Alto nivel educativo,
transparencia y cultura de consenso son las claves para que el país de los
fiordos se posicione en el primer puesto de los territorios más democráticos
del mundo
Un paraje natural idílico, un elevado nivel en sanidad y
educación públicas, un salmón cuyo sabor es reconocido a nivel internacional...
y la mejor democracia del mundo. Noruega ha conseguido un año más el
primer puesto en el informe publicado por ‘The Economist Intelligence
Unit’, que establece los países más democráticos del planeta.
Durante cinco años consecutivos, el conocido como ‘Índice de Democracia’
ha colgado la medalla de oro al país escandinavo. Este indicador resulta
de una medición realizada por el equipo de analistas de The Economist donde se
ordena el mapa en función del nivel de democracia que desarrollan los países
basando los resultados en 60 indicadores de diferentes categorías.
Con una nota de 9,93 sobre 10 puntos, el país de los
fiordos roza la matrícula de honor en este examen, que pone a prueba un total
de 165 países y dos territorios. Noruega
consiguió la máxima puntuación en cuatro de los cinco ámbitos evaluados:
libertades civiles, pluralismo electoral, participación política,
funcionamiento del Gobierno y cultura política. Pero ¿cuál es el secreto
para llegar a estas altas posiciones?
Igualdad y consenso, las fórmulas noruegas
Johan Vibe, embajador de Noruega en España, responde sin dudar al ser preguntado
sobre cuál cree que es la razón de que su país vuelva a encabezar la lista de
los más democráticos del mundo. “El índice elaborado por ‘The Economist
Intelligence Unit’ se basa en unos criterios que no siempre son fáciles de
medir y pueden ser cuestionables”, alega mientras añade: “En cualquier
caso, sí creo que nuestro sistema democrático tiene algunos valores que vale la
pena destacar”.
La cultura de consenso es clave en Noruega (Flickr/Debs)
Entre
los puntos clave que pone en relieve el oslense se encuentra, en primer lugar,
el valor que Noruega le atribuye a la paridad social. El país de los fiordos fue uno de los más pobres de Europa
hasta finales del siglo XIX, pero durante su industrialización “se logró construir un modelo social con
un elevado nivel de igualdad”. Fomentar la homogeneidad de la sociedad facilita
una rutina de pactos y evita conflictos, algo que se ha conseguido (entre otras
cosas) gracias a “una educación pública y gratuita y un sistema de becas y
préstamos estatales”.
Derivado
de esta igualdad nace el segundo valor a destacar por parte del embajador de
Noruega en España: la cultura de consenso. “Esta cultura ha facilitado plantear
y llevar a cabo grandes proyectos, como la gestión de los ingresos del sector petrolero. Todos los partidos han estado de acuerdo
en reservar la mayor parte de estos ingresos en un fondo soberano que permite
tener un colchón para tiempos de crisis y preservar nuestro sistema de pensiones en el futuro. En muchos países es más complicado
lograr este consenso y por eso resulta más difícil ponerse de acuerdo sobre
posibles reformas y su implementación”, certifica.
Sin apenas colegios o centros médicos privados
Que
los ciudadanos sepan qué se hace con su dinero resulta fundamental para crear
conciencia colectiva. Saber a qué partidas se destinan los impuestos, en qué se
invierten los tributos o quién se beneficia de las ayudas resulta clave para que la
población se sienta legitimada. “Tenemos instituciones democráticas fuertes con
un alto grado de transparencia y legitimidad, que explica que la recaudación
fiscal sea bastante eficiente. La ciudadanía percibe que recibe una
contrapartida en forma de prestaciones sociales y bienes públicos por los
impuestos que paga”, afirma Johan Vibe.
“Los
ciudadanos tienen que sentir que las instituciones democráticas funcionan y dan
frutos”, sentencia el embajador de Noruega en España. Quizá por ello la mayor parte del país
escoge una educación y sanidad públicas, y apenas hay colegios o centros médicos
privados. “El nivel educativo en Noruega es relativamente alto, un factor
que asegura un alto grado de participación política y democrática”, informa
Vibe.
¿Cómo se puede mejorar el nivel de democracia?
“Mantener una democracia es una lucha constante”, sentencia el embajador de Noruega para España. Aunque su país se haya posicionado durante cinco años consecutivos en cabeza de la lista de The Economist, Johan Vibe tiene claro que no se pueden relajar los esfuerzos. “Uno de los mayores retos que tenemos es mantener el interés y el compromiso con nuestro sistema democrático”, dice.
Noruega
tiene actualmente una tasa de paro del 3,5%, y nunca ha subido por encima del 5
ó 6%
"Muchos
lo toman como algo ya garantizado y, en este sentido, se aprecia cierta indiferencia hacia instituciones
importantes como los partidos políticos, los sindicatos o la sociedad civil en
general”, reconoce el oslense. Para él, la clave para mantenerse en cabeza de
la democracia durante mucho tiempo radica en “mejorar el grado de igualdad y
preservar los mecanismos de consenso social”.¿Qué ventajas tiene ser el país más democrático?
El hecho de que a nivel internacional se reconozca en Noruega al país más democrático del mundo influye de forma positiva en su territorio. “Que Noruega haya sido elegida por The Economist contribuye a dar una imagen más positiva, y esto hace que el país resulte más atractivo como destino turístico”, dice Eugenia Fierros, directora de la oficina de turismo de Noruega.De manera indirecta, junto con la definición de ‘país más democrático’ se asocian inevitablemente otros valores como, por ejemplo, el de seguridad ciudadana (no en vano, Noruega se alza con la medalla de bronce en la lista de países más seguros del mundo, sólo superada por Islandia y Suecia). “Conlleva percepciones positivas como la seguridad, la sostenibilidad, la profesionalidad de su población y la calidad de sus servicios”, añade Fierros. En la misma opinión se posiciona Johan Vibe, que dice: “Una democracia sólida implica, entre otras cosas, un elevado grado de seguridad”. No en vano, en 2014 Noruega recibió 7,7 millones de turistas extranjeros, una cifra mayor del número de nativos del país (5,1 millones de habitantes).
Sin quejas en plena naturaleza
El aire puro es una constante en el país nórdico. Noruega cuenta con uno de los destinos naturales más visitados por los extranjeros (los fiordos), pero no sólo las preciosas cascadas de agua que acompañan a los golfos son un reclamo para conocer el país. Frondosos bosques, lagos por doquier y una flora y fauna nada parecida a la mediterránea son otros motivos de orgullo noruego.
Quizá
el frío ambiente influya, quién sabe, en el carácter de los habitantes de
Noruega. Según la opinión de algunos viajeros, no existe una ‘tradición de
queja’ asentada en el país. Al parecer, ni siquiera cuando los servicios no
resultan óptimos se interpone una reclamación a la empresa.
No todo son ventajas
Aunque
Noruega puede presumir de tener un buen sistema educativo y grandes ventajas
para sus habitantes, lo cierto es que no todo son buenas noticias para el país.
Las mayores críticas al país escandinavo le llegan por parte de los
extranjeros que encuentran sus precios demasiado elevados. Vestimenta,
elementos del hogar, productos de higiene… Los foráneos se quejan de que el
coste de vida en Noruega es demasiado alto para un salario proveniente de
fuera de sus fronteras.
Otro
de los grandes inconvenientes se encuentra a nivel alimenticio. En algunas webs se afirma que la calidad de los
productos frescos noruegos no es muy elevada. Este hecho contrasta con el
premio Bocuse d’Or que el pasado mes de enero
recibió Noruega y con la fama internacional de su conocido salmón.
Fuente:
http://www.elconfidencial.com/
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