La denuncia se
presenta este jueves en presencia del hermano de la víctima, Antonio, que
denuncia el olvido sistemático al que condenan los políticos españoles a las
víctimas del franquismo
PATRICIA
CAMPELO Madrid 27/11/2014 10:19 Actualizado: 27/11/2014 10:19
Cipriano junto a la tumba de su hermano.Red Catalana y Balear |
Ha pasado
toda una vida tratando de esquivar la censura para que la historia de su
hermano Cipriano, un obrero antifranquista torturado hasta la muerte en la casa
cuartel de Reus, Tarragona, en 1973 fuera pública. Incluso uno de los cauces
que trató de abrir fue en el programa radiofónico Encarna de Noche (1978-1983)
de Radio Miramar. "Llamé tres o cuatro veces y cuando les decían quién era
y lo que quería contar me colgaban el teléfono", revela Antonio
Martos, de 73 años.
"La
prensa y las autoridades civiles lo sabían, pero hacían como si no se
enteraran", lamenta. Ahora agradece el interés sobre el caso de su
hermano, que ha sido investigado de forma exhaustiva e incluido en la querella
contra el franquismo que sigue su curso en Argentina y cuyo último paso ha
sido la petición de 20 órdenes de detención contra altos cargos de la
dictadura.
Cipriano
Martos, natural de Loja, Granada, tenía 30 años y trabajaba como encofrador
cuando fue detenido por la Guardia Civil el 25 de agosto de 1973. Fue
trasladado a la casa cuartel de la localidad para ser interrogado por una
acción de reparto de propaganda con mensajes contra la dictadura. Le sometieron
a torturas, pero no delató al resto de compañeros y el segundo día de reclusión
en la casa cuartel fue obligado a ingerir el conocido como ‘cóctel de la
verdad': un líquido definido en algunos documentos de la investigación como
"cáustico ácido" y "ácido corrosivo".
El veneno le
abrasó por dentro y fue trasladado al hospital del municipio, ingresado en la
sala de beneficencia y atendido por diferentes médicos. Según la investigación
que acompaña a la querella, dos días después del ingreso, y a pesar de sus
dificultades para comunicarse, el juez le tomó declaración. Cipriano falleció a
las dos semanas, el 17 de septiembre, y el certificado de defunción que se
aporta en la querella alude a una "hemorragia interna"
En todo ese
tiempo, su madre y su hermano, que se habían trasladado desde Granada, no
pudieron ver a Cipriano. "Llamaron a mi familia diciendo que estaba muy
malo, y mi madre y mi hermano vinieron a Reus. Recuerdo hablar con mi madre por
teléfono y ella decirme que no fuera al hospital porque ya estaba todo hecho,
que ellos no habían podido hacer nada y que yo tampoco lo iba a hacer",
relata Antonio a Público con la voz entrecortada. "Se tuvieron que
volver a Granada sin saber qué había pasado", lamenta. La madre de Antonio
y Cipriano suplicó llorando a la Guardia Civil que la dejaran pasar a ver a su
hijo. "Se arrastraba como podía escalera arriba, a gatas, y la tiraban de
un puntapiés para abajo", detalla Antonio, que residía entonces en Sabadell.
"Ella murió con toda la pena del mundo por no haberse hecho
justicia", deplora.
Para mayor
escarnio de la familia, el cuerpo de Cipriano fue enterrado en beneficencia,
arrojado a la fosa común del cementerio de Reus sin la presencia de sus seres
queridos y en total secretismo. "Fue una manera de silenciar su caso.
La forma en que se les negó ver a Cipriano fue cruel y violenta, con el fin de
intimidarlos y asustarlos para que no removieran el asunto", apunta María
José Bernete, la investigadora que ha ayudado a Antonio ha documentar los
hechos para ponerlos en conocimiento de Ana Messuti, una de las abogadas que
trabaja de forma desinteresa en la querella argentina. Sólo los periódicos
franceses Le Monde, Libération y el italiano Il Manifesto se hicieron eco de los
hechos.
Cipriano,
republicano de ideas, había militado en los sindicatos Comisiones Obreras y
Oposición Sindical Obrera así como en el PCE (marxista-leninista) y en el
Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP), todo ello como
consecuencia de la precariedad y opresión que había visto de cerca trabajando
de jornalero en Morón de la Frontera (Sevilla), en las minas de Teruel y en las
fábricas textiles de Sabadell y Terrassa (Barcelona).
Su cuerpo
sigue en el cementerio de Reus, donde sus compañeros de militancia del PCE
(marxista-leninista) le erigieron una losa de mármol en 1979. El pasado abril,
militantes de varias asociaciones de memoria histórica de Catalunya colocaron
sobre la losa unas baldosas con los colores de la bandera republicana y una
fotografía de Cipriano. "Lo hicimos en nombre de Joan Aguirrezábal
[recientemente fallecido] para Cipriano y así honrar la memoria de los dos, que
fueron compañeros de militancia", aclara Bernete. Asimismo, colocaron una
placa con las palabras "verdad, justicia, reparación".
En busca del nombre de los guardias civiles
La denuncia del caso de Cipriano Martos, que se
presenta al público este jueves, viaja para Argentina acompañada de la partida
de defunción y de parte del expediente judicial incoado en Reus e incluido en
la causa seguida por el Tribunal de Orden Público, "por propaganda
subversiva", a los compañeros de Cipriano. "Estos documentos
custodiados por el Archivo del Centro Documental de la Memoria Histórica, de
Salamanca, vienen con los datos disociados, es decir, con todos los nombres y
apellidos suprimidos, como es habitual en este tipo de documentación",
explica Bernete.
El nombre de
los guardias que intervinieron en el asesinato de Cipriano, en cambio, deberá
resolverse en el marco de la investigación judicial que instruye la jueza
argentina María Servini. "Él fue detenido por miembros del cuerpo de la
Guardia Civil y llevado a las dependencias del cuartel de Reus de las que salió
para ingresar en el hospital. Aunque tenemos identificados a algunos de los
números que intervinieron en la operación en la que se le detuvo, al no poder
acceder a cierta documentación no podemos acusar a ninguno de ellos como
responsables directos de lo que le sucedió a Cipriano", aclara la
investigadora y miembro de la Red Catalana y Balear de Apoyo a la Querella
Argentina. "El proceso judicial abierto en Buenos Aires tendrá que
solicitar la documentación que a nosotros nos deniegan en cumplimiento de la
legislación vigente", subraya.
Antonio, por
su parte, que continúa viviendo en Sabadell, asegura no tener "muchas
esperanzas" tras ver el rechazo del Gobierno de Mariano Rajoy a cumplir
con las órdenes de detención solicitadas por la justicia argentina.
"Siguen en sus trece de no desmontar la fortaleza que tienen, pero les
diría que si esto les hubiera pasado a alguno de ellos, todo sería
diferente", reclama. "Esto es algo que no se puede olvidar, y se lo
digo hasta al político más ‘duro de mollera', si le hubiera pasado a él no
lo olvidaría", remacha Antonio y, al mismo tiempo, asegura tener claro
que en caso de lograr alguna solución para las víctimas "llegará desde
fuera".
Fuente: www.publico.es
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