La ilusionante
candidatura Podemos está generando muchos debates, a veces no exentos de
polémica. Uno de ellos ha surgido alrededor de la adhesión de Jorge Verstrynge
al proyecto. Algunos de los denominados Círculos se oponen a su presencia en
actos públicos, incluso a la adhesión en sí misma, por las posturas contra la
inmigración ilegal defendidas por este profesor universitario. Reproducimos
esta réplica (originalmente titulada ’Una aportación al debate sobre el
“Informe sobre la Inmigración’) de Luke Stobart al polémico “Informe sobre la
inmigración” publicado por Verstrynge en 2008. El informe, esta réplica y otras
escritas anteriormente fueron publicadas en la revista El Viejo Topo. A pesar
del tiempo transcurrido -marcado en parte por el estallido de la crisis, el
aumento de la hostilidad hacia la inmigración en los partidos tradicionales y
la aparición de nuevos partidos xenófobos en Europa- sigue ofreciendo algunas
claves para hacer frente a los discursos anti-inmigración.
Es difícil
saber exactamente cómo responder al “Informe sobre la Inmigración” de Jorge
Verstrynge y Gema y Ruben Sánchez Madero, que fue publicado en esta revista
(EVT 237), y al debate que suscitó en ediciones subsiguientes (Rosa Cañadell y
Carlos Martínez en EVT 238; Juan Torres López y Lina Gálvez Muñoz, EVT 239).
Por un lado, como ya se ha comentado varios de los últimos, un debate profundo
sobre la inmigración es tema pendiente en la izquierda. Por otro, me cuesta
imaginar una manera menos apropiada de empezar tal análisis.
En primer lugar,
recordémonos la naturaleza extremadamente reaccionaria de las propuestas de
Verstrynge y Cía., que con mucha justicia Cañadell califica de “disparatadas”.
Éstas incluyen la expulsión de todos los sin papeles del país (lo que
significaría el traslado forzoso de un millón de personas) y la inmediata
aplicación de una política de cero inmigración [1]. El “informe” propone que si
se aceptan trabajadores inmigrantes en el futuro, será a condición de ser
precarizados (“inmigración sólo aceptada en base a contratos previamente
obtenidos y temporales” -mi énfasis) y sin el derecho a una vida familiar
(“reagrupación familiar sólo en el caso de familias de la Europa comunitaria”).
[2]
Estas
propuestas no sólo son comparables con las ideas de ciertos liberales, como han
denunciado Torres López y Gálvez Muñoz, sino con las de la extrema derecha. La
propuesta de expulsar a todos los ‘ilegales’, por ejemplo, es también la
postura de la Plataforma per Catalunya -el nuevo partido ultra-racista dirigido
por un exlíder de Fuerza Nueva. [3]
Por otra
parte, y aunque podría parecer al contrario, no creo que el “Informe” sea un
intento de hacer de “abogado del diablo” y provocar un debate en la izquierda.
El autor más conocido de los tres, Jorge Verstrynge, ha presentado los mismos
argumentos durante una tertulia de Telemadrid, ayudando a crear una consenso
antiinmigrante profundamente negativo y alarmante. [4]
Por estas
razones sería tentador negarse a responder al “Informe”. No obstante, el debate
en esta revista ha tocado temas a mi modo de ver de suma importancia, a los
cuales me gustaría añadir mis pocos conocimientos sobre la materia. También
pienso que en algunos aspectos del debate los detractores del “Informe” le han
hecho demasiadas concesiones, aunque reconozco que no han tenido la ventaja de
responder a posteriori y con tanto tiempo como yo.
Aunque el
debate se ha centrado en la idoneidad de la inmigración para la sociedad
receptora (y en menor medida para los países de origen), creo que es de
importancia subrayar una cuestión que introdujo Rosa Cañadell: que no
deberíamos olvidar la tragedia humana que padecen los inmigrantes mismos.
El Gobierno
Autonómico de Canarias estima que en el año 2006 nada menos que 6.000 personas
murieron o desaparecieron intentando atravesar el Atlántico para llegar a las
Islas [5]. Además, el número de fallecidos en estos mares ha aumentado mucho
desde el refuerzo de las barreras alrededor de Ceuta, Melilla y el Estrecho, y
los acuerdos de control migratorio con Marruecos y Mauritania [6]. Ante tantas
imágenes de muertos saliendo por la pequeña pantalla es fácil quedarnos
anestesiados. Deberíamos intentar no olvidar nunca que detrás de cada
estadística hay una tragedia personal y familiar que raramente se cuenta en los
medios.
Tal vez el
punto de partida preferible para el debate hubiera sido tratar de cómo se puede
poner fin a esta auténtica carnicería. Por ahora volvamos a los temas que están
protagonizando el debate.
1. La
inmigración no es un problema
Verstrynge y
Cía describen los actuales niveles de inmigración como “aumentos de la
población brutales” y los comparan, citando a Jacques Chirac (¡!), con una
“invasión”. Sostienen que este flujo crea problemas masivos para la población
receptora, justificando esta idea por medio de las opiniones negativas vertidas
sobre la inmigración en los Barómetros del CIS. Añaden que si esta situación
sigue, crecerán grandes fuerzas de extrema derecha como la de Le Pen (o una
“lepenización de la sociedad”).
Aunque tanto
Martínez como López Torres y Gálvez Muñoz desmontan muchos de estos
planteamientos, en otros casos les dan la razón. Por ejemplo, López Torres y
Gálvez Muñoz aceptan que la inmigración sí es “un fenómeno masivo y desordenado
que constituye problema social, económico y político bastante grave”. A mi modo
de ver existen serios problemas con todos los argumentos anteriormente
mencionados.
Primero, no
están entrando tantos inmigrantes en el país. Es cierto que el volumen de
inmigración ha sido relativamente alto en los últimos años si se lo compara con
la recibida anteriormente o actualmente en otros países desarrollados. No
obstante, no es nada desorbitada si lo comparamos con el de otros países
desarrollados cuyas economías también se están expandiendo, como por ejemplo
Irlanda. Tampoco lo es comparado con los países más económicamente
desarrollados en otras épocas. Ejemplo de estos últimos son los Estados Unidos,
que en la primera mitad del siglo 19 duplicó su población varias veces [7].
López Torres
y Gálvez Muñoz han resaltado como el “Informe” ignora la “inmigración de clase
elevada”, y lo cierto es que los inmigrantes provenientes de los países más
ricos (y más blancos) son casi universalmente pasados por alto cuando se trata
el “problema” de la inmigración. No recuerdo la última vez que se debate sobre
si los ingleses en la Costa Mediterránea se están integrando en la sociedad o
no. ¿Por qué entonces hay tanta polémica sobre la “integración” de los
inmigrantes del Sur?.
Existe, sin
embargo, una excepción a la regla mencionada: estos colectivos “ricos” sí están
incluidos en las cifras para los flujos de inmigración. El resultado es que
éstas quedan seriamente infladas, pues los ciudadanos de la UE (entre los
cuales figuran alemanes y británicos entre los más numerosos) son un tercio de
todos los extranjeros residentes en España [8].
Más
crucialmente, la cantidad absoluta de inmigrantes no es el factor clave en
términos de la sostenibilidad. Más bien es la cantidad relativa al espacio
físico y económico. En el caso del Estado español claramente hay suficiente
territorio en un país tan grande como es; y la demografía cambiante
(envejecimiento de la población, baja tasa de natalidad…) junto con el
crecimiento económico (de una media de 3,6% desde hace una década) hacen que sí
exista la necesidad económica de un volumen significativo de migración. Por
esta razón, a veces (aunque no siempre) encontramos a empresarios y políticos
liberales entre los partidarios de cierta inmigración. Cuando esto pasa, sería
infantil reaccionar oponiéndonos al fenómeno.
El segundo
problema con la argumentación de Verstrynge y los Sánchez Madero es su uso de
los Barómetros del CIS. Torres López et al. han señalado que éstos no son
libres de “sesgos ideológicos”, y así es:
La pregunta
citada en el “Informe” trata del “principal problema que existe actualmente en
España”, y como tal invita a que la gente reproduzca lo que más aparece en los
medios, etc. Por tanto no es un dato de menos importancia que el Barómetro
citado por Verstrynge y Cía, de septiembre 2006, en el cual la inmigración
apareció como principal “problema” coincida en el tiempo con la “crisis de los
cayucos” en las Canarias -un evento muy mediático.
Más
revelador aún: cuándo se le pregunta a las personas sobre sus experiencias
personales con la inmigración los resultados son bien distintos. En el
Barómetro de diciembre 2006 la inmigración fue elegida como “principal problema
en España” por el 17,3% de los encuestados. Pero cuando en la misma encuesta se
pregunta por “el problema que a Ud., personalmente, le afecta más” sólo 5.2% de
las personas la eligieron -es decir tres veces menos personas-, lo cual puso
“la inmigración” por detrás de “las pensiones”, “la vivienda”, “el paro” y “los
problemas de índole económica”. Esta última cifra tampoco es un fiel reflejo de
los problemas reales porque la percepción de nuestras experiencias directas
también es influida por los prejuicios que tiene cada uno. Pero aun así la
discrepancia en los resultados sirve suficientemente para mostrar la existencia
de una falsa problemática en la sociedad.
El otro
eslabón de su planteamiento -el que “más inmigración igual a más racismo”-
tampoco se aguanta. La base “científica” de esta postura ya ha sido desmontada
por Martínez y Cañadell. Cabe añadir que la experiencia histórica también la
contradice. El éxito de Le Pen en Francia ha sido replicado en pocos países con
trayectorias de inmigración parecidas. Por ejemplo, igual que Francia, Gran
Bretaña recibió migración a gran escala de sus excolonias en el periodo
posguerra. Sin embargo, en este país tanto la derecha fascista como las ideas
de “racismo científico” son muy marginales.
No hay
espacio aquí para un análisis adecuado de porqué estas experiencias han sido
tan distintas. Basta con decir, por su relevancia al debate, que en Francia la
derecha se benefició de la imitación de algunas de sus ideas por parte de los
partidos tradicionales, incluyendo el Partido Socialista y el Comunista, lo
cual es precisamente el camino que nos propone seguir el “Informe”.
Parece que
recientemente sí ha habido un cierto crecimiento de racismo popular –como lo
demuestran los éxitos electorales de la Plataforma per Catalunya en algunos
municipios. Pero también hay muestras de solidaridad con los inmigrantes.
Pensemos en los ejemplos de los playistas de Tenerife que recibieron una patera
de africanos enfermos con botellas de agua y toallas; o el centenar de
pasajeros de Renfe en Girona que se amotinaron en oposición a un inspector
racista (y que se ofrecieron para ser detenidos en solidaridad con la victima)
[9]. Por tanto es una insultante exageración decir que la población española se
encamina hacia la ‘lepenización’.
2. La
migración no subdesarrolla al Sur
A pesar de
la falta de empatía hacia los inmigrantes del Sur que el informe muestra -tal y
como observa Martínez- los autores del mismo se precian de una preocupación por
el desarrollo de sus países de origen. En concreto sostienen que los países
pobres “se ven sangrados de lo mejor de sus cuadros”, pues muchas de las
personas que emigran a Europa son altamente cualificados (lo cual es cierto).
La argumentación puede parecer progresista y razonable. No obstante no es un
argumento que sólo utilice la izquierda; también a veces es defendido desde la
derecha. Además, los estudios realizados sobre esta cuestión apuntan a una
realidad bien distinta. Según el analista estadounidense Bob Sutcliffe, existen
pocas pruebas de que suceda la “fuga de cerebros” de que habla Verstrynge. Los
especialistas emigran de países menos desarrollados porque no existen expectativas
de empleo en su ámbito laboral [10]. El “informe” denuncia que haya más médicos
de Malawi en Manchester que en Malawi mismo, pero ¿hay trabajos para médicos
malauianos en Malawi? Obviamente la cuestión no es tan sencilla como se la
presenta. La respuesta a esta situación pasa por conseguir que el Sur sea más
desarrollado, no por no dejar salir a las víctimas del subdesarrollo.
Más, muchos
estudios han demostrado los efectos positivos de la migración para los países
de origen. El mecanismo más importante a este respeto es la remesa. En el caso
de Ecuador -un país que tiene muchísimos de sus conciudadanos en España- ¡las
remesas representan nada menos que el 6% del PNB del país! [11]. Sutcliffe
calcula que a nivel mundial, durante los últimos 20 años el valor total de las
remesas ha sido mayor que toda la ayuda internacional al desarrollo. ¡Incluso
lo compara con las inversiones en los países del Sur! [12] Es poco probable que
las remesas del Estado español sean muy diferentes. De enero a octubre de 2006
el valor total de las que se enviaron desde el país llegó a un total de 5.000
millones de euros.
Lo
anteriormente dicho no quiere decir que la inmigración sea positiva en todo
para los países y las personas del Sur [13]. La inmigración hace que el Sur
pierda mucha gente que podría tener un papel importante en la lucha política y
social en sus países de origen. También puede causar la ruptura de vínculos
familiares y sociales, lo que representa una gran carga para los inmigrantes
mismos (y sus seres queridos).
Pero son los
propios inmigrantes, no el Estado, los que deberían decidir sobre dónde viven y
trabajan, porque son ellos que sufrirán las consecuencias.
3. La
inmigración no baja las condiciones de vida en el Norte
El argumento
del “informe” que más apoyo parece tener entre sus críticos es que la
inmigración sea un “perjuicio… para las clases más desfavorecidas” [14]. No
obstante, tanto López Torres et al. y Martínez han ofrecido argumentos sólidos
que demuestren el contrario. Aquí ofrezco algunos datos y observaciones que
espero ayuden a aclarar más esta cuestión.
-Estado de
bienestar
Verstrynge y
los Sánchez Madero se limitan a reproducir datos de las Comunidad de Madrid
para intentar sostener que los inmigrantes son una “sangría” para el Estado.
Las cifras para todo el Estado muestran lo contrario, y de forma contundente:
en 2005 los inmigrantes aportaron 23.402 millones de euros de ingresos a las
arcas públicas (lo que representó el 2,6% del PIB) y originaron un gasto de
18,618 millones de euros. Esto significa que hicieron una aportación neta
positiva de 4.784 millones de euros –el equivalente a la mitad del superávit
del dicho año. [15]
La falta de
recursos de enseñanza y salud que padecemos todos, recién llegados incluidos,
no es culpa de éstos últimos. Más bien es fruto de los bajos gastos sociales
del Estado. El gasto sanitario público, por ejemplo, es sólo el 64% del
promedio europeo [16].
Cabe añadir
que muchos de los recursos que se podrían destinar a los servicios sociales se
malgastan al intentar controlar la migración (es decir en policía, detención y
burocracia). A modo de ejemplo, se gastaron nada menos que 3 millones de euros
en elevar la valla alrededor de Ceuta [17].
- El paro
Otro
argumento del informe es que la inmigración causa paro. No obstante, desde que
los flujos importantes empezaron en la segunda mitad de los 90, el paro ha
bajado de forma significativa (desde 12,5% en 1999 a alrededor de 8% este año
[18]).
La
oportunidad de empleo es seguramente el principal atractivo de la migración.
Por tanto, solemos encontrar que, de forma aproximada, el crecimiento y
decrecimiento del empleo autorregulan los flujos de personas. La alta tasa de
migración a Alemania, Gran Bretaña y otros países de Europa occidental después
de la Segunda Guerra Mundial coincidió con niveles históricos de empleo
(incluyendo el pleno empleo en algunos países). En cambio, cuando la tasa de
paro era muy alta, como por ejemplo en los años 30, casi no se producía flujo
alguno.
La idea de
que los inmigrantes desplazan a los nativos en el empleo no se sostiene. De
hecho los primeros muchas veces sufren discriminación a la hora de buscar un
empleo –lo que explica su tasa de paro de casi 4 puntos más de la media (12%
comparada con 8,3%) [19].
- Los
salarios
En lugar de
que la “contención salarial” sea producto de la inmigración, como afirman
Verstrynge y Cía., Torres López y Gálvez Muñoz defienden que es más bien
resultado de las políticas laborales y económicas (españolas y europeas). Para
complementar este último punto valga señalar que el proceso de contención
salarial empezó mucho antes que la aparición de la inmigración a gran escala.
Según el Seminario de Economía Crítica Taifa, si los costes saláriales para las
empresas representaban 100 en el año 1974; en 1995 (cuando todavía la
inmigración era muy escasa) ya se habían bajado a 80,7. [20]
Torres López
y Gálvez Muñoz también indican que hay más personas que no son inmigrantes que
entran en el mercado laboral con contratos precarios, y que la solución no es
defender su salida del mercado laboral sino que todos y todas compartan mejores
condiciones. Los mismos autores añaden que en sectores con mucha mano de obra
inmigrante, como la construcción, los salarios no bajan.
Esta última
afirmación es confirmada por un reciente estudio, riguroso y honesto, llevado a
cabo por el sindicalista Miguel Pajares. En él se descubre que en la
construcción -el sector con más inmigrantes afiliados a la Seguridad Social-
los salarios pactados durante la negociación colectiva de 2005/6 subieron más
que lo general (un 24% desde el año 2000, comparado con el promedio de 21,4%).
Más o menos lo mismo ocurre en el sector de la hostelería –la segunda rama con
más personal inmigrante [21]. Además, Pajares encontró que en estos sectores
apenas hay diferencias en los aumentos salariales entre los periodos 1996-2001
y 2001-2006, a pesar de que la proporción de trabajadores extranjeros se
duplicó del primer período al segundo [22].
Pajares
reconoce que esta realidad no es universal (por ejemplo el empleo inmigrante
subcontrado sí tiene salarios más bajos). No obstante, su conclusión es que “en
términos generales no es cierto que la inmigración esté suponiendo presión a la
baja sobre los salarios medios” [23].
Estudios en
otros países coincide con Pajares. Algunos sostienen que la inmigración es
positiva para los salarios; otros que no tiene impacto. También hay
investigaciones que afirman que puede haber un impacto negativo temporal sobre
los salarios de trabajadores no cualificados [24]. Esto ocurrió, por ejemplo,
en el caso de los inmigrantes europeos que se instalaron en los EE.UU. en el
Siglo XIX (cuando no existía control alguno), pero pronto las diferencias de
salario desaparecieron.
La situación
cambió porque los inmigrantes no son mera “mano de obra sumisa” [25] –otro mito
que se repitió en el debate posterior. Una y otra vez en la historia ellos se
han mostrado capaces de conseguir grandes logros con su lucha. Como ejemplo, en
Catalunya, durante el franquismo, los inmigrantes tuvieron un papel destacado en
el poderoso movimiento obrero. En el 2000, después de los disturbios racistas
en El Ejido, los trabajadores magrebíes protagonizaron una huelga salvaje que
provocó perdidas enormes para la patronal del campo y obligó a la intervención
del gobierno. La huelga fue seguida por otras en distintos puntos del Estado.
No obstante, este tipo de conflicto laboral se hace mucho más difícil por la
extensa “ilegalidad” que afecta a la población inmigrante, y asimismo por la
actual política de vincular la obtención de un permiso de residencia a la
obtención de un empleo -lo cual deja al trabajador expuesto a una posible
expulsión si no cumple con todos los deseos de la empresa [26].
Son
problemas que las propuestas del “Informe” agravarían mucho más. El camino
alternativo que muchos activistas ya han emprendido es el de profundizar la
lucha por la igualdad entre los trabajadores inmigrantes y autóctonos, tratando
a los primeros no como “ajenos” a la clase trabajadora sino como pieza
fundamental de la misma. La izquierda transformadora debería implicarse más en
esta lucha.
4. Atacar a
la inmigración no es antiestablishment
Tal vez el
aspecto que más molesta del “Informe sobre la inmigración” es su supuesta
pretensión de “contraponer los intereses del pueblo a los de las elites”.
Torres López y Gálvez Muñoz han sugerido lo engañoso de este propósito, pues
muchos de los argumentos expresados hacen eco de posiciones liberales sobre la
materia. Más o menos estoy de acuerdo, pero matizaría un poco más.
No es que la
clase dirigente tenga una posición unánime sobre la inmigración tal y como el
“Informe” da a entender. Más bien esa clase está dividida entre los que
priorizan tener más mano de obra, y los que prefieren criminalizar y demonizar
la inmigración (tal y como hacen el Partido Popular y sectores afines).
La
estrategia de este último sector tiene su lógica. Saben que el racismo puede
ser una herramienta ideológica potente para dividir y así controlar la
población.
Hace 150
años Karl Marx describió como este instrumento funcionó para la clase dirigente
británica:
“Cada centro
industrial y comercial de Inglaterra cuenta con una clase obrera dividida en
dos campos hostiles: los proletarios ingleses y los proletarios irlandeses. El
trabajador inglés normal odia el trabajador irlandés, al que ve como un
competidor que empeora su forma de vida. En relación con el obrero irlandés, se
siente como un miembro de la nación dominante y se convierte en una herramienta
en manos de los aristócratas y capitalistas,… reforzando así el dominio de
aquellos sobre sí mismo… La prensa, el púlpito, las revistas cómicas, en pocas
palabras, todos los medios a disposición de la clase dirigente mantienen a este
antagonismo artificialmente vivo. Este antagonismo es el secreto de la
impotencia de la clase obrera inglesa,… Es el secreto mediante el cual la clase
capitalista mantiene su poder.” [27]
Un proceso
no tan distinto ocurre hoy en día en Europa. Mitos y distorsiones peligrosos
sirven para intentar unir a las capas populares con las elites y para desviar
la atención de las primeras fuera de las causas reales de los problemas
sociales.
Independientemente
de cuáles hayan sido sus motivos, Verstrynge et al. aquí actúan como flanco
izquierdo para la desunión. Lejos de producir una obra “valiente”, como Torres
López y Cía. se equivocan en calificar (tal vez por educación), se alían con
los poderosos para atacar al sector más vulnerable de la sociedad. Por esto
debemos seriamente reflexionar sobre si sus ideas tienen cabida en la
izquierda.
No obstante,
un punto por lo visto más polémico en todo este debate es el papel que los
controles de inmigración ocupan en la creación y el fomento de la ideología
antiinmigrante. Mi punto de vista es que cualquier control crea la base para
que surjan divisiones en la sociedad (pues inevitablemente define un “ellos” y
un “nosotros”), y una lucha que no incluyera la oposición a todas las fronteras
quedaría demasiada limitada. En términos prácticos la permanencia de controles
siempre asegura que haya una bolsa permanente de sin papeles –situación
(repito) que sólo beneficia a la patronal [28]- y que sigan habiendo terribles
tragedias en el ultramar (pues, como cita Cañadell, “no se puede poner puertas
al viento”.)
Para muchos,
seguramente mi último planteamiento resultaría demasiado radical (y/o utópico),
pero ante la escalada de injusticias cometidas cada día (contra los inmigrantes
u otros),¿bastaría ser menos?
Independientemente
de las diferencias que tengamos sobre los controles, confío en que todos los
que formemos parte de la izquierda transformadora nos opongamos a cualquier
intento de ensuciar más las aguas -especialmente si el intento viene “vestido
de progre” como este “Informe”.
* Luke
Stobart es militante de En lucha / En lluita
Artículo
publicado en la revista anticapitalista La hiedra (@RevistaLaHiedra)
Notas
[1] “Cierre
de puertas al menos a los inmigrantes no comunitarios hasta poder asistir
correctamente a los inmigrantes que están ya dentro de España”, Verstrynge et
al.
[2]
Verstrynge et al., p. 25
[3] Los
partidos antiinmigrantes alcanzan poder, El País, 3 de junio de 2007
[5] Cadena
Ser http://www.cadenaser.com/articulo/e... Fueron encontrados 800 cadáveres.
La ONG la Luna Roja presentó una cifra varias veces más grande para las
víctimas totales.
[6] Véase
Amnesty International (2005) España Frontera Sur. España da la espalda a los
derechos humanos de los refugiados e inmigrantes, p.7; La Vanguardia, 8 octubre
de 2006, p. 38
[7]
Marfleet, Philip, (2006) Refugees in a Global Era, (Londres: Palgrave), p. 66
[8] 34,7%
del total población extranjera residente en el país, El País, diciembre, 2006
[9] “Motín
en un tren contra un revisor considerado racista”, El País, 24 de octubre de
2007
[10] Sutcliffe, B (1998) ‘Freedom to move in the age of globalisation’,
p.331, capítulo 13 en Baker, D. Epstein, G. Pollin, R. (eds.) Globalisation and progressive
economic policy (Cambridge U.P.)
[11]
Zibechi, R, Remesas e inmigración, La Jornada, 19 de noviembre de 2006 http://www.jornada.unam.mx/2006/11/...
[12]
Sutcliffe, Ibíd.
[13] También
hay más beneficios para los países de Sur de los cuales no tengo espacio para
comentar.
[14]
Martínez dice que esta afirmación “contiene mucha dosis de verdad”, y López
Torres y Gálvez Muñoz, sobre la inmigración, que “la inmensa mayoría de sus
costes e inconvenientes los sufran las clases desfavorecidas”.
[15] Datos
en De la Dehesa, Guillermo ¿Qué está aportando la inmigración a la economía?,
El País, 25 de junio de 2007
[16] Cifras
per cápita de Eurostat en Navarra, Vinçenc, ‘Polarización social en España’, El
País, 26 de febrero de 2005
[18] De la
Dehesa, Guillermo, Ibíd.
[19] Pajares,
Miguel (2007), Inmigración y mercado de trabajo. Informe 2007. Análisis de
datos en España y Cataluña
[20]
Seminario de Economía Crítica Taifa, Informes de Economía 1, enero de 2005
[21]
Pajares, Ibíd., p.142
[22] De 5,2%
a 19,7% en la construcción y de 10,1% a 24,5% en la hostelería, Ibíd, p.143-4
[23] Ibíd., p147
[24] Pajares, Ibíd.; Sutcliffe, Ibíd.; Crouch, David ‘Do immigrants lower
wages?’, Socialist Review, diciembre de 2006, p.16
[25]
Verstrynge et al., Ibíd.
[26] Llama
la atención que las huelgas de 2000 fueron rápidamente seguida por una nueva
Ley de Extranjería (8/2000) que suprimió el derecho a huelga, reunión y
sindicalización para los ‘sin papeles’. Desafortunadamente esta agresión a los
derechos laborales no recibió contestación seria por parte de los sindicatos
mayoritarios.
[28] Sobre
este punto la clase empresarial y política está mucho más unida
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