La bandera republicana vuelve a tomar las
plazas tras la abdicación de Juan Carlos
HENRIQUE
MARIÑO Madrid 04/06/2014 07:31 Actualizado: 04/06/2014 20:38
El rey abdica y la tricolor
toma la calle. REUTERS
Juan Carlos abdica del trono y la tricolor toma
las plazas. "Soy el sentimiento del régimen que estuvo a favor el
pueblo", evoca una bandera republicana que cubre, a modo de capa, el lomo
de Guillermo. Ha venido a la Puerta del Sol por segundo día consecutivo para
exigir un referéndum sobre la monarquía. Ayer la protesta fue floja, pero el
lunes la plaza madrileña casi cuelga el cartel de no hay entradas.
"Represento la democracia, la justicia social y la igualdad", afirma
el paño que luce con orgullo Santiago. "Todos los españoles somos iguales,
desde el concejal del pueblo más pequeño hasta el jefe del Estado, por eso la
corona es anticonstitucional", añade esta implacable luchadora
"contra los privilegios" de unos pocos.
La tricolor
no está sola y, en algunos casos, ha llegado acompañada de una estrella roja de
cinco puntas. "La república sólo tiene sentido si es socialista y
obrera", advierte una bandera comunista, flanqueada por varios jóvenes con
enseñas republicanas.
- Encarno el
cambio —dice el emblema de Alba.
- Vengo a
ser lo mismo, pero sin rey —matiza la escéptica banderola de su compañero.
- Simbolizo
el avance hacia un porvenir realmente democrático y popular —tercian los tres colores enarbolados
por otro Guillermo, éste con cresta.
- Yo borro
todo lo que ha quedado de la dictadura. Franco ya no está, pero lo sigo
sintiendo como un fantasma, cuyos crímenes han quedado impunes gracias a Juan
Carlos, a Suárez, a Felipe y a Carrillo —añade la bandera de Ricardo, presta
a desmitificar al histórico líder del PCE.
Alegoría del
liberalismo, los anti absolutistas la blandieron en el siglo XIX hasta que las
paredes de los casinos y ateneos progresistas tomaron el testigo, que entonces
y ahora sigue siendo polisémico: libertad, ilustración, ruptura, emancipación,
pluralidad... La Constitución de 1931 entendió que, con la inclusión del morado
de Castilla, condensaba "la armonía de una gran España", aunque esa
"paz" ha sido contestado por la rojigualda del águila y, una vez
muerto el pollo, incluso por la del blasón coronado. Poco duraría en los
consistorios: desde que Éibar, el más madrugador, la izó nada más conocerse los
resultados de las municipales de aquel año, hasta que expiró la Segunda
República en 1936.
No ha vuelto
a ser enseña oficial, aunque se deja ver por manifestaciones diversas. Las causas
que defiende pasan por justas (del no a la guerra al 15-M), pero es
preciso reconocer que las protestas que secunda están protagonizadas por las
izquierdas, como si este sistema político no pudiese ser de centro o los
antimonárquicos de derechas. Que se alcen las banderas y hablen: "El
dictador escogió a los Borbones", zanja una tricolor que reposa
sobre una mesa, enfundada en un plástico transparente, lista para ser vendida
por Manolo. A su lado, una compañera, antes de que se acerque algún
asistente y se la lleve, toma la palabra: "Mi nombre es República, donde
el pueblo elige a quien gobierna".
Fuente: www.publico.es
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