectivamente la categoría de 'judío enano'".
La Pasionaria llegó incluso a decir que era difícil
imaginar "una alimaña más cobarde y escurridiza que el coronel
Casado"
Dolores Ibárruri tenía posiblemente razones para ser
tan ácida con él, teniendo en cuenta cómo canalizó el odio hacia los comunistas.
Pero el problema es que el general Vicente Rojo opinaba lo mismo, y
todos los pasos que fue dando durante la guerra dejaron un rastro de recelos,
como su papel durante la batalla del Ebro y la pérdida de Cataluña. Lo que es
extraño es que hubiera tanta gente que confiara en él al final. Hay unas
traiciones impresionantes al final de la guerra
Casado alegaba también que lo que pretendía era evitar la
implantación de una dictadura al estilo soviético en la zona republicana...
Yo descarto totalmente la idea de que Negrín era una
marioneta en manos de los comunistas. Negrín no era ni comunista, ni
revolucionario. Era más bien un socialista moderado con un fuerte
sentimiento "patriótico" (patriotismo republicano, se entiende). Se
había visto obligado a aceptar la ayuda de los soviéticos, entre otras cosas
por las traiciones de los gobiernos francés y británico.
Usted especula también con la sospecha de que Casado
pudiera haber sido un agente británico...
Los británicos querían que acabara la guerra cuanto antes y
se fiaron también de él, aunque no creo que hasta el punto de considerarle un
"agente" como tal. Pero es curioso el tratamiento de favor que
recibió en el exilio, en contraste con Negrín, a quien se le quiso expulsar. A
Casado se le da sin embargo un puesto de comentarista en la BBC, con el
seudónimo de Coronel Juan de Padilla, y en Londres entabla una relación con una
inglesa, Norah Purcell. No estoy muy seguro del origen de esa relación, aunque
se presta a todo tipo de interpretaciones, pues ella tenía también contactos
con los servicios de inteligencia.
En los últimos días de la República, Casado fue en
cualquier caso capaz de seducir para su causa al socialista Julián Besteiro...
Lo de Besteiro es un caso de ingenuidad culposa, rayando en
el infantilismo. Cayó en el anticomunismo que acabó cegándoles a todos. Pero
más grave era aún su ceguera sobre lo que podría pasar después de la derrota.
Pensaba que Franco iba a ser benévolo con él y con los socialistas. Y yo me
pregunto: ¿Es que este señor no leía los periódicos? ¿Es que no había leído lo
que el propio Franco había anunciado que iba a hacer con esa lista de un millón
de españoles a los que iba a castigar?
¿Y qué me dice del papel de los anarquistas en esa
miniguerra civil con los comunistas?
La realidad es que los anarquistas y los comunistas se
habían declarado la guerra desde el 36, y en eso estaban. Tenían una visión muy
distinta de cómo había que combatir a los nacionales. Los comunistas querían
una respuesta centralizada y organizada. Los anarquistas hacían la guerra por
su cuenta y hablaban hasta el final de resistencia numantina. Al final de
la contienda, y tras la caída de Cataluña, los elementos de la CNT-FAI que
quedaban en Madrid eran muy extremos, con gente como Eduardo Val, José García Pradas
y Manuel Salgado. Tenían también de su lado a la división de Cipriano Mera, que
protagonizó alguno de los combates más encarnizados en la miniguerra civil y
debilitó sin duda la resistencia militar de la república. Al final, los
anarquistas amenazaron con hacer saltar por los aires Madrid, aunque a la hora
de la verdad se fugaron.
¿Y qué papel le tocó jugar a Franco en el capítulo final
de ese 'Juego de Tronos'?
Franco fue al final quien jugó de una manera más
inteligente (y espero que no me llamen franquista). En el fondo tenía miedo
a enfrascarse en una lucha numantina en el momento en que los alemanes y los
italianos tenían otra cosa en que pensar, y cuando la tolerancia
franco-británica con Hitler estaba llegando a su fin. Franco deja a Casado que haga
parte del trabajo sucio y que precipite el final de la guerra...
¿Y si no da el golpe Casado?
Yo estoy en contra de la especulaciones 'contrafactuales' y
prefiero no aventurar qué hubiera pasado sin el golpe. Pero estoy convencido de
que la tragedia final habría sido menor, muchos más republicanos podrían haber
sido evacuados y quizás se podría haber logrado la paz en otros términos.
Los protagonistas
Juan Negrín, contra su leyenda negra.
"Pese a haber sido la víctima de todas las
conspiraciones, Juan Negrín mantiene una benevolencia frente a los demás que es
un indicio de su gran humanidad. Yo veo al último presidente del Gobierno de la
II República como un gran estadista, socialista moderado y patriótico en el
sentido republicano. Su comportamiento después de la guerra dice también mucho
de él. Todos los demás se quejan los unos de los otros, mientras Negrín se
desmarca con una dura autocrítica en la que habla de 'nosotros, los líderes
irresponsables, incapaces de impedir una guerra que no era inevitable'. También
ha pesado mucho el cliché histórico".
El extraño caso de Miguel Buiza
"El almirante Buiza es quizá uno de personajes
secundarios más fascinantes del final de la guerra. Había ascendido por encima
de sus posibilidades. Se había mantenido cerca de las intrigas contra Negrín,
pero al final no traicionó sólo a Negrín, sino también a Casado, al llevarse la
flota republicana estacionada en Cartagena y frustrar las operaciones de
evacuación al final de la guerra. Se entrega en Túnez, se alista en la Legión
Francesa y es acendido en el acto a capitán, para ser recibido como un héroe en
París al término de la Segunda Guerra Mundial. Hasta pusieron su nombre en un
carro blindado".
Casado, el hombre que hizo el juego sucio a Franco
"La historia ha sido demasiado amable con el coronel
Casado, entre otras cosas porque durante mucho tiempo la versión que perduró
sobre el final de la guerra fue la escrita en sus memorias, Así cayó Madrid. Él
mismo contribuyó a construir su propio mito, alegando que lo único que quería
era alcanzar una paz digna con Franco, pero lo cierto es que actuó por motivos
totalmente egoístas. Le hizo el juego sucio a Franco y su golpe contribuyó a la
gran tragedia final. Su personalidad quedó claramente definida por su actitud
después de la guerra: no hay más que leer sus cartas para comprender su grado
de arrogancia y de cinismo".
Wenceslao Carrillo, el feroz anticomunista.
"¿El odio de Wenceslao Carrillo estaba dirigido contra
los comunistas por haberle robado a su hijo, o contra su hijo por estar con los
comunistas? En este aspecto ya ahondé en El zorro rojo, la biografía de
Santiago Carrillo. Es la única duda que me queda para explicar el
comportamiento de este dirigente del PSOE, que le hizo también el juego a
Casado como consejero de Gobernación. No sé hasta qué punto la furia
anti-comunista de Wenceslao Carrillo tenía algo de personal, o si era al revés.
Se prestó incluso a contemplar la posibilidad de apresar a Negrín para
entregárselo a Franco al final de la guerra"
Julián Besteiro,el gran ingenuo.
"Julián Besteiro actuó con una ingenuidad culposa al
final de la guerra y cayó en ese grado de resentimiento que se apoderó de
muchos socialistas. Las sospechas venían de antes, y resulta asombroso su grado
de colaboración con la quinta columna. No fue pues de extrañar que aceptara ser
consejero de Estado en el Consejo de Defensa del coronel Casado. Y luego la
ingenuidad con la que percibía el final de la guerra, creyendo que Franco iba a
ser benévolo con él y con los socialistas. ¿Es que este señor no leía los
periódicos? Acabó encarcelado y murió pronto. Fue una de las primeras víctimas
tras la contienda"
Miaja, el general que traicionó a los suyos
"El comportamiento del general Miaja en el final de la
guerra es deleznable. Junto con el general Matallana, es el principal
conspirador en el juego de Segismundo Casado, y al final acaba siendo el
presidente del Consejo Nacional de Defensa. El mito de Miaja como el gran
defensor de Madrid ya sabemos que estaba inflado más de la cuenta. Por otro
lado, estaba el mito de Miaja como un inútil que alentaron en el bando
nacional. Los franquistas le despreciaban, y su comportamiento en los últimos
días de la guerra demuestra que tal vez tenían razón"
Fuente: www.elmundo.es
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