martes, 24 de febrero de 2015

LA POLICÍA DESAHUCIA POR ERROR A UNA FAMILIA DE GIJÓN Y LA DEJA EN LA CALLE DURANTE VARIAS HORAS



- La comisión judicial, el representante del banco y los agentes confundieron el número de portal, se introdujeron en la vivienda sin avisar, inventariaron el contenido y cambiaron la cerradura

- Los vecinos avisaron a los dueños del piso, con un niño de 9 años y de una niña de 19 meses, que malgastaron horas intentado deshacer el entuerto
Agentes de Policía ejecutan un desahucio en una imagen de archivo. EFE
PÚBLICO
Publicado:  24.02.2015 12:44 | Actualizado:  Hace 3 horas
Un cambio en la numeración la calle de La Mancha, en Gijón, provocó este lunes una desagradable confusión que los miembros de una familia, con un niño de nueve años y una niña de 19 meses, tardarán tiempo en olvidar. Jaime Fernández y Jessica Redondo, sus padres, sufrieron el desahucio de su vivienda a pesar de llevar los recibos de su hipoteca al día y mantener una cordial relación con su entidad bancaria.

El motivo es que, tal y como recoge el diario El Comercio, ni la comisión judicial, ni el representante del banco ni los agentes de Policía que les escoltaban se percataron de que habían confundido el portal donde debían ejecutar un desahucio aquella mañana y, sin avisar, penetraron en su casa, levantaron acta, realizaron un inventario de todo el contenido y cambiaron la cerradura.

Fueron los vecinos los que alertaron a los cabezas de familia, que abandonaron sus puestos de trabajo y acudieron a su vivienda para comprobar que, efectivamente, no podían acceder al interior.
"Mi padre tuvo que dejar de trabajar para ir a buscar a la niña a la guardería y tuvo que comprarle cosas para hacerle los potitos, pañales... Lo teníamos todo en casa y no podíamos entrar"
"No nos dejaron ni una notificación ni absolutamente nada, es más, se fueron sin conocer el error", explica en declaraciones recogidas por El Comercio Jessica Redondo, que se vio obligada a cerrar su negocio, "con el consiguiente perjuicio económico", para tratar de solucionar el entuerto.

"Mi padre tuvo que dejar de trabajar para ir a buscar a la niña a la guardería y tuvo que comprarle cosas para hacerle los potitos, pañales... Lo teníamos todo en casa y no podíamos entrar", asevera Redondo, que ahora se pregunta si alguien se hará responsable de esta serie de perjuicios.






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